Por Rosendo Fraga - Director del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría. Especial para Diario Los Andes
A menos de un mes de las PASO se ha tomado conciencia sobre la importancia que tiene esta elección de medio mandato. De las siete presidenciales realizadas a partir de 1983, en seis de ellas, la elección previa al fin de mandato anticipó la derrota o victoria de quien gobernaba en la presidencial siguiente. En una visión más larga, los cuatro presidentes no-peronistas electos antes que Macri desde el 17 de octubre de 1945, (Frondizi, Illia, Alfonsín y De la Rúa) todos entraron en crisis tras perder la elección en la provincia de Buenos Aires y tuvieron problemas de gobernabilidad después. Es por ello que ganar o perder la provincia de Buenos Aires, es ganar o perder la elección nacional. No sólo porque este distrito es el 40% de los votos, sino porque el efecto de la elección se nacionaliza.
Tomando las últimas cuatro elecciones de medio mandato, el triunfo de Duhalde para senador en 1999 en esta provincia, el de Cristina Kirchner en 2005 para el mismo cargo y distrito, el de Narváez para diputado nacional en 2009 y el de Massa en 2013 definieron el efecto nacional, más allá de la suma nacional de votos, que fue a favor del gobierno nacional en las dos primeras y en contra en las dos últimas. Ello explica porqué la elección es importante, aunque no está en juego el control del Congreso, ya que aún haciendo una buena elección, el oficialismo seguirá necesitando negociar con sectores del peronismo para lograr acuerdos en el Congreso. El intento de neutralizar el efecto de un triunfo de Cristina en Buenos Aires, argumentando que Cambiemos tiene más votos que ella a nivel nacional o que esta fuerza ha ganado algunos legisladores, fue intentado por el Kirchnerismo cuando Narváez y Massa ganaron en Buenos Aires, pero no funcionó, no siendo eficaz para neutralizar el “efecto derrota” del entonces oficialismo nacional.
Con estos antecedentes, ganar por un voto la provincia de Buenos Aires, será ganar la elección nacional. No son antecedentes que permitan un pronóstico matemático hacia el futuro, pero sí determinan percepciones políticas. Si la lista de Cambiemos encabezada por Esteban Bullrich gana, comenzará a percibirse a Mauricio Macri como un Presidente de ocho años y si pierde, como uno de cuatro, aunque las cosas después puedan ser distintas. El Presidente ya un año atrás asumió esta situación. En agosto de 2016, en su discurso de apertura del “Mini Davos” que se realizó en el Centro Cultural Kirchner, dijo “Creo que vamos a tener una elección maravillosa, que va a confirmar la dirección que hemos elegido”.
Cuatro meses atrás, manifestó que en esta elección se juega “su éxito o su fracaso”. Es una suerte de apuesta al todo o nada. En febrero, la gobernadora María Eugenia Vidal dijo que se podía perder la elección en la provincia y que si ello sucedía no iba a estar en riesgo la gobernabilidad. Esta visión, duró como estrategia sólo un día, ya que debió alinearse con la estrategia nacional centrada en “polarizar” la elección contra el Kirchnerismo. Pero la irrupción de la Cristina en la puja electoral ha sumado dudas sobre el rumbo económico.
Han sido varias y coincidentes en los últimos tres meses, las señales políticas y económicas provenientes del exterior, sobre la importancia que adjudican a esta elección. Una semana antes que el Presidente viajara a Tokio, el Embajador de Japón en Buenos Aires dijo que los inversores de su país esperaban la definición de la elección legislativa para tomar decisiones. Hace dos meses, los embajadores de Alemania, Francia e Italia ante nuestro país, en un seminario sobre la UE y Argentina plantearon en forma coincidente, que los inversores de sus países temían un retorno del populismo en Argentina.
No hay embajador de EE.UU. en funciones, pero el último que ejerció ese cargo, Noah Mamet, dijo al mismo tiempo que los inversores estadounidenses esperan las definiciones políticas de la elección para tomar decisiones. Lo mismo dijo sobre la importancia de la elección, el Editor para América Latina del Financial Times, uno de los diarios más importantes del mundo en materia de negocios. La decisión adoptada el 20 de junio por un banco de inversión (Morgan Stanley) de postergar la elevación de Argentina, de mercado de frontera a mercado emergente por un año, tuvo la misma argumentación: esperar para verificar cuán sustentables son en el tiempo los cambios de política económica de esta administración. La semana pasada, el titular del Banco J.P. Morgan en Argentina -el mayor colocador de títulos argentinos- dijo que los inversores ven la elección “como un referéndum”, es decir como un sí o un no respecto al gobierno de Macri.
Puesto en este contexto, las PASO que tienen lugar el 13 de agosto ya adquieren significación. Ninguna de las tres opciones más relevantes que competirán en la provincia de Buenos Aires tendrán competencia. (Bullrich, Cristina y Massa). Ello hace que el único significado de esta elección primaria obligatoria, sea anticipar el resultado del 22 de octubre.
Como antecedente, cuatro años atrás fue lo que sucedió. A minutos del cierre de listas, fracasó en 2013 el intento de construir un gran frente anti-K, con Massa, Macri, Scioli y Narváez. Al final sólo los dos primeros integraron esta alianza. El tercero se mantuvo en las filas kirchneristas y el último compitió por su lado. En las PASO, Massa obtuvo 36% e Insaurralde 30%. En las elecciones, el primero llegó al 44% y el segundo sólo subió al 32%. La diferencia a favor del primero, que en las primarias fue de 6 puntos en la elección llegó a 12. Los dos primeros sumaron 65% en las PASO y 76% en la elección que fue dos meses después. Se acentuó la polarización y la reasignación de votos de las terceras fuerzas, fue más a favor del primero que el segundo. No es un pronóstico, pero sí un precedente a tener en cuenta.
Pero los escenarios pueden ser diferentes. Hay quienes piensan que un triunfo de Cristina el 13 de agosto, puede beneficiarla con el “efecto ganador”, como le sucediera a Massa tres años atrás. Pero también un primer lugar de ella podría generar un “efecto temor”, que beneficiará a Cambiemos. Pero un triunfo de Cristina por un voto en las PASO, generaría tensiones en los mercados, más allá de las diferentes conjeturas políticas que se generarían. La imagen de la ex Presidente ganando el 22 de octubre y esa misma noche lanzando “Cristina 2019”, es el fantasma que acentúa le significación de la elección.
En este marco, el 22 de octubre, como en su antevente el 13 de agosto, se juega más que una renovación parlamentaria.