“Cuando yo era Monje”

Un recorrido nocturno en bicicleta por los templos como una forma interesante de obtener un primer acercamiento a los espacios sagrados de Bangkok y, una visión diferente de los rincones de la ciudad.

“Cuando  yo era Monje”

El “tailanglés” (tailandés e inglés) de mi guía Tao -alto altísimo, delgado, de unos treinta y algo, con mirada honesta, sonriente y chistoso- me dificultaba mucho la comprensión de sus explicaciones, por lo general muy breves y superficiales. Casi nadie se reía de sus bromas recurrentes. No las entendíamos. Ante mis insistentes preguntas en cada parada, terminé siendo catalogada de periodista o agente encubierta.

Por paradójico que pudiera sonar, al parecer Tao no estaba acostumbrado a que en un recorrido turístico, los viajeros le plantearan interrogantes. De antemano sabía que poco podría aproximarme al origen e historia de los templos y del Budismo que todavía me resulta un código encriptado cuyos jeroglíficos no logro entender.

Algo sucedió cuando estábamos en el Templo del Amanecer (WatArun), aunque ya bien instalado el atardecer, y Tao, enroscado en medio de sus indescifrables explicaciones, dijo al pasar -como quien no quiere la cosa-, "Cuando yo era Monje…" Automáticamente con otro turista, nos detuvimos en seco. Había sido la frase más interesante -o tal vez la única que le había comprendido con tanta claridad- desde que iniciamos el tour.

-¿Fuiste Monje?

- Sí, y también fui abogado" (¡!). Como si tal pregunta acarreara por defecto esa asociación en la respuesta.

Inmediatamente me acordé de una anécdota familiar. De chica me explicaron la evolución de la especie humana diciendo que el hombre desciende del mono. Entonces, curiosa, me acerqué a mi mamá, y convencida, le pregunté: "Mamá, cuando vos eras mona, ¿cómo eras?"

¿Quiénes pueden ser Monjes? Todos pueden ser Monjes. ¿Es voluntario? Sí, aunque también depende mucho de la tradición familiar y la importancia que se le dé. Yo sólo fui Monje durante tres meses que es el período mínimo, bueno, en realidad dos meses y medio, porque finalmente desaprobé un examen.

Ahí me desorienté y no comprendí si el examen era para la “monjitud” o si era para el ingreso a la universidad a la que estaba aplicando simultáneamente. Pero no importaba, mi guía Tao fue Monje, eso era lo llamativo.

“Fui Monje a los 20 años, antes de entrar a la Universidad, porque sabía que después sería muy difícil, una vez que estuviera inserto en una rutina laboral. No pude permanecer mucho tiempo porque a mí me encanta sociabilizar y conocer gente nueva. No podía simplemente quedarme en el Templo” señaló.

Los monjes budistas tailandeses comen lo que la gente les regale. Salen a las calles a las 6 ó 7 de la mañana con un cuenco en sus manos, y las personas les preparan y ofrecen sus platos más deliciosos. Ése será el alimento de todo el día, racionado en dos comidas, desayuno y almuerzo. A diferencia de los monjes chinos, que son vegetarianos y preparan sus propias comidas, los tailandeses se alimentan de lo que se les dé. Y claro, no podrían darse el lujo.

“Y dejé de ser abogado porque me di cuenta que no quería que las personas me buscaran cuando tuvieran conflictos, sino que quería compartir un buen momento en sus vidas. Además soy bueno en los idiomas y me gusta el cine. Pero el puntaje no me alcanzó para entrar en la escuela de cine” dice con brutal honestidad.

Seguimos bicicleteando por callejuelas barriales zigzagueantes, oscuras, sucias. Nuestra siguiente parada fue el Mercado de Flores. Oh, ¡qué lugar hermoso! Unas veinte veces el mercado central de Mendoza, o tal vez más, porque mis pies no alcanzaron a recorrerlo entero. Abierto las 24 horas. Las flores llegan a las 20 y a las 22 vienen los compradores a llevarse los preparados especiales para ritos religiosos y templos. Flores frescas perfumadas, coloridas, a montones. Dispuestas en arreglos bellísimos.

Otra vez un vistazo por el Bangkok real, el que habitan los locales. Hogares pegados uno a otro, negocios cerrados, espacios de reunión común de la vecindad con mesas y sillas, olores y aromas. Y llegamos al Templo del Buda Reclinado (Wat Po), a su vez una tradicional escuela de Masaje Tai.

Como indica su nombre, custodia en su interior una estatua gigante de un Buda acostado, de costado. Ansiosa por ver semejante obra, miraba en todas las direcciones buscando a Buda, pero luego de pasear en el templo por un buen rato sin admirar dicha estatua, se me ocurrió que como sería lo mejor, Tao lo estaría dejando para el final intencionalmente.

Seguíamos girando y el encuentro con Buda no tuvo lugar. Nos dirigíamos hacia la salida y cuando pregunté si acaso no íbamos a verlo, Tao me respondió con naturalidad que por supuesto que no, que el horario de visita es diurno y que a estas horas de la noche está cerrado. Decepción. Volveré.

De yapa y al final, Tao nos regaló una pasada por la Municipalidad, iluminada exageradamente con una espectacular y costosísima obra montada sobre la explanada con luces fluorescentes y encandilantes en tonos fucsia, amarillo, verde manzana y turquesa. Oleada de personas visitando el lugar, bajo el cartel "Luz de Felicidad". Polémica social por varios millones de Bath (moneda tailandesa) que fueron destinados a la iluminación en lugar de a las varias y reales necesidades de la población.

Aproveché la incomodidad en el tono del guía para indagar un poco más sobre la monarquía constitucional, el rey, el ejército. Fue poco lo que pudo expresar pero sí nos pidió discreción. En Tailandia, cualquier comentario o alusión negativa a la familia real puede ser motivo de encarcelamiento.
Ya habíamos regresado al punto de partida, y yo con la sensación faltante del Buda reclinado y todavía con vaga idea de Budismo. Si me preguntara qué había aprendido en mi recorrido ciclista, respondería orgullosamente que mi guía Tao, fue Monje.

Lucila Voloschín es socióloga, actualmente cursa una Maestría de Psicología Social, es instructora de Yoga deportivo y viajera incansable. Llegó a Tailandia becada en un programa de Meditación y Desarrollo Personal (Meditación, Filosofía Budista, Resolución de Conflictos, Paz interior y Paz Mundial Sostenible) organizado por Peace Revolution, proyecto de la ONG internacional World Peace Initiative. En los próximos relatos contaremos más sobre esto.

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