Un tal Pérez (ficticio) tiene un auto y lo quiere vender por internet. Coloca un aviso y deja su celular. Un abogado que se hace llamar Ignacio Castillo lo llama y le dice que desea comprar su auto.
Se reúnen en un bar del Centro, un bar de los "lindos". El abogado Castillo luce bien: con ropa cara de corte italiano, un perfume que subyuga y un reloj marca Rolex. Comprador y vendedor se entrevistan y el comprador no huele nada raro más que el perfume intenso del letrado.
Acuerdan la transacción que se hará por medio de una transferencia bancaria. El abogado depositará el dinero y para eso le pide al vendedor su número de cuenta bancaria más un correo electrónico.
Al otro día, a eso de las 13 (cuando los bancos cierran), Pérez recibe un mail supuestamente proveniente de su banco que le indica que en su cuenta se depositaron 80 mil pesos.
El abogado le llama y le dice que esa tarde quiere hacerse del auto. Firman los boletos de compra-venta y los 08 en una escribanía, y el abogado se va en el auto que acaba de comprar.
Ese auto será vendido a las horas a un tercero que comprará de buena fe a un precio menor que los 80 mil y que en definitiva será el legítimo propietario.
Al otro día, cuando Pérez se comunica con su banco se entera de que no le han depositado nada y cuando va a revisar el mail que teóricamente le había llegado desde la entidad, el correo ha desaparecido.
Como también desaparecerá el abogado Castillo; quien en verdad es "Meteoro", o Víctor Suárez, o Marcelo Torres; es decir un gran estafador de 41 años que -todo parece indicarlo- se llama finalmente Víctor Suárez y es oriundo de Santa Fe.
En total, más de diez denuncias de estafas con este modus operandi se registraron en el Gran Mendoza desde fines del año pasado hasta mayo de éste. En todas aparecía el abogado Castillo, pero es un abogado que no existe. Es Víctor Suárez, alias "Meteoro".
Al estafador se le acabó parte de su suerte cuando el 10 de mayo pasado, mientras hablaba con una de sus futuras víctimas en un bar de Ciudad, fue visto por una de sus antiguas víctimas.
En aquella mañana, el hombre estafado -de gran porte- se metió al bar e increpó y hasta golpeó a "Meteoro", quien hizo lo que más sabe hacer: huir.
"Corrió desde el bar de San Lorenzo y San Martín hasta la calle Colón donde intentó robarle la camioneta a una mujer pero fue atrapado en medio de un escándalo", indicó una fuente judicial.
Detenido, "Meteoro" fue a parar a lo del fiscal de Capital, Gustavo Pirrello. El funcionario, después de chequear que estaba frente a un tipo que cubriría las paredes de su despacho con sus antecedentes, optó por enviarlo a prisión y acusarlo de "estafa genérica".
"No tenía registrado domicilio en la provincia, ya que vivía de hotel en hotel, así que no quedaba más que enviarlo a la cárcel", contó Pirrello a este diario.
Muchas víctimas de Meteoro contaron en sus denuncias que cuando estaban en el bar, en medio de la transacción, el celular del estafador sonaba y lo atendía después de pedir disculpas al interlocutor.
Y el vendedor escuchaba esto: 'No, por favor, le dije que era un hombre de palabra y no tiene nada que agradecer; dije que el depósito estaría hoy y hoy está; hasta luego', y cortaba con una sonrisa.
Y le contaba al vendedor: 'Era un hombre que me agradecía que el depósito bancario había llegado sin problemas; bueno pero volvamos a lo nuestro...'. La víctima escuchaba esta conversación que seguramente era falsa y caía aún más en las redes de “Meteoro”.
En la soledad de su despacho, el fiscal Pirrello acumulaba antecedentes de "Meteoro": que tenía 9 identidades distintas, que había estado preso en varias cárceles del país, que sus causas llegaban a 100.
Pidió hablar con él y "Meteoro" desplegó su encanto ante el fiscal pero sin éxito, incluso ofreció devolver el dinero a sus estafados: "tengo 700 mil pesos", le dijo.
Pero Pirrello lo conocía demasiado. Si hasta se tomó el trabajo de saber por qué los mails truchos que “Meteoro” enviaba a sus víctimas desaparecían misteriosamente.
“La gente de Delitos Informáticos me explicó que el hombre hackeaba las computadoras de sus víctimas y que en horas lograba hacer desaparecer de la bandeja de entrada del destinatario los correos que él mismo había enviado. Con eso evitaba dejar pruebas de su estafa", contó el fiscal.
El lunes pasado, a las cinco de la tarde, durante la visita a presos de Boulogne Sur Mer, los guardiacárceles no olían el perfume de "Meteoro" en su pabellón (en la cárcel también se hizo famoso por su fanatismo por las lociones).
Cuando fueron a ver, el falso abogado no estaba; en su lugar había un hombre de la visita, un familiar de un preso que compartía pabellón con “Meteoro”.
"A este hombre lo dejaron ir sin más. Ni siquiera consultaron a la Fiscalía", se quejaba una autoridad judicial.
Lo cierto es que esa tarde, "Meteoro" pasó cuatro controles de la cárcel de Boulogne Sur Mer para llegar, caminando, hasta la calle del mismo nombre y respirar el perfume que más le gusta: el de la libertad.
Por el caso de la fuga de Meteoro hay 4 penitenciarios investigados. La diferencia de tiempo entre la fuga y cuando la advirtieron es de más de cuatro horas. Para “Meteoro”, un lapso más que suficiente para desaparecer.
La fuga -extrañísima por cierto- cayó justo en el turno de quien ya es su obsesivo perseguidor: el fiscal Pirrello.
Guardias en la mira
En la fiscalía de Pirrello y desde la Inspección de Seguridad están seguros de que “Meteoro” pagó por su fuga; “pasa que es imposible comprobarlo”, como dijo una fuente judicial.
El ahora buscado burló la guardia penitenciar en cuatro oportunidades antes de ganar la calle. En su lugar, los efectivos dieron con un hombre que había ido en calidad de visita y que dejaron ir a su casa sin más.
Entretanto, la jefa penitenciaria que tenía bajo su cargo la guardia del penal de Boulogne Sur Mer cuando, el lunes por la siesta, se produjo la escandalosa fuga, fue pasada a disponibilidad la semana que pasó.
Además, se espera que la Inspección General de Seguridad se expida sobre el accionar de varios guardiacárceles.
Esto significa que la oficial cobrará a partir del mes próximo la mitad de su sueldo y que deberá esperar 30 días para que le asignen un nuevo destino, explicaron a este diario desde la penitenciaría.