Por Thomas L. Friedman - Servicio de noticias The New York Times © 2016
Mi reacción al debate entre Donald Trump y Hillary Clinton puede resumirse con una palabra: “¿Cómo?”
¿Cómo es posible que pongamos en la Casa Blanca a un hombre que cree que la OTAN es un centro comercial donde los inquilinos no están pagando suficiente alquiler al casero estadounidense?
La OTAN no es un centro comercial; es una alianza estratégica que ganó la Guerra Fría, mantiene estable a Europa como un estable socio de comercio para empresas estadounidenses e impide que cada país europeo -particularmente Alemania- obtenga sus propias bombas nucleares para contrarrestar a Rusia, al refugiarlos a todos ellos bajo el paraguas nuclear de Estados Unidos.
¿Cómo poner en la Oficina Oval a un hombre que no tiene suficiente “sustancia” en políticas clave y que da una respuesta de dos minutos con respecto a cualquier tema sin la carnosa ayuda de bravatas, insultos y repetición?
¿Cómo poner en la Oficina Oval a un hombre que sugiere que la reciente ola de ciberataques -que cualquier prominente de inteligencia de EEUU le dirá que llegó sin duda de Rusia- pudiera no haber venido de Rusia sino que podría haber sido ejecutada por “alguien sentado en su cama que pesa 180 kilos”?
¿Cómo poner en la Oficina Oval a un hombre que hace alarde de intentar pagar cero impuestos federales pero después se queja de que nuestros aeropuertos y caminos se están viniendo abajo y no hay suficiente dinero para nuestros veteranos?
¿Cómo poner en la Oficina Oval a un hombre que alega haberse opuesto a la Guerra de Irak, que dijo haberlo manifestado en privado a su amigo Sean Hannity del noticiario de Fox... aun cuando apoyó públicamente la guerra cuando ésta empezó? Trump está tan obsesionado con probar su infalibilidad que perdió un punto fácil para sí en el debate al decir: “Sí, apoyé la Guerra de Irak como ciudadano, pero Hillary votó por ella como senadora cuando tuvo acceso a los datos de inteligencia y su trabajo era hacer el juicio correcto”.
Cómo poner en la Oficina Oval a alguien que dice que no deberíamos haber entrado a Irak pero, como ya lo hicimos, “deberíamos haber tomado el petróleo. Estado Islámico no habría sido capaz de formarse... porque el petróleo era su fuente principal de ingresos”.
Estado Islámico se formó antes de que lograra bombear petróleo alguno, y se sostuvo con millones de dólares que robó del banco central de Irak en Mosul. En el ínterin, Irak tiene las quintas mayores reservas de petróleo del mundo; esto es, 140 mil millones de barriles.
¿Pueden imaginar cuántos años tendríamos que quedarnos allá para extraerlo todo y hasta qué grado hacerlo opacaría nuestra estatura moral por todo el mundo y vigorizaría a cada yihadista?
¿Cómo poner en la Oficina Oval a alguien cuyo director de campaña tiene que aparecer en cada programa matutino después del debate y mentir para intentar compensar las tonterías que su jefe escupió? La mañana del martes, Kellyanne Conway declaró a CNN cuando se trató el tema del cambio climático: “No sabemos lo que Hillary Clinton cree, porque nunca nadie le pregunta”. ¿Cómo dijo? Como secretaria de Estado, Clinton apoyó cada negociación global sobre el clima y cada iniciativa de energía limpia. Eso equivale a decir que nadie conoce la postura de Hillary con respecto a los derechos de la mujer.
Después, Conway fue a “Squawk Box” de CNBC y argumentó que Clinton, quien fue secretaria de Estado de 2009 a 2013, nunca había creado un empleo y era parcialmente responsable por la falta de “caminos y puentes” apropiados en nuestro país. Cuando fue desafiada con respecto a eso por el director ejecutivo de MGM Resorts, James Murren
-quien argumentó que su negocio iba en ascenso, que la economía estaba mejorando y que el trabajo de Clinton como secretaria de Estado era crear estabilidad-, Conway respondió que Clinton no tuvo nada que ver con mejora alguna en la economía porque “ella nunca ha sido presidente, así que no ha creado estabilidad financiera alguna”.
Ya veo: todo lo malo es culpa de Clinton y cualquier cosa buena es tan solo atribuible al presidente. Tonta.
El segmento de “Squawk Box” fue dedicado al hecho que si bien Trump alega que hará crecer la economía, muy pocos directores ejecutivos de las principales empresas estadounidenses lo están apoyando. Además, es interesante la manera tan positiva en que reaccionó el mercado accionario a la derrota de Trump en el debate. Quizá porque directores ejecutivos e inversionistas saben que Trump y Conway son artistas del timo y que estadísticas recientes revelan que las brechas salariales se están reduciendo efectivamente, los salarios están subiendo y la pobreza se está aligerando.
El truco de Trump y Conway es destruir al país para que ellos puedan devolvernos la grandeza: Hecho; tenemos problemas y no todos están gozando de los frutos de nuestra economía, pero si se quiere ser un optimista con respecto a Estados Unidos, póngase de cabeza: la economía se ve mucho mejor de abajo hacia arriba. Lo que se ve son poblados y regiones que no esperan a Washington DC sino que se unen solos para reparar infraestructura, educación y gobierno. Lo veo en todos los lugares a los que voy.
No estoy enamorado de la perspectiva rancia, liberal y centralizada que Clinton tiene sobre política, pero ella es juiciosa y responsable; hará su tarea, puede crecer en el puesto e incluso pudiera trabajar bien con republicanos, como lo hizo cuando era senadora.
Trump promete cambio, pero cambio que viene de alguien que cree que la gente que paga impuestos es tonta y que cree que él puede presentarse ante un público de 100 millones sin preparación o planes reales y hablar sobre temas serios sin mayor sofisticación que un tío loco -y esperar salirse con la suya-, es cambio para el cual el país no puede darse el lujo.
Elegir a un hombre así sería una verdadera locura.