¿Cuánto deben ayudar los padres con las tareas escolares?

Supervisar pero sin invadir. Acompañarlos pero no hacer las tareas de ellos. Y buscar a un maestro en el caso de problemas. Las claves.

¿Cuánto deben ayudar los padres con las tareas escolares?
¿Cuánto deben ayudar los padres con las tareas escolares?

En clase se aprende, con las tareas se practica...o se sufre. Cuando los hijos no lidian bien con la tarea escolar, pasan horas sentados al escritorio sin resolver nada, perdiendo el tiempo y suspirando, muchos padres comienzan a preguntarse si no deberían contratar a un profesor de apoyo.

Los pedagogos sostienen que, ante la duda, es una posibilidad. La recomendación es que los padres acompañen a sus hijos sin invadirlos para saber en qué situación están y apoyarlos de ser necesario.

Sin embargo, hay muchos maestros que, en las reuniones de padres, recomiendan exactamente lo contrario: que los padres no se metan con las tareas de sus hijos. Muchos maestros consideran que las tareas son un elemento muy importante para ellos porque les muestran en qué estadio de aprendizaje y conocimiento se encuentran sus alumnos.

Los padres que les quitan a sus hijos las tareas de las manos o se preocupan a diario de que las entreguen sin errores falsean este test con el que cuentan los maestros. La consecuencia es que el maestro sigue adelante con los temas pendientes, pero esa ayuda de los padres puede generar un cuadro de situación completamente distorsionado y hacer que el maestro ejerza sin quererlo una presión de aprendizaje tal vez desproporcionada sobre los alumnos.

"Ayúdame a hacerlo por mí mismo": este lema de la pedagogía Montessori es trasladable a varios aspectos de la escolarización, incluyendo las tareas. Los especialistas en educación afirman que los niños deben aprender por sí mismos a hacer solos las tareas. Por eso, desde el inicio de la escolarización del niño es importante crear un buen ámbito de aprendizaje en casa.

Generar un lugar agradable de trabajo es responsabilidad de los padres. Entre otras cosas, no debería haber ningún teléfono celular sobre la mesa ni ninguna televisión prendida de fondo.

En el caso de los más pequeños se recomienda tener una supervisión diaria de las tareas; es decir, estar al tanto de lo que hizo. Con niños algo más grandes, que cursan los últimos años de la primaria, alcanza con preguntarles por la tarea.

De todas formas, cuando los hijos parecen no poder lidiar con esos deberes, los padres pueden entrar en acción. En el caso de las matemáticas, por ejemplo, pueden ayudarles con dibujitos que vuelvan más comprensibles los ejercicios, y en el caso de un idioma extranjero, como el inglés, echar mano de juegos de mesa basados en contar historias a partir de distintas tarjetas.

¿Cuál debe ser, sin embargo, la reacción de los padres cuando las tareas nunca están bien, o están incompletas, o hay una materia en especial que es la que trae problemas? Algunos pedagogos recomiendan hablar primero con otros padres para cotejar si es un problema generalizado entre todos los niños. Quizá haya un maestro que no esté evaluando del todo bien el nivel del grupo.

En caso de que los compañeros de curso no presenten problemas con la materia, quizá sea un niño en particular el que se siente sobreexigido. Lo ideal es que los padres hablen con su hijo y con el maestro para tratar de descubrir juntos cuál podría ser la causa.

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