¿Herencia de un país normal?, no, Señora

El kirchnerismo desde sus inicios usó reiteradamente la expresión de que “queremos ser un país normal”. Y ahora la Presidenta dice que nos deja en herencia un país así. Todos los datos indican que cada día estamos más lejos de ello.

¿Herencia de un país normal?, no, Señora

Repasemos algunos aspectos fundamentales de la normalidad de un país y de una sociedad, para comprobar la falacia de la afirmación presidencial. En el orden institucional que Cristina Fernández en campaña electoral había prometido mejorar, ha ocurrido exactamente lo contrario.

El orden establecido por la Constitución nacional está severamente dañado. La división e independencia de los poderes, la limitación del poder, el Estado de derecho, los derechos y garantías, especialmente las civiles, han sido casi una ficción estos años.

La Presidenta y su marido han ejercido el gobierno en forma personalista y autoritaria, el Congreso de la Nación con mayorías del FpV ha actuado como escribanía de refrendo de los proyectos del Ejecutivo: el uso y abuso de los Decretos de Necesidad y Urgencia y las facultades delegadas por el Congreso en la Ley de Emergencia Económica.

Ni hablar de los diarios embates para dominar la Justicia, inficionada de letrados sectarios  e ineptos pero dañinos. Algunos jueces y fiscales y, especialmente la Corte Suprema de Justicia, han defendido la dignidad del Poder Judicial, gracias a ellos no hemos caído lisa y llanamente en una dictadura.

La señora Presidenta ha maltratado a quienes pensaban diferente a ella, abusando de la “cadena nacional” y aprovechando una formidable estructura de medios adictos, pagados con fondos públicos. Ni hablar del crecimiento exponencial del delito, de la violencia y del perverso negocio de la droga.

En materia de política exterior ha aislado al país del mundo donde deberíamos estar, ha firmado acuerdos secretos con Irán, cedido territorio nacional a China, de quien además dependemos financieramente. Nuestros amigos son esos países, Venezuela, Cuba y Rusia.

Durante todo el período kirchnerista, la política ha dominado a la economía, con la convicción de que la economía es maleable y se puede hacer cualquier cosa que la política pretenda.

El resultado es una economía totalmente desquiciada: Descontrol del gasto público y la presión fiscal (los valores más altos de la historia en relación al PBI), financiamiento  con emisión monetaria y ahora con un acelerado incremento de la deuda pública en pesos y dólares. El gasto público nacional desde 2004 creció un 70% por encima de la economía.

Un Banco Central vacío, que contabiliza como activos deudas y papeles sin valor alguno de mercado, emitidos por un insolvente, el Tesoro nacional. Endeudamiento público en pesos y dólares que supera largamente el existente al momento del default en 2002. Una parte importante de la deuda es intra Estado (se debe a la Anses, al Banco Central, a diversos organismos públicos, al Banco Nación). Esa deuda intra Estado está virtualmente en default. En enero vencen los 10.000 millones de dólares que el Central puso para pagar al FMI, el presupuesto prevé que no se pagará, sino que se renovará el pagaré.

Seguimos sumando, grave deterioro del comercio exterior, con caída de las exportaciones del orden del 20% para este año. No hay dólares, hay cepo. Cada día más cerrado, ahora se ha reducido a la mitad la entrega de dólares para importar.

La inflación se mantiene en torno al 25%, con tendencia a acelerarse, dado que la emisión monetaria ronda el 35%. El nivel de actividad económica está estancado desde hace cuatro años. Ocurre lo mismo con la creación de empleo privado. Sólo crece, aceleradamente el empleo público.

Las regulaciones traban la mayoría de las actividades, sometidas a las decisiones de los funcionarios. Esas regulaciones, controles y subsidios han creado una descomunal distorsión del sistema de precios relativos en la economía. Un país sin estadísticas, sin datos ciertos de casi nada.

En síntesis, el inventario de la herencia no se agota, ni mucho menos, en estos lapidarios datos. Pero es   necesario tomar conciencia de lo que se hereda.

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