La licenciada Mónica Coronado, autora del libro “Padres en Fuga. Escuelas Huérfanas”, repasa con ironía, las maneras en que los adultos convierten a un niño en un chico terrible e incapaz de convivir en un entorno reglado.
El niño 'Rey': Cuando nazca dejá de lado todo: pareja, salud, hobbies. Dedicate al niño en forma exclusiva y excluyente. Hacé de tu maternidad/paternidad una cruzada.
“Lo que quieras con tal de que dejes de chillar”: Los niños, todos, tienen berrinches. Si querés echarlo a perder no dejes que el berrinche llegue: apenas frunza el ceño tratá de concederle todo lo que desea.
No... pero: Si considerás que lo que el niño quiere es descabellado, intentá parecer una buena madre o un buen padre y decile un 'No' adornado de excusas, explicaciones e intentos de razonamiento. El niño hará un berrinche descomunal para que, finalmente, cedas.
No quiero traumatizarte: Los límites verbales, penitencias, retos o cualquier medida de sanción no le van a funcionar cuando quieras echarlo a perder, todo lo contrario. Insistí en que el niño debe desarollarse según su 'naturaleza', sin que le pongas restricciones de ningún tipo.
El niño florero: en una reunión social, tu niño debe ocupar un lugar preeminente. Las conversaciones deben interrumpirse para escuchar primero sus balbuceos.
Pero... ¡si es superdotado!: Ya te habrás dado cuenta de que tu niño es especial; manifiesta una inteligencia muy por sobre lo normal. Por eso, aunque la gente lo considere perfectamente común, vos sabrás que es extraordinario.
¡Qué va a saber tu maestra/o! Si querés continuar tu tarea de echar a perder al niño, cuando ingrese a la escuela no pierdas la oportunidad de descalificar a su docente frente a él.
Y todo a medio hacer...: Para echarlo a perder debés permitir que deje todo a medio camino. No le exijas guardar los juguetes luego de jugar, ni los útiles dentro de la mochila, ni promuevas la formación de ningún hábito.
El cliente, perdón... El niño, tiene siempre la razón: Ya te debés haber dado cuenta de que la gente no advierte lo especial, inteligente y destacado que es tu niño. Si lo querés echar a perder y la gente que lo rodea no colabora en tu tarea, podés pensar que todos se la agarran con él o lo rechazan porque es superior en belleza, inteligencia, talento y demás a los otros niños. Debés apañarlo, cubrirlo o justificarlo en cualquier acción.