¿Período de descanso?

En algún momento tiene que ponerse con calculadora en mano a comparar lo recaudable con lo gastable para saber si en Navidad le regalamos un bonobón a cada uno o si le alcanza la plata para ir tres días cinco noches a la flamante playa de Lujn (Lo escribo

¿Período de descanso?

Jorge Sosa - Especial para Los Andes

Si parece que hubiese sido ayer cuando cantábamos “Noche de paz, noche de amor” y sonaba durante una hora y media una pirotecnia que está totalmente prohibida, y los chocos ladraban y uno brindaba por una feliz navidad y próspero año nuevo, y después por el bienestar del que teníamos al lado y por último por los 60 granaderos. Pues vamos ya vamos a tener que empezar con el punteo de la  canción otra vez.

El período de descanso estipulado por calendario, (uno a mediados de noviembre tiene que sentirse cansado aunque no lo esté), no puede fallarle al cansancio  sanguíneo, carnal. Al tipo le pesa todo. Le pesa fundamentalmente su trabajo y lo que lo rodea: jefes, compañeros, papeles, biblioratos, biromes, clips, le pesa todo.

Le pesa su familia, por más que la ame, la adore y demás calificativos sentimentales, le pesa las pequeñas e inevitables discusiones con su mujer, y los problemas escolares de los culillos, y los monótonos pero habituales ladridos del choco, y los achaques de la abuela que siempre apuntan a algún consultorio ya copado por damnificados de la misma mutual.

Le pesan los trámites que invariablemente tiene que hacer porque se lo pide la institucionalidad de la República, y hasta lo cansa los amigos con los cuales se junta los viernes a la noche a jugar un truco que invariablemente gana el Negro Alvarez con 26 de mano en la falta de envido.

También le pesan los cálculos que, invariablemente, tiene que empezar a hacer para cubrir todos los gastos que deberá afrontar para las fiestas tradicionales. En algún momento tiene que ponerse con calculadora en mano a comparar lo recaudable con lo gastable para saber si en Navidad le regalamos un bonobón a cada uno o si le alcanza la plata para ir tres días cinco noches a la flamante playa de Lujn (Lo escribo así porque le arruinaron la “a”)

Le pesa el clima que se va poniendo más escandalosamente pesado, y los días se vuelven sumamente transpirables y el ventilador entra a hacer horas extras negativamente, porque si los ventiladores son abarcativos, tienen que negarse.

Y lo los medios de comunicación que a esta altura del año se ponen más molestos que dos orzuelos en el mismo ojo. Se han pasado el año entero dando malas noticias, porque son las que más venden, y al parecer a fin de año les llueven las noticias malas para el solaz esparcimiento de su morbo (y el nuestro).

El tipo necesita descansar imperiosamente, no le queda fuerza ni para decidir si le pone sal o no al bife, sin embargo lo espera diciembre que es el mes de las grandes decisiones. Porque implica tres trascendentales ¿Qué hacemos con las vacaciones? ¿En dónde pasamos Navidad? y ¿Qué hacemos para año nuevo?

Navidad es lo que más nos cansa porque, Navidad implica la familia grande, a esta altura del año las familias grandes, cansan.

Al final se toma unos días: en un quinto piso sin ascensor de una playa de Chile y a quince cuadras del mar, hecho que más que provocarle descanso lo cansa mucho más de lo que está. Porque tiene que acarrear cuatro veces por día la sombrilla, las reposeras, el bolso con el mate y los sanguches, y la campera por las dudas refresque en la playa ya que, invariablemente, va a refrescar.

Entonces el tipo vuelve más cansado del descanso que lo que fue. Debería haber un período de vacaciones para descansar de las vacaciones.

2016 ya es demasiado para nosotros. Se nos va otro año. No es que la vida sea corta es que la vivimos muy apurados.

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