Son pasiones tan distantes River y Boca. Como los colores que los distinguen, claro. Marcelo Gallardo (38) y Rodolfo Arruabarrena (39) se criaron entre esas antípodas. Fueron jugadores, capitanes, coleccionistas de gloria y se corporizaron en rivales durante los Superclásicos de la década del 90.
Dejaron su marca en los colosos del fútbol nacional en el medio de una carrera que los impulsó a Europa. Hoy, vuelven a estar enfrentados.
Sin embargo, alguna vez compartieron un vestuario. También, un pupitre. Son enemigos íntimos estos entrenadores, los más jóvenes en Primera. Productos de una generación que busca renovar el torneo argentino, son bastante más que una pura coincidencia.
El Muñeco y el Vasco fueron compañeros en la Selección. En el Sub 17, aquel equipo que Reinaldo Merlo dirigió en 1991, jugaron 9 partidos. Juntos disputaron el Sudamericano de Paraguay y se clasificaron para el Mundial de Italia, donde los juveniles de Mostaza terminaron en el tercer puesto, detrás de Ghana y España. Arruabarrena era titular y Gallardo, alternaba. Se abrazaron en un gol que gritó el enganche ante los paraguayos, el 12 de mayo de 1991. Y de aquellos días habla Gustavo Lombardi.
"Eramos muy jovencitos en esa época... El Vasco no cambió mucho, no lo noto tan distinto ahora. Marcelo, en esa Selección, era un poco más chico, sufría mucho, extrañaba a la familia... Mostaza no sabía qué hacer con él porque no estaba acostumbrado a manejar juveniles", cuenta el lateral, quien jugó durante cinco años con Gallardo, entre 1994 y 1999, y hoy es comentarista de TyC Sports y Radio Mitre.
"No eran los típicos jugadores que iban a ser técnicos, ambos me sorprendieron para bien. Aunque Marcelo siempre fue un estratega. No era tan descabellado, entonces, pensar que podía conducir un equipo. El Vasco fue un tipo práctico como jugador. Y como persona, racional, eso se ve reflejado como característica en sus equipos", agrega.
Con Daniel Passarella ganaron el Panamericano de 1995 y Marcelo Bielsa los convocó para las Eliminatorias de Corea-Japón. Sus destinos se bifurcaron y hace cinco años se reencontraron en la Escuela de Técnicos de Vicente López.
El aula es pequeña, aunque cuenta con lo suficiente. Un pizarrón a tiza, con cinco anotaciones que marcan el eje de la clase: tenencia de balón, recuperación, transición, pelota parada y definición. Una cancha de fútbol magnética, con 22 fichas, azules y rojas, que simulan dos esquemas tácticos: más precisamente, el de River y el de Boca.
También hay varios trofeos de torneos amateurs, algunos armarios típicos de vestuarios, un escritorio y varias sillas, que lucen repletas. Sebastián Domínguez, el central de Vélez, escribe en su pequeño anotador sin levantar la vista. Algunos lugares más adelante, un comisario emula la acción sobre las hojas de su cuadernos espiralado. Un banco a la derecha, es un futuro periodista deportivo el que sigue atento las explicaciones del profesor Jorge Castello, titular de la cátedra entrenamiento y preparación física.
Hablamos de la escuela de Técnicos de Vicente López, formalmente conocida como "N° 62 José Urben Farías", en uno de los predios deportivos de la municipalidad local, en Olivos. Allí, unas docenas de alumnos, motivados por diversos sueños y con historias de vida bien disímiles, persiguen un objetivo común: el título de director técnico nacional.
En ese mismo instituto privado, pero cuando la sede aún estaba en el club Platense, el entrenador de River, Marcelo Gallardo, y el de Boca, Rodolfo Arruabarrena, que el domingo enfrentarán a sus ideas futbolísticas en una nueva edición del superclásico argentino, en el Monumental, cursaron juntos la carrera.
En 2010, después dos años de cursada, y con 16 materias aprobadas, el Muñeco, que estaba haciendo sus últimas armas como profesional en Nacional de Uruguay, y el Vasco, que hacía lo propio en Universidad Católica de Chile, recibieron sus diplomas al igual que compañeros de la talla de Gustavo Campagnolo, Paulo Ferrari, Martín Galmarini, Aníbal Matellán y Pablo Rodríguez, actual ayudante de campo en River.
