Una colorida ceremonia inaugural no alcanzó para hacer pasar inadvertida la ausencia de dirigentes de la Confederación Sudamericana de Fútbol, incluido su presidente Juan Angel Napout, acusados en Estados Unidos de estar involucrados directa o indirectamente en actos de corrupción.
La presidenta chilena Michelle Bachelet, con índices muy bajos de popularidad por denuncias de corrupción, estuvo en el Estadio Nacional pero no fue presentada.
Antes de que comenzara la ceremonia inaugural, que consistió de un espectáculo de unos 25 minutos llenos de luces, pirotecnia y danza que rindió homenaje a la cultura chilena, se habían escuchado algunas silbatinas aisladas cuando el locutor de la ceremonia mencionó a la Conmebol.
La Copa América se convirtió en un torneo radiactivo para políticos y dirigentes del fútbol. Los máximos dirigentes del fútbol sudamericano tenían reservas en un lujoso hotel en Santiago, convertido en una fortaleza resguardada por decenas de policías y guardaespaldas, y donde son esperados entre interrogantes por acusaciones de corrupción, pero no está claro cuántos vinieron a la capital chilena.
“Aparecer al lado de la FIFA ahora es casi como aparecer al lado de un pedófilo. Nadie quiere aparecer al lado de un corrupto”,' dijo Patricio Navia, analista político de la New York University, aludiendo al hecho de que varios dirigentes bajo sospecha son miembros de la FIFA. “Y especialmente ningún gobierno golpeado por casos de corrupción quiere más noticias sobre corrupción”.
Normalmente el presidente de la Conmebol asiste al partido inaugural y con frecuencia también lo hace el o la presidenta del país organizador. La Conmebol es una de las confederaciones más afectadas por las acusaciones de corrupción que presentó el Departamento de Justicia estadounidense.
Dos ex presidentes del organismo rector sudamericano, el paraguayo Nicolás Leoz y el uruguayo Eugenio Figueredo, fueron acusados y arrestados por aceptar recibir sobornos por 110 millones de dólares a cambio de los derechos de transmisión de la Copa.
El partido comenzó sin que nadie diese el puntapié inicial ni se hiciese presentación de dignatarios. Antes del partido, el presidente de la federación boliviana y tesorero de la Conmebol, Carlos Chávez había pronosticado que Naput vendría “porque no tienen nada que ocultar, no está oculto”.'
El show, denominado El corazón del fútbol, comenzó en medio de una noche fría con un estadio Nacional en penumbras y una recreación en video de la capital chilena, donde un ciudadano en medio de la calle se encontró un balón para comenzar a dominarlo.
Un puntapié de este hombre a la pelota desató un mágico viaje a los 12 países presentes en el torneo de selecciones más antiguo del mundo.
Luego de ese recorrido virtual por Sudamérica, además de México y Jamaica, asociaciones de la Concacaf invitadas por la Conmebol, el Hoko, un ritual guerrero pascuense, se apoderó del escenario, un momento mágico de la apertura que despertó el delirio de los espectadores.
Con tambores y caracolas una danza ancestral tradicional de los guerreros de la Isla de Pascua, en el Pacífico chileno, representó una lucha por la pelota, una especie de simbolismo a la que se verán enfrentadas las selecciones por el trono de América.
Varias mujeres mitad pájaros y mitad luchadoras entraron en escena volando en globos acompañadas por la música del español Salvador Niebla, especialista en aperturas de grandes eventos deportivos.
En el campo, 24 bailarines de la compañía de teatro española La Fura del Baus danzaron bajo el embrujo de sofisticadas luces multicolores, mientras se formaba un enorme cilindro con unas gigantescas llamaradas para formar el trofeo de la Copa América.