¿Hay razones para un Comité de Frontera?

El paso a Chile parece ser un problema de nunca acabar. A las habituales dificultades en la tramitación para el paso de un país a otro, se sumaron este año las decisiones de las dos vialidades en disposiciones que no coincidían unas con las otras.

¿Hay razones para un Comité de Frontera?

El tema tiene sus años pero la solución no llega. Los problemas generados con el paso a Chile se mantienen a pesar de que se han realizado cambios, pero la realidad marca que la burocracia de los organismos es superior a las buenas intenciones de los funcionarios. Décadas atrás, cuando Aduana y Migraciones de la Argentina funcionaban en las vetustas instalaciones de Punta de Vacas, se estimaba que con la puesta en funcionamiento del complejo fronterizo de Horcones, la situación planteada con el colapso del sistema quedaría solucionada.

No fue así. La cantidad de vehículos y de tránsito de personas se multiplicó geométricamente y lo que fueron nuevas instalaciones quedaron superadas en poco tiempo. El problema también se planteaba en el sector chileno de Los Libertadores, donde las instalaciones siguen siendo las mismas que hace 30 años, con la sola diferencia de que se agregan improvisadas cabinas en momentos específicos.

Los inconvenientes que se planteaban no eran sólo edilicios sino también de funcionamiento de los diferentes organismos. Fue así que los principales interesados-afectados, la V Región -Valparaíso- (lugar elegido por los argentinos para pasar las vacaciones en la costa del Pacífico) y Mendoza, por ser provincia limítrofe, eje del Corredor Bioceánico y con decenas de miles de ciudadanos que viajan a Chile, decidieron impulsar un denominado Comité de Frontera, integrado por representantes oficiales de los dos países y especialmente por miembros de Aduana, Migraciones, las respectivas Vialidades y del Servicio Agrícola, entre otros.

Fueron muchas las reuniones -hasta el momento más de 30- y varios los avances, como por ejemplo la realización de un solo trámite para el ingreso y egreso del país, pero las soluciones "de fondo" no llegan, especialmente por aspectos burocráticos que pareciera imposible de solucionar. El propio ex presidente chileno, Sebastián Piñera, llegó a decir en un momento dado que las órdenes que se bajan desde el Ejecutivo terminan diluyéndose en los laberintos de la burocracia de los organismos que se desempeñan en la frontera. Fue así que, por más que se implementara el trámite único, o el sistema codo a codo o todos los que se intentaron aplicar, las demoras en las tramitaciones siguen siendo exasperantes.

Este año se dio una circunstancia especial, porque los inconvenientes no surgieron por el tránsito de vehículos ni de personas sino por circunstancias climáticas. Es cierto que fue un año atípico, que hubo nevadas fuertes que superaron la media anual y que el invierno pareció "correrse" para ocupar gran parte de la primavera. Pero lo que no se puede entender es la descoordinación que hubo entre los organismos encargados de acciones similares de uno y del otro lado de la cordillera.

Es incomprensible que mientras de un lado, el argentino, se señalara que había posibilidades de transitar por la zona, del otro se indicara que el túnel sería cerrado porque "el pronóstico" señalaba que podían esperarse posibles nevadas, de manera tal que la medida se adoptaba no por lo que estaba ocurriendo sino "por las dudas" de lo que fuera a pasar. Mucho más insólito es que los dos países se guiaran por distintos organismos pronosticadores, de manera tal que para uno se decía que no habría problemas y, para el otro, que se podrían producir fuertes temporales. Algo insólito que muy bien podría ser incluido en el récord Guinness de las barbaridades.

La historia y los hechos recientes permiten intuir que, por más buena voluntad que se imponga entre los integrantes del denominado Comité de Frontera, resulta imposible llevar esas ideas a la práctica. De allí también que quienes quedan desubicados suelen ser los funcionarios que terminan anunciando los "acuerdos" a los que se arriba en las conversaciones, porque después nada se cumple. Resulta incomprensible que en la era de la tecnología y en momentos en que alguien puede recorrer toda Europa sin realizar tramitaciones en las fronteras entre los países, nos encontremos con los serios inconvenientes que se plantean en el paso Cristo Redentor.

El Comité de Frontera debería insistir ante las respectivas autoridades nacionales a los efectos de que apliquen las medidas efectivas que permitan la agilización de la circulación y la tramitación de personas y vehículos.

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