Las cifras del tabaquismo en nuestro país son alarmantes: más de 110 personas mueren al día por el consumo de tabaco y son casi 19.000 los individuos que anualmente reciben un diagnóstico de cáncer provocado por el tabaquismo. Esto obliga a pensar en nuevas formas de eliminar una adicción que afecta a más del 23% de la población.
El camino más lógico sería intentar reducir la nicotina, el principal ingrediente activo de un cigarrillo, altamente adictivo. Sin embargo desde hace décadas se sabe que los cigarrillos con menor contenido de nicotina y alquitrán no resultan menos nocivos que los cigarrillos comunes, ya que los consumidores buscan compensar la menor cantidad de nicotina de estos cigarrillos tomando bocanadas más grandes, más profundas y más frecuentes que cuando consumen cigarrillos comunes. Sin embargo nuevos estudios han revelado que una reducción severa en los niveles de nicotina podría ser una forma realmente efectiva de disminuir los daños que produce el tabaco y poder cortar con esta adicción.
En la Argentina, al igual que en el resto de los países de América Latina, no existe una regulación de los niveles de nicotina en cigarrillos. Actualmente el único país que cuenta con el poder para regular la nicotina es Estados Unidos: allí la Administración Federal de Drogas y Alimentos tiene el poder de controlar los niveles desde 2009, pero no lo hace.
