Los Andes se ocupa periódicamente del estado y función del Museo Provincial de Bellas Artes Emiliano Guiñazú-Casa de Fader, descripto acertadamente como faro de la cultura cuyana.
Como los lectores saben, el simbólico establecimiento está cerrado por refacciones desde hace prácticamente 3 años. Los daños que presenta son muy severos y si no se arreglan se corren serios riesgos de perder para siempre el patrimonial inmueble. Por eso se han anunciado, y se aguardan, las obras que lo recuperarán, pero no creemos que pueda abrir sus puertas antes de 2018.
Recientemente, la sección Sociedad de este matutino transmitió la preocupación en diversos sectores del mundo artístico local sobre la condición en que se encuentran los cientos de cuadros de su colección, y si estos no corren peligro de malograrse por una guarda inadecuada o que puedan ser robados.
Actualmente, el museo cuenta con una importante colección de 52 obras de diversos artistas argentinos del siglo XX, destacándose el patrimonio artístico de Fernando Fader (valuado en 60/70 millones de pesos), compuesto por 42 piezas pictóricas, entre las cuales resaltan los 100 m2 de murales, varias pinturas y las únicas dos esculturas del artista.
Algunas voces vinculadas a la cultura se refirieron a lo mal custodiados y mantenidos que están los 1.485 cuadros que alberga el museo, así como también a las precarias medidas para proteger obras de valor histórico y económico. El temor es que terminen como las Joyas de la Biblioteca San Martín. En 2003 desapareció un centenar de libros de los siglos XVI, XVII y XVIII.
La alarma sobre un posible mal estado de las obras fue desmentida por el propio secretario de Cultura, Diego Gareca, quien explicitó sobre las medidas de seguridad que cumplen una empresa privada y una custodia policial.
Sin embargo, la palabra oficial fue confrontada con un hecho delictivo: hace más de 2 meses hubo una sustracción en la propiedad en cuestión, y aunque fue de poco valor, es una prueba de que el edificio no es seguro cien por ciento.
Entonces, los riesgos de una sustracción deben generar preocupación, lo mismo con la posibilidad de que las obras estén sufriendo daño en depósito. Son circunstancias sobre las que el Gobierno debe actuar inmediatamente dando todas las garantías. Tomamos en cuenta los descargos de Gareca en el sentido de que las obras “están bien embaladas y estibadas de la mejor manera posible”, y que no bien se oficialice el pliego de licitación de rehabilitación de la sede, los cuadros serán trasladados a la comuna capitalina, que tiene un adecuado equipo de restauradores. Otro cuestionamiento al estado actual de los cuadros remite a que 12 de los 100 que fueron expuestos en el Espacio Contemporáneo de Arte (ECA), regresaron dañados.
Debe ponderarse la decisión política de esta gestión de encarar la obra de reparación del edificio y destacamos la solvencia profesional con que se ha encarado el proyecto (estudio estructural de la UTN y convocatoria a especialistas nacionales de probada experiencia). Pero todos los recaudos que se tomen serán pocos.
Creemos, por otra parte, que debería estudiarse seriamente la construcción del depósito definitivo de obras en el predio del Fader. Se trataría de una adecuada forma de garantizar la permanencia de las mismas en el sitio y evitar los traslados que siempre significan un riesgo. El modelo a seguir puede ser el ideado por la arquitecta Eliana Bórmida en Killka (el museo de arte de Salentein), donde se conservan las obras de la colección propia, en un ambiente climatizado adecuadamente. No habría inconveniente en “copiar” esa iniciativa, ya que es lo mejor que existe en Mendoza en cuanto a depósito de obras de arte.
Si se proyecta una construcción austera, espartana, que garantice las instancias básicas de seguridad y conservación de las obras, seguramente la inversión no será onerosa comparada con el problema que solucionaría.