Por Carlos Sacchetto - csacchetto@losandes.com.ar - Corresponsalía Buenos Aires
No por casualidad, los tres episodios más trascendentes que agitaron la política durante la semana que pasó tuvieron como eje común a la justicia.
El primero fue la significativa renuncia de Carlos Fayt a la Corte Suprema de la Nación, el segundo la decisión de Fernando Niembro de abandonar la candidatura a primer diputado nacional de Cambiemos por la provincia de Buenos Aires, y el último -todavía sin resolución definitiva- el escándalo en Tucumán con las elecciones provinciales.
Todos se dan en el marco de una campaña electoral plagada de denuncias, operaciones oscuras, juego sucio, mentiras y sobreactuaciones que los medios difunden con insistencia, pero cuyos efectos sobre la intención de voto de la gente no se visualizan. Las encuestas sólo registran pequeñas variantes en los números de las primarias del 9 de agosto. Esto es, Daniel Scioli orillando los 40 puntos, Mauricio Macri los 31 y Sergio Massa escalando al 24 por ciento.
Esto no significa que los hechos de judicialización de la política o, al revés, la politización de la justicia, no vayan a impactar en el electorado del 25 de octubre. Pero eso hasta ahora no se percibe. Sí, en cambio, hay un creciente tufillo a hartazgo de la sociedad al que todavía le quedan cinco semanas de recorrido.
Miran adelante
Detrás de cada uno de aquellos tres hechos que tienen como denominador a la justicia, hay una historia política que algunos de sus protagonistas o allegados cuentan en voz baja. Comencemos con la renuncia del juez Fayt que tiene fecha 11 de diciembre, un dato que molestó al oficialismo y divirtió a la oposición porque el día siguiente de que se vaya Cristina Fernández se tomó como una revancha del magistrado. Lo fue, pero en realidad no habría sido una decisión espontánea ni intempestiva del juez que apareció un día en la Corte con la carta en el bolsillo.
El retiro de Fayt, que tiene 97 años y las limitaciones que ello implica, venía siendo conversado desde hace tiempo en los más altos niveles judiciales. Fuentes confiables que caminan a diario los pasillos de la Corte, sostienen que luego de superada la grosera embestida del kirchnerismo contra el anciano juez, habrían sido sus propios colegas los que con una manera amable y reflexiva le habrían planteado que la situación en que está funcionando el Máximo Tribunal es irregular y que no puede prolongarse mucho tiempo.
Una de las alternativas evaluadas era la de poner fecha de renuncia el 11 de diciembre y de ese modo liberar ya a los candidatos presidenciales para que busquen nombres a proponer para el reemplazo. Como quedarán dos vacantes, ya que está pendiente de cubrir la de Eugenio Zaffaroni, la idea es que haya tiempo para negociar un postulante del futuro oficialismo y uno de su oposición, y así conseguir los dos tercios de votos en el Senado.
Inducir no es obligar, y eso habría sucedido con Fayt.
En el caso Niembro, el vértigo de la campaña y el empeño del Pro en que no trascendieran detalles disimuló la verdadera crisis política que se vivió al interior del Frente Cambiemos. La demora de diez días para resolver la situación que estaba desgastando el esfuerzo proselitista de la estructura tuvo un solo responsable: Mauricio Macri.
Mismo vicio
La indecisión del candidato presidencial, basada en el mismo concepto kirchnerista de no retirar a los sospechados de corrupción porque es "darles la razón a los enemigos", sembró disgusto, discusiones fuertes, y serias amenazas de rupturas entre sectores internos.
Uno de los participantes de esos entreveros cuenta que alguien muy irritado llegó a preguntarle a Macri: "¿qué diferencia hay entre vos y Cristina? Si así vas a gobernar el país, no cambiamos nada y nos vamos a casa".
A regañadientes, sin estar convencido pero presionado por su interna, Macri accedió a que Niembro dejara la candidatura. Pero el episodio dejó una huella profunda en Cambiemos y muchos presumen que esa huella no se borrará ni aun ganando la elección.
Del escándalo tucumano todos sacan réditos políticos. La oposición para buscar transparencia electoral debilitando al gobierno, y el oficialismo para aprovechar la volada, victimizarse y pegarle a la Justicia, tal como lo hizo el viernes (ayer) la Presidenta.
La mentada intervención a la provincia es fuego de artificio, pero el caso puede terminar en la Corte nacional, donde predominaría el criterio de zanjar la cuestión convocando a votar nuevamente, pero sólo en las 18 mesas impugnadas y también en las otras 42 cuyas urnas fueron quemadas.