Argentino y Guaymallén jugaron un partidazo. De esos que quedan en la historia y se recuerdan por los siglos de los siglos. Amén.
En tiempos de fútbol borrascoso, de más pum para arriba que tiki tiki, el clásico del departamento de Guaymallén resultó una caricia para el alma de los futboleros de ley. De principio a fin, en el Mauricio Serra, exhibieron un espectáculo extraordinario, fuera de lo común, intenso, con final abierto. Los cuatrocientos espectadores se fueron “pipones” de goles y emociones.
Cuando el reloj todavía no marcaba el primer minuto de juego, Guaymallén pegó primero. Jorge Arabalé jugó una pelota en cortada para Mariano Gómez, quien remató de cachetada y al primer palo para desatar el primer grito tricolor en la fría tarde de San José.
La Academia reaccionó y se animó al golpe por golpe. En la primera aceleración a fondo, el bueno de Jairo Pérez desbordó por la izquierda y mandó el centro atrás que Rodrigo Alaniz impactó con potencia para poner el 1 a 1.
El partido no ofrecía respiro. Acto seguido, Gabriel Aguilera sacó un remate de afuera del área que, tras pegar en la base del palo, Gómez no pudo resolver en el rebote. Todavía no se cumplían diez minutos y el trámite era vertiginoso, de ida y vuelta.
El cabezazo del Polaco Rodríguez, antes del cuarto de hora, ponía al Tricolor nuevamente arriba: 2-1. La Academia no hacía pie y dependía exclusivamente de lo que pudieran fabricar Pérez y Alaniz. Fontemachi le sacó el tercero a Nievas y, sobre el epílogo del primer tiempo, Alaniz levantó el remate desde una posición inmejorable.
El complemento comenzó con el mismo ritmo que había tenido el primero. Al minuto, Tula tapó con los pies un mano a mano ante el zurdo José Villarroel. Un minuto después, Gómez tuvo el tercero del Guayma en sus pies, pero su remate salió apenas arriba.
El Boli seguía dependiendo del tándem Alaniz-Pérez. Tula se jugó la vida en otro pie a mano ante Vladimir Castro y, un ratito después, Lucero puso el 2-2 de cabeza. El duelo era una ruleta rusa. Bruno Zandanel amagó con tener que disparar la última bala, pero Castro decoró el memorable 3 a 3.
¿Quién dijo que el torneo Federal B no ofrecía buenos espectáculos?
¡Que viva el fútbol!