Marcelo Zentil - mzentil@losandes.com.ar
“Era austero, buen organizador, buen administrador, estudioso, muy profesional, honesto”. El que habla es Alfredo Cornejo y así describe al general José de San Martín. Aunque también seguramente si le preguntaran sobre sus virtudes personales, el Gobernador respondería algo parecido.
Esa oración del discurso que el Gobernador pronunció el miércoles, delante del presidente Macri, es casi una declaración de principios y toma, del enorme legado político de San Martín, esos valores que más acercan al Libertador a la visión cornejista de lo que es un buen gobernante.
Obviamente que todas esas virtudes sanmartinianas que enumera, él aún debe demostrar que las posee.
Los que lo conocen no dudan de su austeridad, en lo público e incluso en lo privado. Como intendente, lejos de hacerse comprar un auto de alta gama, andaba en una Partner blanca que se hizo famosa entre las cuadrillas de municipales, que la veían llegar aterrorizados.
Su paso por la municipalidad de Godoy Cruz lo mostró como buen organizador y administrador, pero deberá ratificarlo en el mucho más difícil gobierno provincial. También es cierto que estudió y se preparó para la función política, aunque Celso Jaque hizo campaña con su paso por Harvard y así nos fue.
La honestidad, está claro, no se declama, se ejerce día a día y hasta el final.
Esas palabras de Cornejo, que pronunció sin leer y no excedieron los cuatro o cinco minutos por indicación de Presidencia, muestran una nueva faceta en el Gobierno: el rescate de los símbolos, en este caso la máxima figura histórica que reconoce Mendoza.
Detrás de eso, se esconde el plan de revitalizar la gesta sanmartiniana. Como lo hizo José Bordón hace casi tres décadas, que llegó a creerse por un rato San Martín y buscó emparentar su gobierno con el del general gobernador de Cuyo.
Carismático y locuaz, Bordón apeló a escenas de la vida cotidiana para humanizar al prócer y así hizo famosa la anécdota del San Martín que caminaba por la Alameda y tomaba helado. Cornejo prefiere el perfil del buen administrador.
En el oficialismo no es un secreto quién alienta ese plan: Jaime Correas. El director general de Escuelas es historiador y miembro del Instituto Nacional Sanmartiniano. Además, cumple un segundo rol menos público en el Gobierno, que es aportar su pluma a los discursos de su jefe.
La mano de Correas estuvo detrás de esas palabras que se escucharon en el Cerro de la Gloria el miércoles y los arreglos finales para acomodarlas al tiempo exigido fueron de Pablo Sarale, secretario de Comunicación y uno de los funcionarios de máxima confianza de Cornejo.
Esta asociación a San Martín es parte de la estrategia para recuperar el valor de la investidura del gobernador después de que, como dicen en Casa de Gobierno, “Jaque y Pérez la pulverizaran”.
“Pérez se sentó en el sillón de la gobernación y dijo: ‘Yo soy San Martín’. Cornejo no necesita eso”, compara un miembro del gabinete.
“Los argentinos debemos abrevar en esos valores. El desafío de quienes gobernamos Mendoza y otras provincias, el desafío de usted señor Presidente, está en armonía con esos valores”, remarcó el mandatario mendocino, buscando aportar su receta, su modelo, al país.
Kamchatka
Como se dijo, el uso de la simbología histórica es toda una novedad en el método de construcción de poder que desplegó Cornejo desde que asumió. Lo visto hasta ahora ya ha sido largamente contado: un gobernador empoderado que juega al TEG en el tablero de política mendocina y va ocupando espacios con voracidad.
En este contexto, salvo pequeños focos rebeldes, el peronismo parece hoy destinado a acompañar e incluso sus dirigentes no le ven en lo mediato posibilidades de ser una opción votable para la mayoría de la sociedad.
Pero esos mismos dirigentes, aún golpeados por las palizas del año pasado, ven una luz de esperanza en Santa Rosa, que vivió los últimos años inmersa en una crisis institucional y financiera que pareció llegar a su clímax con la detención del que era su intendente, Sergio Salgado.
Salgado era peronista y aún los distintos sectores internos del PJ creen tener posibilidades de ganar. Esa ilusión se sustenta sobre todo en dos candidatos fuertes: una ex reina vendimial y un supermercadista.
Sueñan con transformar a Santa Rosa en su propia base de resistencia, ésa que en la película de Darín representaba Kamchatka en el TEG, para luego desde allí empezar a recuperar territorios.
Las elecciones están convocadas para febrero (las PASO serán en diciembre) y un triunfo o una derrota justo en el inicio del próximo año electoral puede ser determinante.
Cornejo tiene también puesta su mirada en esos 13 mil votantes: nunca, al menos desde 1983, un radical gobernó el departamento hasta que la concejal Norma Trigo asumió en abril y el riesgo parece ser grande porque ya ha pedido encuestas para tantear el terreno.
Por lo pronto, la idea oficialista es ir con una sola lista a las PASO y así no dividir el voto. Dos obstáculos aparecen en ese camino a la unidad: el internismo indomable del radicalismo santarrosino y las ansias secesionistas del PD, que quiere ir con una lista propia y abandonar el frente Cambia Mendoza.
Algunos creen que el PD busca en realidad, con el viejo manual de la política en la mano, negociar cargos en el Ejecutivo o en las listas legislativas de 2017. “No conocen a Cornejo”, advierten muy cerca del Gobernador. Para calmar las aguas, esta semana habrá una reunión con el presidente demócrata, Carlos Balter.
Cornejo empezó a mover sus fichas. No quiere sorpresas que le amarguen sus planes.