Se sabe que el clásico entre Godoy Cruz y San Martín tiene antecedentes de violencia y ayer se cumplió un capítulo más de esta novela de violencia que parece no tener fin.
La llegada de la delegación sanjuanina no fue la ideal. Cuando el colectivo que trasladó al plantel visitante llegó al Malvinas Argentinas se pudieron observar orificios en el costado derecho de la nave y algunos vidrios rotos.
Tras el partido, Más Deportes dialogó con el comisario general Miguel Mestre, encargado del operativo de seguridad, quien confirmó que Policía Científica Criminalística de Mendoza realizó el peritaje pertinente para saber con que llevaron a cabo esas agresiones y pudo comprobar que fueron productos de dos disparos provenientes de un arma calibre 9 milímetros.
Resta determinar en qué lugar se realizaron los disparos y, lo que es más difícil aún, encontrar a los autores de lamentable hecho.
Desde el plantel visitante aseguraron que no hay jugadores heridos o lesionados por estas agresiones, pero no descartan realizar la denuncia correspondiente.
En tanto, cuando los equipos ya estaban listos para empezar el juego, cayeron al campo de juego piedras de gran tamaño y el árbitro Germán Delfino se vio obligado a retrasar el comienzo del encuentro.
Los lamentables episodios de violencia continuaron: cuando Ramiro López convirtió el gol del empate para San Martín de San Juan, en el momento del festejo, otras dos piedras de gran tamaño cayeron cerca de la humanidad de López, Bueno y compañía. Delfino se las entregó al cuarto árbitro y el partido continuó.
Pero no todo terminó allí. La frutilla del final llegó a los 40 minutos del segundo tiempo, cuando la pirotecnia que apareció en la popular sur y platea descubierta del Malvinas y obligó a Delfino a detenerlo durante cinco minutos.
La violencia volvió a ser protagonista de un duelo entre sanjuaninos y mendocinos que, por más que no haya presencia de hinchas visitantes, parece una situación de nunca acabar. Definitivamente, a los fascinerosos de siempre, ¡no les entran balas!