Cuando el boxeador Manny Pacquiao finalmente ponga fin a su histórica carrera en el cuadrilátero, 'Pac-Man' tiene pensado fijar su mirada en un objetivo mucho mayor, la presidencia de Filipinas.
El campeón del mundo, que peleará este fin de semana en el “combate del siglo” ante el estadounidense Floyd Mayweather, usó su fama y su riqueza ganada en sus grandes hitos deportivos para lanzar una carrera política exitosa.
El que fuera niño de la calle, que ahora tiene 36 años, es congresista y mostró públicamente sus ambiciones de llegar a lo más alto en una de las democracias más corruptas y caóticas de Asia. Pacquiao confirmó sus ambiciones presidenciales en 2013, pero desde entonces se ha tomado con paciencia y tranquilidad sus planes políticos.
“Sí”, respondió cuando fue preguntado si quería ser presidente. “Pero, está lejos... es la voluntad de Dios”, dijo entonces.
En la previa a la pelea con Mayweather, el promotor estadounidense de Pacquiao, Bob Arum, reavivó el discurso político cuando dijo que su cliente tiene una estrategia para llegar a ser presidente. “Va a ser presidente”, contó Arum al sitio web TMZ. “Estará en la elección al Senado en 2016 y luego en 2022 o más tarde intentará ser presidente”, aseveró.
Aún así, a pesar de ser adorado en Filipinas por sus hazañas en el ring y admirado por su espíritu deportivo, existen dudas sobre si tiene lo necesario para ser presidente.
Pacquiao tiene el dudoso récord de ser el diputado que menos asistió al Congreso el año pasado, acrecentando los rumores sobre su compromiso con los electores.
Pacquiao sólo estuvo presente en cuatro de los 70 días de sesión parlamentaria en 2014. Promovió cuatro propuestas de ley, ninguna de ellas prosperó.
"Esto es lo que se llama un registro cero", dijo Ramón Casiple, director ejecutivo del Instituto para la Reforma Política y Electoral.
Muchos también creen que Pacquiao, para bien o para mal, se ha adherido a las tácticas de desgaste y golpes comunes en el ring de la dura política filipina.
“Desafortunadamente, está aprendiendo el lado malo de la política”, comentó Casiple.
Casiple señaló, que desde que perdió su primera campaña en 2007, Pacquiao había convertido a sus rivales en aliados y sentó las bases de una dinastía política.
“Es un buen alumno de la política tradicional después de perder”, añadió. Uno de los mentores políticos de Pacquiao es Luis Sinson, un antiguo “señor del juego” que lidera una dinastía política y cuyo hijo, político también, fue arrestado por posesión de cocaína en Hong Kong.
La excongresista Darlene Antonino-Custodio, que infligió a Pacquiao su primera y única derrota en 2007, cree en él pero desconfía de quienes le rodean. “Me gusta Manny (Pacquiao). Creo que es un político honrado. Solo tiene que tener cuidado de la gente que se rodea”, advirtió.
Sin embargo, Pacquiao demostró en su campaña en las elecciones de 2010 que era un político muy inteligente. Usó su poderosa riqueza para derrotar la dinastía de Roy Chiongbian en Sarangani, pobre provincia del sur del país.
Gastó enormes cantidades para ganarse el favor de la gente, dio un camión de bomberos, construyó un gimnasio, instaló redes de electricidad y de agua potable en iglesias y mezquitas, y pagó becas y funerales.
Después, formó una alianza con los Chiongbians que le permitieron acudir sin rival a las elecciones en 2013. Pacquiao empezó rápidamente a sentar las bases de su dinastía política.
Estas dinastías son habitualmente culpadas por la corrupción endémica y la débil democracia de las Filipinas. Son familias que usan su poder local para controlar negocios y perpetuarse en el mando.
La influencia y popularidad de Pacquiao ayudó a su esposa, Jinkee, un ama de casa nueva en la política y que antes había trabajado en un centro comercial como consultora de belleza, para que fuera elegida vicegobernadorea de Sarangani en 2010.
Al mismo tiempo, en su ciudad natal de General Santos, un compañero de partido fue elegido alcalde mientras que dos de sus hermanos y una cuñada fueron elegidos concejales del pueblo.