Haber pasado por las aulas de la escuela de Técnicos de Vicente López les dejó mucho más que un título a los entrenadores de River y Boca. Más allá de la visión que cada uno tiene del fútbol y de la experiencia que acumularon en varios años de carrera, Lescurieux está convencido de que puede ver en ellos características propias de la enseñanza que adquirieron en el instituto. “Nosotros enseñamos a enseñar, no a jugar.
Ellos hacen planificación, atienden los aspectos psicológicos. Fijate que River llevó una psicóloga y, después, el Vasco hizo lo mismo. Trabajan en lo mental, y nosotros siempre le hacemos hincapié en que todo empieza en la cabeza. Alguien que no sabía nada dijo "pienso, luego existo". Si vos tenés un pensamiento, es más fácil”, ejemplifican.
Por esas pequeñas aulas pasaron miles de alumnos. Por estos pasillos caminaron cientos de glorias. Pero la carrera de entrenador no es para cualquiera. Son pocos los que triunfan y dejan marcado su nombre a fuego en los bancos de los equipos.
Gallardo dirigió -y fue campeón- en Nacional. Arruabarrena también dirigió el gigante uruguayo. El domingo están ante un súper examen. Entonces, podrán demostrar quién es el mejor alumno del River-Boca.
El equipo de River ya sale de memoria
El entrenador de River Plate, Marcelo Gallardo no realizará cambios para recibir a Boca. Es decir, la formación riverplatense estará integrada por Marcelo Barovero; Gabriel Mercado, Jonatan Maidana, Ramiro Funes Mori, Leonel Vangioni; Carlos Sánchez, Leonardo Ponzio, Ariel Rojas; Leonardo Pisculichi; Rodrigo Mora y Teófilo Gutiérrez.
El trabajo comenzó dividido en dos grupo: por un lado, los arqueros se entrenaron con Alberto Montes; y por otro, el resto de los futbolistas hizo ejercicios con pelota. Después, el plantel realizó una práctica de fútbol en espacios reducidos, de la que participó el defensor Bruno Urribarri, quien se recuperó de una lesión y reemplazaría a Vangioni en los partidos que el ex Newell's se ausentará por estar afectado a la selección.
Sin cambios, Boca probó el equipo
Boca Juniors probó a su equipo confirmado para visitar a River Plate, sin variantes, con respecto al último encuentro ante Quilmes, en una práctica de fútbol que se realizó a puertas cerradas en La Bombonera, que finalizó sin goles. Golpes sufridos durante el juego por Andrés Chávez (tobillo derecho), Fernando Gago (tobillo derecho) y Jonathan Calleri (cadera) generaron alguna inquietud, pero los tres se recuperaron y terminaron el trabajo sin inconvenientes.
Los elegidos fueron: Agustín Orion; Leandro Marín, Mariano Echeverría, Lisandro Magallán, Nicolás Colazo; Marcelo Meli, Cristian Erbes, Gago; Federico Carrizo, Calleri y Chávez.Ofició de sparring una alineación de juveniles y Reserva, reforzada por la inclusión del arquero suplente Emanuel Trípodi.
D'Onofrio tiró flores
El presidente de River, Rodolfo D'Onofrio, aseguró que el equipo de Marcelo Gallardo “es el mejor equipo” riverplatense que vio en su vida, al destacar la “unión” y el juego colectivo de los futbolistas.
“Este es el mejor equipo de River que vi en mi vida. El de la década del ‘90 era extraordinario, pero eran más individualidades, pero este, es un equipo, están todos muy unidos, convencidos y en un promedio muy bueno”, expresó el titular del club. “River tiene un alto porcentaje para ganar” y que no tiene “ninguna duda” de que los tres puntos se quedarán en Núñez.
Las entradas "volaron"
En apenas dos minutos se agotaron las cinco mil entradas para el Superclásico que River puso a la venta para los socios a través de su sistema on line. El club informó por su página on libe que el remanente de entradas para la tribuna Centenario alta se vendería desde las 10, pero a las 10.02 los tickets ya se habían agotado. Minutos más tarde, cientos de socios descargaron su bronca en la web del club, debido a la velocidad con la que se vendieron las entradas.
"Entré a las 9.59, a las 10, a las 10.01, a las 10.02 y ya estaban agotadas... qué mentira es esto de somos River!!!", escribió un socio.
El presidente anunció además que tienen el proyecto de reformar el Monumental durante su gestión.