La tesis de partida de la historia, escrita por Gustavo Sassi, parte de un inverosímil que podría derivar en dos opciones de puesta: una catástrofe, un desvarío inocuo, guarro y sin sentido; o, lo que es esta versión de "Nosotros fuimos": un espectáculo solvente que se juega a fondo por el extremo del recurso y sostiene firme la apuesta hasta el final.
Gana, por supuesto, y con ella sus espectadores que tendrán frente a sí un universo desopilante, divertidísimo; pero profundamente trágico a la vez.
El recurso al que aludimos es el patetismo, una poética que se asienta en lo bizarro para generar desde allí sus abundantes y complejas significaciones.
Decíamos que la dramaturgia de Sassi lleva implícita la necesidad de esta mirada. Es que la trama ronda alrededor de un grupo de superhéroes (no sabemos acabadamente si reales o fabulados por quienes los encarnan), sumidos en la miseria de una pieza mugrienta, que esperan con anhelo la jubilación.
Es inevitable asociar esta anécdota de superficie con el disvalor que representa para nuestras sociedades la vejez, lo que ya tuvo su uso y no se precisa más, lo que merece ser arrumbado en el cuartito de los desechos.
Así las cosas, estos viejos que tal vez en su juventud contaron glorias, se pudren en ese espacio que les ha tocado en suerte, atravesados por la angustia que acompaña al anonimato de lo indeseable; de haberse convertido en aquello que, los que vinieron después, no quieren ver. El olvido es el destino, la soledad una certeza. La jubilación, la puerta al paraíso luego de la muerte.
Sin embargo este aspecto profundamente dramático que navega en el metadiscurso de la obra, se monta sobre una puesta que hace del patetismo el recurso de narración y su artefacto.
La arriesgada elección de Comotti, no habría sido posible sin la solvencia de sus actores, es lo que vuelve valiosa, entretenida, poética y eficaz.
Los achaques de Batman, pasado de peso con su renguera y bastón (Mario Ruarte), que no por eso deja de ejercer su poder de manipulación brutal sobre su fiel compañero Robin (Hugo Vargas): inocente hasta el absurdo.
O el alcoholismo de un Superman que está más cerca del bar tanguero, para entonar "Volver" entre unas copas de vino, que de los vuelos implacables contra enemigos inexistentes.
También los aires de juerguista de casino de Aquaman, ya disfrutando de su retiro, son los construyen el humor (negro, decadente, roñoso) que hace disfrutable de principio a fin a esta obra.
Estupendos estos actores que hacen de sus limitaciones físicas un recurso valioso para la interpretación, de la bien dominada improvisación desprolija el motivo de risa para situaciones estrafalarias. En síntesis, sin el oficio de ellos el juego hubiese desbarrancado inexorablemente.
Pero claro, el director no sólo acepta estas potencialidades que le ofrecen sus actores sino que las realza con una puesta en perfecto equilibrio con el texto dramático y las acciones. Todo el dispositivo escénico contiene y cobija de tal modo a la dramaturgia de sus protagonistas que logra crear un universo absurdo, pero palpable y creíble en esa convención entre platea y espectáculo.
"Nosotros fuimos" es una obra imperdible. Porque pocas veces el humor surge con tanta naturalidad de ese imaginario bizarro que nos recuerda a los cuadros de Marcos López, a los sketches de Capussoto o a la noche agitada de Leonardo Oyola y su suburbana "Kriptonita".
Ficha
"Nosotros fuimos", de Gustavo Sassi
Con: Mario Ruarte, Jorge Fornés, Santiago Franchetta, Tefi Montenegro, Diana Moyano.
Asistencia escenográfica, técnica y diseño: Cristian Bustos.
Dirección y puesta en escena: Juan Comotti
Día y hora: Hoy a las 22.
Sala: Enkosala, Alte. Brown 755, Godoy Cruz.
Calificación: Muy buena