A los economistas nos gusta considerarnos científicos y utilizar una jerga que nos jerarquice, estableciendo distancia con los no iniciados.
Pero la economía no es una ciencia como la física o la química, que tienen una respuesta única en cada tema.
Existen muchas teorías económicas y cada una enfatiza aspectos distintos de una realidad compleja, basándose en diferentes juicios morales y políticos, llegando entonces a conclusiones también diversas.
En toda política económica y toda acción empresarial que afecta a nuestras vidas -el salario mínimo, la relocalización de industrias, la seguridad social, la seguridad alimentaria, las jubilaciones- subyace alguna teoría económica que inspira esa acción o que justifica esa forma de actuar.
Conociendo que existen diversas teorías económicas, sus implicancias nos permiten decir, a quienes detentan el poder, que se equivocan al sostener que no hay alternativa, como afirmó Margaret Thatcher alguna vez para defender sus controvertidas políticas.
Existen muchos elementos comunes entre supuestas políticas opuestas, lo que descalifica a quienes desean polarizar el debate.
Al ser conscientes de que las distintas teorías económicas sostienen argumentos diferentes en parte por estar basadas en valores éticos y políticos dispares, tendremos el respaldo suficiente para analizar la economía como lo que realmente es, un argumento político.
Y no como una ciencia en que claramente hay bueno y malo, correcto e incorrecto.
Y entonces, al tomar conciencia de estas cuestiones, los economistas profesionales no podrán apabullarnos declarándose los custodios de supuestas verdades científicas.
Néstor Donato Ferrari. DNI 6.905.842