Natalia vive en Buenos Aires y experimenta desde sus palabras “un amor libre”, sintiendo desde hace tiempo que el vínculo que decidió vivir junto a Pablo y Daniel (total y absolutamente blanqueado entre los tres) es la visualización más clara de expansión, sin circunscribirse a “ninguna forma exclusiva de vínculo con alguien”. Así describe desde su testimonio la relación que (a la mirada general) mantiene a la vez con dos hombres. Un reflejo que muchos vivirían (sin caer en generalizaciones) pero que no todos pueden exteriorizar.
Y aunque podría tratarse para el lector de una mezcla de tendencia de comuna hippie, un movimiento swinger, o de fanáticos del menage á trois, los seguidores y asiduos a este tipo de relaciones las catalogan como: “poliamor”.
Sí, como lee, “poli” (muchos) amores, o la nueva corriente que muchos deciden vivir amando (supuestamente) a dos personas, o más, por igual.
¿Se trata de una tendencia instalada?
Como explica la médica psiquiatra, y docente universitaria, Gabriela Prats: “surgen tendencias porque de alguna manera socialmente se van imponiendo por las diversas búsquedas del individuo, entonces pareciera que se terminan aceptando situaciones, o dando como ‘generalizadas’ aquellas experiencias que en realidad no se han visto, o que la sociedad como tal, no ha construido dentro de una ‘normalidad’, de manera previa. Las denominadas ‘tendencias’ son algo que se va imponiendo porque la sociedad lo va haciendo, no porque psíquicamente y, en general, esté aceptada”.
La sexóloga brasileña Regina Navarro Lins (autora de “La Cama Reb/velada pasado, presente y futuro del sexo y el amor”), considera al poliamor como “una muestra de lo que vendrá en términos de relaciones de pareja, como una alternativa (según ella) al “desfalleciente matrimonio monogámico”.
Pero cabe preguntarse: ¿qué factores impulsaron esta nueva forma de pensar las relaciones bajo el denominado “poliamor”? Navarro Lins sostiene que “a partir de 1940, aproximadamente, el amor romántico se convirtió en un fenómeno de masas; todos pasaron a desear ese amor que proponía la fusión de los amantes. Pero con la píldora se separó el sexo de la procreación y se lo unió al placer. Entretanto, nuestra época se caracteriza por la búsqueda de la individualidad, y comienza a dejar de ser atractiva la idea de fusión. El amor romántico empieza a salir de escena, llevándose consigo la exigencia de exclusividad”.
Sin embargo el hecho de que muchos puedan simpatizar con este tipo de relación, ¿implicaría para el resto una negación, o más bien la defensa consciente, de la monogamia como puerto?
“La monogamia es algo que está aceptado, de alguna manera, porque el sujeto necesita ciertos parámetros en función del compromiso. Es decir: desde lo psíquico la monogamia se asume, y proyecta, en occidente como la ‘natural’, o ‘norma’ de seguir. Entonces el sujeto aparece atravesado desde lo cultural con esa mirada. Sin embargo, aquellas personas que deciden seguir eligiendo la monogamia en realidad apelan a la ‘salud’, desde el punto de vista de que incorporan internamente límites de lo que desean y la aceptación del compromiso. De esta manera la persona está comprometida psíquica y físicamente con el otro sujeto, en donde se eligen mutuamente.
-¿Se puede amar a más de una persona a la vez?
-Sí, puede ocurrir. Acá se podría hacer la diferencia en cuál es el tipo de amor que se desarrolla. No es compatible el amor sexual para dos personas al mismo tiempo, a no ser que esas dos personas cubran diferentes necesidades en un sujeto. Si en una pareja existe esta situación de “poliamor” sería bueno preguntarse cuáles son las necesidades que cubre el sujeto con cada una de las otras dos personas de la tríada.
Por su lado, la psicóloga vincular Paula Corso explica: “¿Si una persona puede enamorarse de otras dos y vivir este tipo de relación? Desde el punto del mundo afectivo puede ser posible, el tema es que no sé si es tan factible cuando se lleva a la realidad, ya que muchos integrantes pueden terminar buscando la exclusividad. Además, y en nuestras condiciones culturales, es casi imposible que no se entre en conflicto sin sufrimiento”.
Si bien es claro que la sociedad muta y crece en sus diversas búsquedas desde la existencia misma de la sociedad, “la diferencia es que esas búsquedas no están tan estigmatizadas en la diversidad que manifiestan”, sostuvo Prats.
“Enamorarse de dos personas a la vez, y vivir el amor de a tres, es posible en las condiciones emocionales e internas de un ser humano. Es decir, la posibilidad está. Lo que sucede es que muchas veces se entra en conflicto con las imposiciones culturales, ya que en las condiciones del amor existe una tendencia a que el otro sea exclusivo y entran muchas veces en tensión con lo cultural y social.
La monogamia tiene un componente fuertemente cultural en nuestras sociedades pero en otras culturas las relaciones se viven de manera diferente y la poligamia es lo naturalizado y normal. Será cada quien el que encuentre su mejor elección, teniendo que confrontar con lo cultural, sea monogámico o no”, concluyó Corso.