El mundo de la sexualidad no tiene límites, porque cada persona es tan única en este sentido que sería imposible uniformar actitudes, conductas o gustos.
Sin embargo, las inquietudes, mitos y creencias poco fundamentadas invaden desde las pantallas mismas (de todo tipo de medios) la cabeza tanto de hombres como de mujeres... La mecha se enciende entonces a un sólo estímulo visual-sonoro y el universo de la pornografía aparece servido en bandeja de plata, para consumidores ávidos.
Pero cabe preguntarse ¿es acaso esta costumbre o gusto (sea en hombres o mujeres) una señal de que algo anda mal, o como en todo hay límites? Y en caso de haberlos: ¿cuáles son?, ¿cómo saber si se está frente a un comportamiento natural o a una patología? Las respuestas nos las brinda el doctor José Luis Rodríguez (sexólogo, médico psicoterapeuta especialista en sexología clínica).
¡Porno, Porno, Porno!
“‘Enganchados al porno online” titula un artículo revelador, en cuanto a conductas tan extremas como increíbles que terminan siendo adicción de la mano de la nueva era de la comunicación, y la facilidad de contenidos que ofrece a diestra y siniestra, y a un sólo click.
“Nos adentramos en la vida extrema de los adictos al cibersexo. Noches en vela navegando por chats eróticos. Onanismo fuera de control ante la pantalla. Una doble identidad al margen de la pareja, la familia y el trabajo... Esta realidad paralela crece al calor de las nuevas tecnologías y afecta por igual a mujeres y a hombres...”.
De esta manera entra en tema la extensa publicación haciendo hincapié en ejemplos en primera persona, porcentajes, y argumentos profesionales que hablan de un estilo casi de vida de muchas personas.
Un disparador que dirige la pregunta hacia el límite de lo normal y patológico, de algo que pareciera ser sólo cosa de hombres (aunque en realidad no sea así) en donde se muestra una sexualidad ficcionada en todo sentido.
“El consumo de pornografía no es privativo sólo del mundo masculino, sino que la mayoría está hecha para hombres. Responde a estereotipos machistas y la sexualidad que se representa en ella es respecto a las fantasías que se tienen de las mujeres: que estarían siempre dispuestas, interesadas sólo en el coito y que inmediatamente terminado el orgasmo, quedarían satisfechas. Paradigmas de la sexualidad, que no tiene que ver con la realidad”.
- ¿Qué estímulos arenga el mundo porno tanto para mujeres como para hombres?
- En el hombre los estímulos son muy visuales y funcionan para la excitación y deseo. En el caso de la mujer, el estímulo más importante que despierta su deseo (más allá de que puede aparecer también lo visual) es el táctil. Hay muchas experiencias e investigaciones que se han hecho y resultan interesantes en cuanto a la observación de la reacción de mujeres a la exposición de pornografía. En el hombre se puede medir la reacción de excitación de manera objetiva, a través de la erección. En una mujer, lo análogo es la lubricación vaginal. En una investigación se expuso a mujeres a ver pornografía corriente que veían los hombres. Al preguntar cuántas se sintieron excitadas, el resultado fue “menos de la mitad”.
Luego hicieron lo mismo, pero exponiéndolas a un film pornográfico que tenía un toque de romanticismo y una línea argumental. Cuando se les consultó acerca de si se habían excitado, casi el 70 por ciento de las mujeres manifestó que sí. Lo interesante es que en realidad se excitaron en ambas circunstancias, el 100% de ellas, pero hay una presión cultural enorme (además de lo biológico que hace que el deseo porno de la mujer sea más mesurado) para no admitir en el cuerpo femenino las señales de excitación cuando se ve algo así.
- ¿Les genera culpabilidad por el placer?
La pornografía está pensada para los hombres y diagramada en función de la forma de responder de ellos. A las mujeres se les enseña que no tienen que responder a eso. Pero es importante que se entienda que si muchas responden a la pornografía, no tienen por qué sentirse culpables. Deben estar tranquilas porque lo que busca esa visualización es despertar el deseo o la excitación sexual en la persona (hombre o mujer). Ese el objetivo en la pornografía, y no tiene nada de malo que les suceda.
- ¿A qué responde el consumo de pornografía en los seres humanos?
- En algunos casos a la curiosidad natural que se tiene, y más en todo lo que concierne a sexo y la excitación de saber lo que hacen los demás. En algunos casos (pocos digo yo) dicen algunos autores que cumple una función didáctica, porque se “aprendería” y recibiría información acerca de cosas que quizá no se conocen. Aunque desde mi punto de vista esto es bastante difícil, porque si es algo didáctico no tiene que ver con lo que se muestra en los contenidos porno: un material editado y ponderando situaciones y personas ficcionadas, que terminan creando una fantasía de lo que tiene que ser el supuesto “encuentro sexual ideal” en todo sentido. Se trata de cine editado y preparado, no de la realidad.
- ¿Qué pasa cuando en la pareja la mujer descubre que el hombre ve páginas de este tipo, y se siente insegura por el motivo que lo impulsa?
- La curiosidad en el hombre es natural y más cuando se tiene una gran accesibilidad de los diversos medios. Como a la mujer no le llama la atención porque las páginas pornos no están pensadas para ella, ni ella está hecha para contenidos de este tenor, no entiende qué sucede con esto y se cuestiona a sí misma. En realidad se trata de una cuestión de oportunidad y curiosidad que además, una vez que han sido satisfechas en el tiempo, terminará por agotar al consumidor. Sí es verdad que hay situaciones en donde el hombre puede tener un problema de pareja, pero siempre previo y no debido a la pornografía. A veces puede volcarse a ella como una elección para evitar la infidelidad hacia su par.
