Es una cuestión de números. De acuerdo con la información surgida del libro The Female Brain (El cerebro femenino) de Louann Brizendine, las mujeres pronuncian un promedio de 20 mil palabras por día, en tanto que los hombres solamente 7 mil.
Esta abrumadora diferencia que se traduce, a veces y según la circunstancia y el lugar en una catarata de palabras, tiene sus orígenes en el cerebro adolescente de la mujer. Ese es el momento en que el temible cerebro femenino crece rápidamente y se reorganizan los circuitos neuronales sobre el modo de pensar y sobre todo de actuar, desarrollando el proyecto genético de una mujer.
El estrógeno de alto voltaje que corre por sus vías cerebrales alimenta su obsesión. De ahí sacan las horas infinitas frente al espejo cuando nosotros, ya vestidos y perfumados, aguardamos por ellas con el automóvil en marcha. Sabemos que hacer sonar la bocina no sirve de nada.
Por suerte para nosotros, es el momento en que esas mismas hormonas crean en sus cerebritos la cuestión de que lo más importante en la vida es ser atractivas a los chicos. El renovado del cableado cerebral se va intensificando y se va desarrollando la lucha por su independencia.
Allí nace la pormenorización por la comunicación como herramienta para formar lazos sociales. Está surgiendo el arma letal con la que defenderán cualquier argumento. ¿Cómo resguardarse de un poder de fuego verbal que nos supera 3 a 1? Son temibles en silencio y espeluznantes en plena contienda oral.
La joven mujer se va llenando del nuevo combustible de la progesterona y la gasolina del estrógeno, lo cual agudiza el pensamiento crítico y la respuesta emocional. ¡Preparen los cañones!
En la convivencia con nosotros, el espíritu crítico llegará al máximo sin escapársele algún detalle que ponga en evidencia un posible desliz de nuestra parte. Respecto a la respuesta apasionada, no es necesario aclarar nada.
El día sigue y ellas continúan derrochando palabras. Como cualquier sitio es apropiado, se van con una amiga a charlar al baño. Porque es un alivio biológico, el lenguaje es el adhesivo que conecta a las damas entre sí. Nosotros no podemos ni imaginar una situación similar: “Arturo, ¿quiéres que vayamos juntos al baño?”. Sería vergonzoso.
A todo esto, no enteramos que las mujeres tienen niveles más altos que los hombres de una proteína cerebral: FOXP2. Y casualmente, ¡está emparentada con la comunicación verbal! Es el parloteo humano y también existe la producción vocal de los pájaros: ¿Has escuchado la expresión ‘cotorreo’?
El estudio fue publicado por el Journal of Neurocience y ha causado no poco revuelo. Lo concreto es que para darnos la razón, el descubrimiento de la llamada ‘proteína del lenguaje’ es esencial para la comunicación fluida y abundante. Las dos palabras resumen lo que todos aprendemos con la primera convivencia. La comunicación de una mujer es “fluida y abundante”.
Por supuesto que ellas no tienen la culpa y no les cabe ninguna responsabilidad, ya que la naturaleza demuestra una vez más que no es perfecta: fíjate que los dinosaurios se extinguieron a partir de un aluvión de meteoritos, que cuando llueve nunca has traído paraguas y que las mujeres hablan, a veces, más de la cuenta.
Recordemos si no al arquitecto y diseñador industrial Mies van der Rohe y pensemos en qué estaría pensando al acuñar el divulgado lema: “Menos es más”.
Por Sebastián Fournier para Yahoo.com
