Y un día de primavera salió el sol para el Tomba. Cantó victoria y rompió una racha negativa- ocho juegos sin ganar, sumando los de Copa- que se estaba haciendo muy pesada a esta altura de la temporada.
El 21 de setiembre no se pudo jugar el encuentro ante Tigre , y el calendario le tenía preparada una gran fiesta al Tomba un tiempo después.
Con sabor a hazaña. Heroico. Con una remontada tremenda y remando siempre desde abajo en el marcador. Basado en fundamentos que invitan a la ilusión cuando pasa la mitad de la cancha, pero también con grandes signos de preocupación cuando el equipo defiende.
Mayor lo reconoce y sabe que es la cuenta pendiente en su trabajo con el plantel.
Sí. Este Godoy Cruz te hace llorar y reír sin pausas. No te da margen a nada. Pasa de los reproches a la euforia, sin el punto de equilibrio que debe tener para consolidar su identidad futbolística.
Siempre una cita con Tigre es preocupante, y más si enfrente también está Gustavo Alfaro, un estratega que sabe aprovechar cada error del contrario.
El Matador sacó rédito hasta donde pudo de las falencias defensivas del Bodeguero, pero terminó vencido por el hambre voraz de un equipo que ataca por todos los frentes.
Cuando la diferencia se agrandaba y parecía historia concluida con el gol de Garate, el Expreso no se resignó y lo fue a buscar con las armas que mejor maneja: pelota bien jugada y variantes para doblegar la resistencia contraria.
Mucho mérito tuvo esta vez Mayor, porque los hombres elegidos para ingresar desde el banco -principalmente Cabrera y López- le cambiaron la cara al elenco en ofensiva. Ni hablar de Jaime Ayoví con su presencia en el área y sus cabezazos de goleador.
Se acabó la malaria. El Tomba toma aire y parece que está destinado a sufrir para luego festejar a lo grande.
