En El Principito, Antoine de Saint-Exupèry lo eternizó de manera magistral: “He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible para los ojos”.
En la biblioteca popular inclusiva “Palabrazo” (Godoy Cruz) esta premisa se ha transformado en uno de los ejes centrales. Y es que se trata de la primera biblioteca popular en la provincia -e incluso en el país- que cuenta con material para personas con alguna discapacidad.
De esta manera, entre los más de 4.000 libros que sobresalen entre sus estanterías -y entre los que se destaca El Principito, claro está-, cuentan con varios ejemplares publicados en Braille, así como también audio cuentos (interpretados por elencos teatrales) y libros especiales desarrollados con tela, lana y distintas texturas.
Además, en el lugar se dictan talleres de los que participan alumnos de la Escuela de Arte Aplicado (7-001), de la Hellen Keller (2-006), sus familiares y la comunidad en general.
“Es una biblioteca de estantería abierta, donde los chicos pueden venir, sacar los libros y se prestan para que los lleven a su casa. Hay libros inclusivos, no solamente porque están en Braille o narrados, sino por las temáticas que se abordan. Estamos entendiendo a una biblioteca no sólo como el lugar de lectura, sino más bien como todo un centro cultural”, indicaron Marcela Orellana y Cecilia Horta, voluntarias de Palabrazo.
Ambas son docentes y tienen sus respectivos trabajos y familias (con el tiempo y las obligaciones que estos les significan). Sin embargo -y de la forma que sea-, siempre están y van a estar disponibles “para el abrazo inclusivo” en la biblioteca ubicada en la calle Florencio Sánchez 140.
“Nunca falta quien nos resalta que estamos laburando gratis. Pero nosotros nos sentimos muy bien pagos con estas experiencias, con lo que vivimos. Para nosotros esto es un aprendizaje muy grande, de todos los días”, destacó Marcela, quien además es la directora de la biblioteca.
Entre los alumnos de las dos escuelas mencionadas, son más de 300 los chicos con algún tipo de discapacidad (visual, auditiva o intelectual) que visitan la biblioteca y participan de las actividades y talleres que allí se dictan.
“Es el primer proyecto de biblioteca popular que pone el acento exclusivamente en el tema de la inclusión. Y a raíz de esta experiencia, la temática de las discapacidades se empieza a visualizar en otras comunidades”, destacó por su parte el presidente de las Asociación de bibliotecas populares de Mendoza, Ernesto Arroyabe.
Todo a pulmón
El pasado 8 de agosto, la biblioteca cumplió su primer año. Ese mismo día, pero del 2014, Marcela y Cecilia comenzaron a gestar la idea que terminaría por convertirse en una realidad.
“Lo primero que hicimos fue averiguar cómo teníamos que hacer para abrir una biblioteca popular. Y nos dimos cuenta de que ésta surge de la necesidad de la misma gente, con la estructura de una asociación civil y con las puertas abiertas para quien quiera venir”, contaron las dos voluntarias.
Palabrazo es la primera biblioteca popular que funciona en una escuela (la de Arte Aplicado, en este caso). Pero, al mismo tiempo, esta institución tampoco cuenta con su propio edificio. De hecho, la 7-001 trabaja en el edificio de la Hellen Keller, donde también estudian chicos con discapacidades.
La ideóloga de la primera biblioteca popular inclusiva fue Marcela. Ella es madre de Mariángeles, una joven sorda y con una discapacidad intelectual.
En 2013, Marcela publicó su libro “Cuaderno de Mariángeles” (“un libro de poemas de agradecimiento”, según ella misma lo describe) y, cuando quiso presentarlo en la escuela de Arte Aplicado -a la que asiste su hija-, se encontró con que no tenía un espacio para hacerlo. Ese fue el disparador.
“Por suerte han empezado a surgir un montón de proyectos inclusivos. Hay algunos alumnos de otras escuelas que quieren trabajar con los chicos de acá y van a venir a hacer pasantías. Otra buena noticia es la de Eleonora Velazco Martín, una estudiante de Diseño Gráfico de la UNCuyo que está haciendo su tesis en la producción de libros accesibles”, indicaron.
Tanto Marcela como Cecilia empujan constantemente por la biblioteca. Cada vez que pueden viajan a Buenos Aires y traen consigo libros de Lectura Fácil (identificados como LF), con la ayuda de la Biblioteca Argentina para Ciegos (BAC). Pero no están solas en la cruzada.
“Mucha gente nos ha apoyado. la Fundación Nicolás, la Municipalidad de Godoy Cruz y la Fundación PRIAR nos han ayudado con dinero y computadoras. Los traperos de Emaus también han aportado libros, la Biblioteca y mediateca Manuel Belgrano y la DGE también aportaron lo suyo. Hay un futbolista mendocino que está jugando en Grecia (Juan Manuel Munafó) que también aportó dinero para que esto pudiese avanzar”, agregaron. Entre los voluntarios también se destaca Gerónimo Córdoba Merciel, quien las acompaña desde el principio, y Emilia Feller.
Sobre los socios, las docentes aseguran: “Es increíble ver que, dándoles espacio y lugar se dan cuenta de todo lo que son capaces”.
Una mañana en la sala de lectura
Eduardo Espinoza (20) es ciego (“es la forma correcta de decirlo. ‘No vidente’ significa que no ve el futuro”, aclaró Marcela Orellana).
Futbolero, cantante y apasionado por los libros, durante la mañana de ayer se lució leyendo en Braille el ejemplar de “Los misterios de la valija verde” que está disponible en la biblioteca godoicruceña. “Me gustan todos los libros, de todo tipo. Me gustaría que haya uno de cocina también en Braille”, contó el joven entusiasmado.
Junto a Kevin Barranco (17), Paula Gómez (21), Martín Bravo (22) y Santiago Atencio (20) -todos alumnos de la Escuela de Arte Aplicado-, participaron de una jornada de lectura en las instalaciones de Palabrazo.
“Está bueno que vengamos, es fantástico. Y también está buenísimo que nos podamos hacer socios y compartamos. He quedado muy orgulloso, voy a leerlos cada dos por tres a los libros, y voy a venir a ayudar como pueda”, agregó con mucha felicidad Edu.
En el momento compartido, Marcela aprovechó para leerles a los chicos dos cuentos más, uno de ellos de de la editorial “Tela, papel y madera” y que consiste en un libro hecho de tela, lana y pinturas, justamente para aprovechar las texturas y pueda ser disfrutado por personas con discapacidad visual.
Para el cierre -y sin dejar de evidenciar su alegría-, Edu se lució con una versión a capella de “Entra a mi pago sin golpear”, ante el aplauso de sus compañeros.