Ordenar la habitación, poner la mesa, guardar las compras del supermercado, lavarse los dientes... Las discusiones por cuestiones cotidianas son parte de la vida de muchas familias.
Los padres, para motivar a sus hijos a colaborar, suelen prometer pequeñas recompensas: un rato más de televisión, un chocolate, una propina. ¿Pero es bueno para su educación?
Los especialistas entienden que esas mini-recompensas pueden ayudar a evitar grandes discusiones en casa y que además dan una alegría a los menores, pero advierten que es importante diferenciar entre la recompensa y el “sobornito”.
Es decir, si un niño, cuando tiene que hacer alguna tarea de ayuda en el hogar que debería ser normal, extiende la mano y pregunta qué le darán a cambio, hay algo que está funcionando mal.
Para no llegar a esas situaciones, no hay que aplicar el sistema de recompensas con mucha frecuencia. Un modo de evitarlo es inventar otros mecanismos en base a juegos.