El recuerdo de Alfredo Di Stéfano encierra también los lazos de una profunda amistad. Lo conocí en Colombia, a principios de la década del 30, yo jugaba en Independiente de Santa Fe de Bogotá y él en Millonarios. Era una persona extraordinaria, un caballero.
En 1953, pasé al equipo de Millonarios y viajamos a España invitados por el Real Madrid, que celebraba sus bodas de oro. Jugaríamos un partido amistoso en el marco de la inauguración del Santiago Bernabeu.
Al final del primer tiempo íbamos ganando el partido 4 a 0. No teníamos cambios y en el segundo tiempo nos quedamos con 10 hombres. Situación que aprovecharon los anfitriones para descontar en el marcador.
Allí Alfredo mostró todo su potencial, el era un nueve, un goleador, un cronista francés escribió: “llevan la pelota hasta la línea de gol, y si la jugada no es bonita vuelven a empezar”. Siempre me pareció un tanto exagerada aquella línea.
Sin embargo había algo ciento, Di Stéfano por cada metro que le otorgaba un rival, con su velocidad lo duplicaba. Era muy difícil de marcar, lo sé porque a mí también me tocó esa tarea.
Fueron años increíbles para mí carrera, los momentos que compartí con él hicieron que estrecharamos una amistad, que perduró en el tiempo. Todas las palabras que se pueden decir de un hombre bueno, le caben a Alfredo.
En mis tiempos de jugador no lo he visto protestar, ni tampoco ganarse tarjetas, tampoco discutir los fallos de los árbitros, aunque era una persona de mucho temperamento.
Con el tiempo, me vincule con una peña del Real Madrid y a partir de ella seguíamos manteniendo contacto. Resulta difícil poder definirlo a él en pocas palabras, porque en mis palabras también hay algo de admiración.
Pero si puedo decir que era un buen amigo. El fútbol me regaló momento inolvidables, yo lo vi jugar, lo enfrenté y también fuimos compañeros en una cancha.
Supo explotar su velocidad y se transformó en un jugador con características muy especiales para la época. Tal vez, Pedro Manfredini, que surgió en Maipú, jugó en Racing y en la Roma, tuviera condiciones similares. Pero Alfredo Di Stéfano ya había dejado huellas con su estilo.
