Víctor Manuel Fernández, el padre “Tucho”, un cordobés que hoy es asesor del Papa, habla sobre el Pontífice, el celibato y los cambios que puede hacer la Iglesia.
Aunque ahora es arzobispo de Tiburnia, suma 300 libros y publicaciones, es rector de la UCA y “mano derecha” del Papa, viaja asiduamente a Río Cuarto para pasar unos momentos con su madre, que tiene 92 años.
Mucha gente en el país se pregunta por qué el Papa no viene a la Argentina. Y Fernández acepta de buena gana el diálogo franco, pero se excusa de opinar públicamente sobre las críticas políticas a Jorge Bergoglio, formuladas entre otros, por Jorge Lanata.
Deja entrever que el Papa trata de no involucrarse de lleno en el clima interno, no sólo porque, históricamente, la Iglesia perdió fieles cuando tomó partido, sino porque cualquier polémica lo pondría a tiro de los más acérrimos intereses internacionales, que ya lo tienen en la mira por sus pretendidas reformas.
-¿Por qué no viene el Papa a la Argentina, siendo que es su país?
-Es que algunas de las cosas que él dice, algunas de sus preocupaciones, son malinterpretadas. Argentina está pasando por un momento de excesiva polarización y crispación, y se teme que su presencia pueda ser utilizada para exacerbar aún más esta división.
-¿Qué cambios va a hacer la Iglesia ante las necesidades espirituales de hoy?
-La sed de Dios y de espiritualidad ha ido creciendo en lugar de lo que anunciaban, que era una desaparición de las religiones, porque algunos las consideraban algo irracional que iba a morir por el progreso. Ocurrió lo contrario.
En el vacío de la época muy consumista y demasiado ansiosa, donde la vida es un correr permanente, la gente se plantea para qué está viviendo, y empieza a buscar otro tipo de experiencia. Así se ha despertado la espiritualidad que algunos declaraban muerta.
-¿La Iglesia está a la altura de las circunstancias, para dar respuestas?
-Sí, pero tiene que estar siempre atenta a la evolución que se vaya dando, a veces la gente necesita unas cosas, a veces otras, a veces un estilo u otro, de acuerdo a cómo va evolucionando la gente, responder a lo que busca.
Ahora, por ejemplo, la gente se conforma menos con un rito fijo y busca cosas que la ayuden a sentirse mejor interiormente, con un rito solo uno no responde, salvo que la ayude a descubrir que ese rito tenga un sentido profundo. También ocurre que la gente rechaza los ritos, el rosario, porque es repetitivo y repite un mantra del budismo cientos de veces.
-¿Se puede cambiar la exigencia de celibato a los sacerdotes?
-El celibato no es una norma de fe, de manera que alguna vez se puede discutir si conviene o no conviene. La Iglesia cree que conviene pero no se cierra a que alguna vez eso pueda modificarse. No es que diga que el celibato no sirve para nada. Porque hay gente que vive muy feliz y todas las energías que podría usar en el matrimonio las usa para un servicio generoso.
Hay científicos, médicos, monjes budistas que son célibes. Las energías que algunos dirían, las está reprimiendo, en realidad las canaliza de otra manera y de una forma hasta muy eficiente. Lo que se puede discutir alguna vez es si debe ser obligatorio, pero no el valor que tiene el celibato.