Póngamonos en clima. 1928, Berlín, los aires del cabaret sobrevolando las atmósferas artísticas, la música y el teatro buscando nuevos rumbos que hablen de lo que sucede en Europa: el hambre, el fantasma de la guerra, la enunciación de Hitler y los nacionalismos, la represión puritana y los jóvenes en tránsito de quebrarla.
Ese escenario es el que le dio pie a una obra alemana extraordinaria, conjurada por dos maestros rectores, Bertolt Brecht y Kurt Weill, bajo el nombre de “La ópera de los tres centavos”.
Esa misma inspiración es la que el prestigiosísimo director estadounidense Kameron Steele (ver “Los pasos del maestro”) ha elegido para nutrir al Seminario Final de la carreras artísticas y de diseño de la UNCuyo en esta edición 2016.
Efectivamente, e inspirándose en la creación conjunta de Brecht y Weill, los artistas mendocinos comandados por Steele, han adaptado a nuestra trama social los asuntos de la pieza que son universales, en tanto humanos.
No se trata de un muestra de talentos, ni de una aproximación a lo que los actores, escenógrafos, iluminadores, cantantes, músicos o diseñadores pueden hacer sobre un escenario..., y sí; también.
Pero lo que en realidad verá usted en esta obra -que sube desde hoy y hasta el domingo al Aula Teatro- es una pieza exquisita; repleta de ironía y sátira; pasajes de belleza visual y sonora cautivantes; ritmos cronométricos; atmósferas que transitan de la oscuridad a la frescura; giros chispeantes y una gran solidez escénica.
Y no es poca cosa lograr esta conjunción de virtudes, en una obra que acusa más de un siglo de existencia, para entregarse ante nuestros ojos como un opus contemporáneo.
Aquí, en esta versión dirigida por Steele y protagonizada por nuestros artistas mendocinos, el título es “La ópera de los tres mangos”.
No es un capricho este cambio de registro en el nombre, sino que responde a un minucioso trabajo del dramaturgista Nicolás Catanese a nuestros modos y usos lingüísticos. En tanto que la traducción y reescritura de la pieza original fue tarea de Ivana Catanese y Mau Funes y la adaptación del propio Steele.
El espacio escénico en el que transcurre la acción es también fruto de una concepción contemporánea, de un lenguaje teatral cuidadosamente pensado desde el minimalismo. Y la música, la gloriosa música de Weill escrita para esta obra, está interpretada en vivo.
Casi dos siglos igual
“La ópera de los tres centavos” fue concebida en 1928 como una creación conjunta entre el músico Kurt Weill y libreto en alemán de Brecht. “Fue adaptada de la ópera de baladas del siglo XVIII inglés ‘La Ópera del Mendigo’ de John Gay y es una crítica marxista del mundo capitalista. Se estrenó en 1928 en Berlín en el Theater am Schiffbauerdamm”, dice el programa de sala.
La pertinencia se impone, cómo no: es también entonces, en este 2016, una fuerte crítica a la corrupción de la que se nutre nuestro sistema social, político y económico. Claro que el argumento no tiene nada de parsimonioso ni aleccionador sino que es un recorrido divertido, exquisito y repleto de picardía.
Uno de los protagonistas principales es Mackie Facón, un desaprensivo ladrón, asesino y regenteador de prostitutas que se casa con Polly Goyenechea. La chica no es de mejor estirpe: hija de Goyenechea que controla, en una especie de asociación ilícita, a los mendigos de la ciudad.
El asunto del matrimonio indigna al padre de Polly que decide urdir un plan para que cuelguen a su yerno. Pero todos sus intentos se verán frustrados por el jefe de Policía, El Tigre Gauna, viejo camarada de armas de Mackie. Contar más de la historia es develar las deliciosas instancias que ofrecen cada una de las escenas de esta obra en la que la voz también se vuelve canciones.
Así las cosas, “La ópera de los tres mangos” es una parodia brutal sobre aquellos asuntos que, pese al paso del tiempo, exploran con desenfado los acuciantes temas de un mundo urbano que ejerce efectos dolorosos para los hombres que en él habitan. Hoy, esta obra gestada en la Alemania de principios del XX, es más argentina que nunca.
Los pasos del maestro
En Mendoza lo conocemos largamente. Vino para dirigir una puesta del Seminario Final de principios del 2000: “Las Bacantes”, que dejó huella en nuestra historia teatral y también en su vida personal. Es que Kameron Steele se llevó de aquí no sólo esa experiencia escénica sino una familia que armó con la actriz Ivana Catanese.
Pero su trayectoria como actor, maestro y director extiende el tránsito al mundo entero: se unió en 1991 a la compañía de Tadashi Suzuki SCOT en Toga, Japón. Así se convirtió en discípulo y propulsor de la disciplina en el mundo. Steele también trabajó en el Watermill Center de Robert Wilson en obras como “Woyzeck” o “Prometeo”.
Como director artístico de su compañía The South Wing AlaSur dirigió, en Nueva York, “Hanjo” (en la que actuó su esposa, la actriz mendocina Ivana Catanese), “Saudade”; entre muchísimas más. También sus puestas han girado por Japón, México, Bélgica, España, Holanda y otros países.
Hoy Steele reside en Mendoza pero enseña la técnica Susuki en universidades y grupos en Europa, EEUU, Japón y América del Sur. Su traducción de “Cultura es el Cuerpo de Suzuki” fue publicado en EEUU por TCG.
La ficha
"La ópera de los tres mangos"
Adaptación y dirección: Kameron Steele.
Coreografía: Soledad Soria.
Asistencia de Dirección: Gabriela Psenda.
Dramaturgia: Nicolás Catanese.
Traducción y reescritura: Mau Funes e Ivana Catanese.
Días y hora: desde hoy y hasta el domingo 8, a las 20.
Sala: Aula Teatro, ubicada en el edificio de Talleres de la Facultad.
Entradas: se reservan en el correo espectaculo@fad.uncu.edu.ar.