La semana pasada se eligió al Gobernador de Chaco. Decir se eligió es un poco apresurado y por lo menos dudoso. El fantasma del fraude ahora ya no es un fantasma, sino que seres humanos de piel y hueso trabajan para él, con pruebas claras que así lo demuestran.
Esto no es algo nuevo para el oficialismo-kirchnerismo, que ya en una mesa donde votaban 100 personas en las PASO para Presidente, obtuvo 115 votos. Al parecer, ya sea por importancia o por prestigio, los votos de algunas personas valen por dos o incluso por tres. De otra manera las cuentas no dan.
En Chaco hubo cientos de paraguayos que cruzaron la frontera con documentos argentinos recién salidos del horno y votaron por Coqui Capitanich y su tropa, que copan la provincia chaqueña, recibiendo a cambio planes sociales. Incluso podemos observar un video de un candidato kirchnerista a intendente, Alberto Korovaichuk, que buscaba su re-elección prometiendo 100 pesos y un bolsón de comida si sus 3 concejales resultaban electos.
El fraude es algo malo en sí mismo, no importa que tan grande sea; el fraude es ilegal y de una gravedad institucional inmensa. No hay medio fraude, pequeño o grande. Pero no, prolongando la frase de algunos oficialistas "robamos, pero hacemos". Ahora podemos agregar "ganamos con fraude, pero ganamos". Una metáfora desdichada de la "mano de Dios" de Maradona.
Esto no lo entiende el Frente para la Victoria, movimiento que gobierna en la actualidad a la Argentina. Un Frente para la Victoria al que quizás el nombre Fraude para la Victoria le quede mejor.
José Alonso
DNI 29.112.930