- ¿Cuándo consumir porno implica una patología?
- Como en muchas conductas adictivas, la patología aparece cuando la vida de la persona se ve afectada por el consumo constante y en todo momento de pornografía. Entonces ese sujeto ve amenazada su vida personal, sus relaciones, vida social y hasta su trabajo. Por ejemplo: la persona, por consumir porno, se queda despierta hasta altas horas de la noche, se queda dormida y falta al trabajo; o deja de ir a un asado con amigos por consumir pornografía... Los ejemplos sobran y tienen que ver con el hecho de que esa adicción, como cualquiera, trastoca al sujeto en todo concepto y su entorno.
- ¿Se nace con este tipo de personalidad?
- Un dato interesante que plantean dos de los autores de la publicación respecto a la adicción sexual, es que hay un tema de adicciones que la persona lleva consigo, por eso hace años se habló de trastornos por personalidades adictivas, y se dejó de hablar de adicciones “a”.
Las conductas adictivas se hacen más importantes en aquel que ya tenía factores predisponentes (vinculados con lo vivido, las situaciones a las que haya estado expuesto en la infancia y juventud) pero también aspectos derivados de lo biológico. Hay una matriz en el cerebro y la persona, que hacen que se enganche más o mejor con una u otra cosa. Por eso la adicción a la pornografía en Internet se va a dar en aquellos que ya tienen la personalidad adictiva. Los medios y la nueva “era” sólo le facilitan las cosas.
Las palabras disparadoras
“Los amateur me parecen más naturales. Me gusta ver la cara de alguien que no actúa. Por otra parte, en las escenas de sexo en grupo siempre hay alguien que propone algo novedoso. He llegado a quedarme un sábado entero aquí encerrada, viendo esto todo el tiempo y masturbándome hasta 18 o 20 veces. Te tienes que cambiar cuatro o cinco veces las bragas. Entonces caigo en la cuenta de que estoy fuera de control y me doy una ducha...
Entre semana es distinto. Me centro cuando estoy trabajando. Por la noche, ya en casa, miro videos del portátil en mi habitación antes de dormir. Si encuentro lo que me deja a gusto, me quedo tranquila y me duermo... a morbo que se trate de algo secreto. Nadie más sabe que hago esto. Ni mi compañero de piso. Aunque creo que sospecha algo. Bueno, hace 15 días conté todo lo que me pasa en la terapia de grupo a la que voy cada semana”. Este es uno de los testimonios (de Montse, una médica de 33 años que trabaja en un hospital de Barcelona) que aporta un artículo publicado en el diario El País, de Madrid, para abordar el sexo en relación al porno, cuando está fuera de control.
“Ella había sufrido algún trastorno anterior y a partir de entonces empezó a padecer ataques de pánico. Y algún arrebato suicida. Se acostumbró a los orfidales y a los antidepresivos. Y a mezclarlos con alcohol. Le descubrieron epilepsia del lóbulo temporal. Con el tratamiento, su vida mejoró. Y se instaló en Barcelona. Al principio compartió piso con dos chicas y un chico. Empezó a salir por la noche cada vez con más frecuencia. El alcohol mezclado con la medicación para la epilepsia le hacía perder el control. Cambió de piso y de amistades. Conoció a un compañero de trabajo aficionado a la fiesta y volvió a las andadas nocturnas. Se convirtió en consumidora habitual de cristal y cocaína.
Y llevó una vida más que promiscua. Primero, los fines de semana. Poco a poco, también con más frecuencia al salir del trabajo. Una noche cumplió su fantasía: acostarse con dos militares a los que conoció en un after. Alternó incontables escarceos con novios más o menos formales y algún amigo especial que, según ella, aguantaba su ritmo en la cama”, detalla la nota del diario español para la descripción minuciosa de un caso de sexo patológico.
En ese mismo artículo y periódico, el psiquiatra José Antonio Navarro Sanchis es citado como coordinor del programa de disfunciones sexuales del hospital universitario Vall d’Hebron de Barcelona.
La chica del testimonio es una de las pacientes que forma parte del grupo de casi treinta que atiende el facultativo.
En su consulta privada, Navarro Sanchis, también recibe a adictos de diversa índole.
Según esta publicación, un 10%, con trastorno de hipersexualidad: enganchados al sexo, y al cibersexo.
“Muchos presentan también problemas de consumo de otros tóxicos asociados como cocaína y alcohol, y vienen derivados de dispositivos que atienden ese tipo de patologías. No es tan frecuente sin una combinación de consumo compulsivo de coca o de alcohol. Y la adicción al sexo online podría considerarse una derivación de la adicción al sexo físico, como le ocurre a Montse -comenta el médico entre las líneas de esta nota que nos ha invitado a la reflexión, y continúa-.
El porno deja de ser un entretenimiento cuando la mayor parte del tiempo se destina a visualizarlo. A nivel cerebral se activan sistemas de recompensa que producen la sensación de placer que buscan los pacientes. Cuando genera problemas a nivel social, laboral y familiar, estamos ante un caso de enganche que precisa la ayuda de profesionales”.
Aquí, en nuestras tierras mendocinas, alejadas de este fuerte testimonio de Montse, nuestro especialista también coincide con el médico español: el problema es el “enganche”.