El drama ambientado en la segunda guerra mundial “El hijo de Saúl”, era el gran favorito para llevarse el Oscar como mejor película en lengua extranjera.
Y así fue, sin mediar la más mínima sorpresa.
Su director, el húngaro radicado en París László Nemes (39) y debutante en el terreno del largometraje, centra su película en el personaje del título, un prisionero judío en Auschwitz que forma parte del tristemente célebre Sonerkommando, encargado de quemar los cadáveres de las cámaras de gas.
Cierto día cree reconocer a su hijo en uno de los cuerpos y hará lo imposible para salvarlo de las llamas y que un rabino le dé sepultura.
La película, aún no estrenada en Mendoza, ganó tres premios en el Festival de Cannes y despertó enormes polémicas entre los críticos por las implicancias morales de las elecciones estéticas del director.
Entre otras curiosidades, durante gran parte de los 107 minutos de la película, la cámara permanece fija en el rostro del protagonista (el poeta húngaro Geza Rohrig, que también debuta como actor con este film).
El propio director procede de una familia diezmada por el Holocausto y fue ayudante de realización del gran maestro del cine húngaro Bela Tarr.