Feria Internacional del Libro: México invade nuestros días literarios

Es el mayor hecho de la industria editorial del país. Quino fue quien inauguró este año esta suerte de laberinto de títulos, autores y todo el negocio editorial que define tendencias, estilos y hasta registra la foto literaria de la época. Aquí un repaso

 Feria Internacional del Libro: México invade nuestros días literarios
Feria Internacional del Libro: México invade nuestros días literarios

La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires siempre es una ocasión para pulsar una actividad que tiene a la Argentina como un referente en el continente y también en buena parte del mundo occidental. Aún cuando las épocas de gloria son nada más que recuerdos, la producción y el negocio, es decir, la industria del libro, es un sector dinámico de la economía.

Entre los nuevos escenarios que propone la interrelación y el acceso directo a la información, que antes estaba procesada apenas por el sistema de difusión de medios (la crítica) o lo estrictamente académico (las univerdades), la FIL de Buenos Aires consagra cada una de sus ediciones a un país, al que lo califica de invitado, como es usual entre los grandes salones del libro del mundo.

No parece exagerado decir que por estos días la FIL es una invasión de la literatura mexicana. Varios  escritores de aquel país están de paso o llegarán (la feria se extiende hasta el 11 de mayo) para hablar sobre sus libros, desde luego, pero también muchos de ellos aportan una perspectiva cultural que no siempre coincide con el etnocentrismo tan desarrollado en Argentina, y más especialmente en Buenos Aires.

La delegación de México se integra por medio centenar de personas, la mayoría escritores; sin olvidar editores y otras personalidades destacadas del mundo literario azteca. Entre los participantes se lucen Margo Glantz, Paco Ignacio Taibo II, Fabio Morábito, Álvaro Enrique, Carmen Boullosa, Guadalupe Nettel, Ana García Begua, Daniel Saldaña y el argentino residente en México Néstor García Canclini.

Completan la delegación: Alfonso Morales Carrillo, Ana Franco, Bernardo Fernández BEF, Carla Faesler, Christopher Domínguez, Cuauhtémoc Cárdenas Batel, Daniela Tarazona, Eduardo Antonio Parra, Eduardo Lizalde, Eduardo Matos Moctezuma, Eduardo Milán, Enrique Serna, Fabrizio Mejía Madrid, Francisco Hinojosa, Francisco Mata Rosas, Francisco Segovia, Guillermo Fadanelli, Guillermo Osorno, Hernán Bravo Varela, Humberto Musacchio, José María Espinasa, Leonardo López Luján, Luigi Amara, Magali Tercero, Marco Antonio Campos, Mardonio Carballo, María Baranda, Mario Bojorquez, Myriam Moscona, Pedro Tzontémoc, Rafael Barajas El Fisgón, Rafael Pérez Gay, Ricardo Cayuela, Salvador Martínez della Rocca, Sandra Lorenzano, Sergio González Rodríguez, Verónica Gerber, Vicente Quirarte y Vivian Abenshushan.

El escritor Rafael Pérez Gay lamentó en su paso por la FIL el diseño estructural del DF. “Fue un error garrafal convertir una ciudad lacustre en una ciudad seca”, dijo. Lo hizo en el marco de la presentación de “Cultura y literatura en el centro de la Ciudad de México” y “Ciudad, sueño y memoria”.

Su idea central es que “las ciudades son como libros que hay que leer” y se interroga: “cómo fue posible fundar una ciudad bajo el agua, y advirtió que ello explica en mucho el carácter movedizo de los mexicanos, “que vamos y venimos”, resumió.

Otro de los participantes, René Avilés Fabila, llegó a Buenos Aires para integrar la jornada de Microficción, cuya inauguración corrió por cuenta de Quino. Avilés Fabila posee su obra completa  en dos tomos “Todo el amor” y “Fantasías en Carrusel”. Nacido en 1940 concluyó Ciencias Políticas en la UNAM y luego, fue a la Sorbona de París, a realizar estudios de posgrado.

Pero lo que siempre quiso fue ser escritor, autor de novelas y cuentos. Es autor de más de treinta libros entre novelas, cuentos y microficciones. En este género, el próximo jueves dos mendocinos integrarán otra de las tantas jornadas. Ellos son Ricardo Alberto Bugarín y Leandro Hidalgo.

Un homenaje más que merecido fue el que se ofreció a la memoria del escritor mexicano Carlos Monsiváis. Fallecido en 2010 fue recordado en el panel “Rituales de un cronista”, en el que participaron los autores Fabrizio Mejía Madrid, Alfonso Morales, Damián Tabarovsky y Magali Tercero.

Alfonso Morales fue quien cuestionó con mayor claridad que al escritor a veces se le quiera reducir como un simple cronista, ya que ello no alcanza a definirlo ni a explicar una obra marcada por la ironía. “Carlos combinaba la extrema reserva personal con el exhibicionismo más galopante, tiene que ver, en el fondo, con la figura del intelectual, el rostro, la presencia en espacios públicos y su relación con la escritura”, destacó.

Es imposible enumerar el paso -firme- mexicano por estos días. Se incluye a Ricardo Cayuela, actual director general de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), y Christopher Domínguez, crítico literario.

También al escritor peruano-mexicano Mario Bellatin, ganador del Premio “Xavier Villaurrutia” 2001 y autor de novelas como “Mujeres de sal”, “Efecto invernadero” y “Flores”. Su nombre crece entre la literatura más contemporánea. Se puede sumar a la poeta y ensayista Silvia Eugenia Castillero, directora de la revista literaria Luvina, de la Universidad de Guadalajara.

Y a Eugenio Echeverría, presidente de la Federación Mexicana de Filosofía para Niños y Adolescentes, quien disertará en las Jornadas Internacionales para Docentes, y Michael Antonio Deltoro, Premio Iberoamericano Bellas Artes de Poesía “Carlos Pellicer” en 2013.

Para completar el listado de imprescindibles: Tryno Maldonado, editor de Almadía que en 2009 fue finalista del Premio Herralde de Novela, y Julio Trujillo, premio de Poesía Punto de Partida y Premio Nacional de Poesía Joven “Elías Nandino” por su libro “Una sangre”.

Varios temas recurrentes aparecen en las tramas que ocupan la preocupación de estos creadores: la violencia, las grietas sociales que produce la forma del estado narco y una consolidación de la identidad, el ser mexicano y no morir en el intento. No es tanta casualidad que estas problemáticas conciten la atención de los lectores argentinos. A veces la literatura, o casi siempre, se adelanta a la realidad.

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