“Mr. Selfridge”: la vida es un escaparate

La biografía del famoso empresario que a principio del siglo XX innovó el mercado de las tiendas de Londres, regresa en su cuarta y última temporada.

“Mr. Selfridge”: la vida es un escaparate

Luego de su estreno en enero en Estados Unidos, Sundance Channel anunció el desembarco de la cuarta y última temporada en América Latina de la aclamada serie del visionario empresario que, en la primera mitad del siglo XX, creó una nueva cultura de consumo con su tienda de departamentos en Londres.

En el año de la despedida de “Mr Selfridge” (basada en el libro biográfico “Shopping, Seduction and Mr. Selfridge” de la autora Lindy Woodhead), el ingenioso empresario deberá enfrentar, aún con más vehemencia, a acreedores, estafadores, jefes de la mafia, familiares furiosos y amantes desdeñadas.

Ha pasado casi una década de los acontecimientos vistos en la temporada anterior. Es 1928 y a Selfridge & Co. le falta poco para cumplir su vigésimo aniversario, al tiempo que Harry Gordon Selfridge (Jeremy Piven) deja que sus empleados dirijan la actividad diaria de la tienda, mientras él se concentra en disfrutar de los juegos de azar y los bares.

Pero regresa a Londres la desaparecida amiga de Harry,  Mae Rennard (Katherine Kelly), que está lista para comprarle acciones de la tienda a cambio de pedirle trabajo ofreciéndole una creación prêt-à-porter.

Por otro lado, el pelirrojo Sr. Grove (Tom Goodman-Hill) se altera cuando su hija mayor, Meryl (Lottie Tolhurst), le solicita un incómodo empleo en la tienda.

En el caso de la empleada más entusiasta y progresista, Kitty (Amy Bet Hays) recibe una dura prueba de sus propios ideales cuando se entera que su hermana Connie (Sacha Parkinson) está embarazada.

Mientras un poderoso magnate de la prensa Wynnstay (Robert Pugh) hace su aparición, y por el hecho de que no está interesado en el movimiento sufragista que apoya Harry, lo amenaza con publicar chismes sobre el matrimonio de la hija de Rosalie Selfridge, la nieta de Harry (Kara Tointon).

En los siguientes episodios, el magnate sufre un accidente en un acto público, aunque esta experiencia lo devuelve con un entusiasmo inusitado, mientras Mae crea una colección de moda que supuestamente llevará a la tienda a un auténtico cambio de estilo, pero lo vicios de Harry rompen este equilibrio creativo; mientras se les coloca entre ellos un ambicioso empresario llamado Jimmy Dillon (Sacha Dhawan), que se transformará en uno de los nuevos personajes más dinámicos de la temporada.

Aunque siempre sobresalten las pintorescas vidrieras de su tienda, detrás de ellas se va despertando una crisis personal y económica que Harry tiene la impresión que desaparecerá espontáneamente en las mesas de juego.

También vuelven personajes emblemáticos de la serie como Miss Mardle (Amanda Abbington), que busca revivir el amor que siente por el señor Grove; Ron Cook en el papel del obstinado Mr. Crabb, el gerente de finanzas y Trystan Gravelle como Victor Colleano, ahora convertido en el dueño del club más popular de Londres.

Se verán 10 episodios a partir de esta noche a las 22, en el Sundance Channel.

Ficción y realidad
Selfridge fue un empresario innovador, visionario y que amasó un éxito tremendo con sus tiendas departamentales mientras sus ideas de marketing, el trato de los empleados con sus clientes y sus vidrieras temáticas, influirían en la forma en como existen hoy en día, casi un siglo después de que él se mudara con su familia al Reino Unido.

Si bien la ficción sobre su vida se toma atribuciones dramáticas (por ejemplo, casi todos los empleados fueron inventados para la trama), sobresaltan eso sí las verdaderas visitas a la tienda de Sir Arthur Conan Doyle, el Rey Eduardo VII, Anna Pávlovna y Ernest Shackleton, entre otros.

Al traer la historia de Harry a la pantalla chica, fue necesario comprimirle las décadas de actividad como director de la tienda, que en realidad sucedió en 1940 y no en 1929.

Pero los principales elementos de su familia han sido todos reales: su esposa Rose, su madre Lois, su hijo Gordon Jr.; sus hijas y hasta su mayordomo.

La serie de todas maneras dejó de lado, quizá por cuestiones presupuestarias, su espectacular mansión Lansdowne; el yate con veinte tripulantes que tenía disponible las 24 horas del día, y las escapadas a los casinos de París que se tomaban el empresario, y daban cuenta del lujoso lujoso estilo de vida.

Sus extravagancias y abusos, contribuyeron a su caída  cuando en 1939, a la edad de 83 años, fue forzado a jubilarse por el principal accionista de la tienda.

Él alardeaba de una frase que siempre le repetía a sus empleados y que también ha sido el núcleo hedonista de la serie: “Hay que hacer de la experiencia de comprar algo tan excitante como el sexo”.

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