La tendencia, con eje en el vuelco a las proteínas cárnicas en los países del sudeste asiático, impulsa la siembra de los cultivos forrajeros, como la soja y el maíz.
Hay que alimentar a 2.400 millones de personas adicionales en 2050; y en los niveles de consumo actuales, implica producir para entonces 455 millones de toneladas de carne por año, para satisfacer las necesidades de una población en crecimiento que se estima en 9.700 millones.
El cálculo del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) es que para alimentar una población animal capaz de producir casi 500 millones de toneladas de carne por año, es preciso que la totalidad de la tierra agrícola del mundo se destine a los granos que puedan sustentarla.
Los cultivos forrajeros son básicamente tres: soja, harina de soja y maíz; y esto significa excluir de la producción a los otros granos, así como a las frutas y hortalizas. Esta tendencia central de la producción agroalimentaria ya se manifiesta con fuerza. La producción de granos para la alimentación animal se duplica en los próximos diez años, y cubriría más de 70% de la cosecha global. FAO/OCDE estima que la producción mundial de granos superaría las 2.800 millones de toneladas en 2025.
En los últimos 50 años, la población mundial se ha duplicado, en tanto que el consumo de carnes creció cuatro veces. La previsión es que en los próximos 35 años, la población mundial aumentaría una tercera parte de la actual, pero el consumo de carnes se multiplicaría por seis. Todo esto va a suceder en paralelo con la tendencia a que se duplique el producto global, que ascendería a U$S 300 billones.
Una tendencia semejante es insustentable ecológicamente. Se estima que la población animal es responsable de 30% del total de la emisión de dióxido de carbono (CO2), causa fundamental del cambio climático (calentamiento de la atmósfera); y una multiplicación de la población animal por 3 o 4 en las próximas 4 décadas desataría un pico de crisis en el mayor problema de la época.
La demanda de carnes en China y los países del sudeste asiático crece a un ritmo del 30% por año, arrastrada por el fenómeno de la aceleración de la transición dietaria de su población (es decir, el vuelco masivo al consumo de proteínas cárnicas), que abarca ya a 4.500 millones de personas, que duplican sus ingresos per cápita cada 8 años.
El consumo de calorías per cápita en China era 2.163 en 1980, y trepó a 3.036 en 2009, un incremento de 40%, y sobrepasó al promedio mundial, que era 2.831. La ingesta de carnes es la línea directriz del mercado mundial de agroalimentos en los próximos 40 años; y esto otorga una importancia estratégica crucial a los países productores de granos para la alimentación animal (como Estados Unidos, Brasil y la Argentina, entre otros).
FAO/OCDE sostiene que para satisfacer la demanda de agroalimentos de los próximos 20 años, hay que elevar 70% la producción de granos, sobre todo en la etapa inicial (2015-2025); y son tres los países en condiciones de aumentar rápidamente sus exportaciones de agroalimentos en los próximos 10 años: India, Brasil y la Argentina.
Brasil puede aumentar sus ventas externas en más de 40% en este período, y la Argentina, un porcentaje similar, con la particularidad de que está en condiciones de duplicar las colocaciones de harina de soja, de la que es ya el primer productor mundial (34,5% del total de las exportaciones globales).
Es imposible analizar el futuro porque todavía no existe. Lo que se puede hacer es identificar las tendencias para aprovechar oportunidades de desarrollo, que pueden ser decisivas para la competitiva agroindustria de la región Centro.