Más allá de que las señales pueden estar a la vista de cualquier persona, hay quienes no pueden o no quieren verlas. En ese contexto, se justifican: "El alcohol no me controla", "Tomo para calmar mis nervios", "Qué me va a hacer un trago más". No toman conciencia que han empezado a beber en soledad, a escondidas quizás, y que su personalidad ha cambiado. Sin llegar al punto de no retorno, prácticamente es un alcohólico que necesita, como primer paso, reconocerlo.
Ésta no es una tarea fácil, pero es fundamental para contrarrestar una situación crítica. En ese punto, hay algunas señales que ayudan a identificar a un "casi alcohólico" para que pueda revertir su situación. Más allá de la cantidad de tragos, la diferencia está en los hábitos personales en relación al alcohol. A partir de éstos, se puede detectar que existe un problema potencial.
Cambios de hábitos
El primer "síntoma" que debe preocupar es el cambio de hábitos en relación a las bebidas alcohólicas. En este sentido, las personas beben más de lo normal o sienten la necesidad de tomar algo, sensación que antes no experimentaban. A esta altura, cuando se produce un encuentro social, con amigos, por ejemplo, se disfruta más la bebida que la compañía de las personas que lo rodean.