“El conjuro 2”: una nueva casa embrujada

Patrick Wilson y Vera Farmiga vuelven a interpretar a los Warren, el matrimonio experto en demonios en esta muy atractiva secuela del súper éxito de James Wan de 2013.

“El conjuro 2”: una nueva casa embrujada

Tres años después de "El conjuro", aquella revisión del formato del género al estilo vieja escuela, se estrena una segunda parte con el mismo equipo detrás y delante de cámaras que consiguió un éxito instantáneo en 2013.

Este episodio explora otro archivo de los más de 10 mil casos que en la vida real estudiaron los demonólogos estadounidenses Lorraine y Ed Warren y que a lo largo de su carrera fundaron la Sociedad de Investigación Psíquica de Nueva Inglaterra y abrieron el ahora legendario Museo del Ocultismo.

En 1973, los Warren se convirtieron en celebridades cazafantasmas al ser los primeros en investigar los asesinados de la casa embrujada en Amityville, en el condado de Suffolk, Nueva York, una historia que también fue llevada numerosas veces al cine.

Para bien de los fanáticos de la primera, vuelve como director el experto en la materia James Wan ("Insidious", "La noche del demonio"), quien se toma su tiempo entretejiendo la trama de suspenso hasta eclosionar en una estremecedora sinfonía de sacudones de efectos especiales y conseguir un logrado clímax de miedo.

Wan ya es considerado un auténtico artesano de la representación del terror actual y un hábil narrador en el oficio de reutilizar con nuevas herramientas estéticas asustarnos con las posibilidades climáticas de los clásicos filmes del género.

El relato esta vez transcurre en 1977, seis años después del caso resuelto en el primer filme; la granja embrujada en la zona de Rhode Island, en un tiempo en que el matrimonio se ha tomado un descanso, un poco para alejarse de la ola creciente de programas de entrevistas después de su protagonismo en el sangriento suceso de la casa de Amitywille y de enfriar por otro lado los efectos de una sesión de espiritismo que ha dejado intranquila a Lorraine.

No obstante, la iglesia católica los vuelve a reclamar para solicitarles una investigación que les saque las dudas sobre un inexplicable hecho   sobrenatural en el norte de Londres.

El guión, una mezcla basada en eventos de la vida real y ficción, entrecruza dos hogares en conflicto; el de los Warren y los de la casa en dificultades en la localidad de Enfield.

Allí, una madre de cuatro hijos, Peggy Hodgson (Frances O'Connor) sufre el acoso de un espíritu, quien parece ser el fantasma de un antiguo habitante del edificio y que se ha ensañado con la hija de 11 años Janet (una sobresaliente Madison Wolfe), en el peor momento doméstico de la precaria familia, con un padre que los ha abandonado y la incertidumbre económica de la renaciente era Thatcher.

La llegada de los Warren, con su discurso directo y compasivo, le dan a los Hodgson un aire de esperanza y estabilidad, especialmente para los dos hijos más pequeños (Benjamin Haigh y Patrick McAuley), y sus vecinos simpáticos (Maria Doyle Kennedy y Simon Delaney) , pero al mismo tiempo chocan contra los métodos agresivos de la entrometida parapsicóloga Anita Gregory (Franka Potente) quien no parará hasta desnudar lo que desde afuera parece un auténtico fraude.

En esta continuación, a diferencia de la primera, la casa encantada desempeña un papel secundario y aparece como un soporte de fondo para fortalecer la atmósfera de los efectos de dos entidades, un anciano y una monja fantasma e incluso la de un demonio llamado Valak que complicarán los desafíos de los Warren para resolver el caso.

El director Wan consigue envolvernos en un habitáculo inquietante, especialmente con los objetos que ocupan ese hogar que destila miedo, desde un zootropo antiguo hasta un teléfono sonando en la oscuridad, pero las repetitivas escenas de posesión de Janet nos pondrá, como espectadores, en una situación muy incómoda en cada momento.

Supuestamente, los archivos Warren son documentos reales. De hecho, tal como sucedió en la primera parte, la misma Lorraine, ahora de 89 años, se le atribuye el rol de consultora para la película, (Ed murió en agosto de 2006), así como los verdaderos niños Hodgson, ahora adultos y el archivo está guardado con el nombre de "El fantasma de Enfield".

Curiosidades para temer

Como parte de la promoción, estos filmes se estrenan con varios relatos curiosos para sustentar mejor su condición de entretenimiento. 
En primera medida, según datos de la producción, las locaciones del primer día de rodaje fueron bautizadas por un sacerdote.

En la página de Instagram de James Wan, dejó claro que volvería a dirigir la continuación de "El conjuro": "Me siento rejuvenecido por volver a contar una historia de miedo una vez más".

La secuela fue confirmada para estas fechas, en octubre de 2014.

La misma historia, llamada "The Enfield haunting", se convirtió en una mini serie de tres episodios en el Reino Unido hace un año atrás, protagonizada por   Timothy Spall, Eleanor Worthington-Cox y Juliet Stevenson.

Para los que quieran entrar en detalles más escalofriantes: el nombre del demonio Valak  puede verse dos veces de fondo en la casa de ficción de los Warren; en el reflejo de una ventana y en las estanterías de una biblioteca en el dormitorio de su hija Judy  (Sterling Jerins).

No obstante, para muchos investigadores actuales, el caso de "El fantasma de Enfield" fue un engaño realizado por los hijos de Peggy Hodgson para llamar la atención sobre su alicaída situación económica y emocional.

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