Me acerco al mostrador de la casa de comidas y veo que hay varias opciones, según los platos y los precios elegidos. Todas ellas han quedado expuestas debajo de un gran cartel que dice *”Menúes”. Mi acompañante me pregunta si esa forma de plural es correcta y le contesto negativamente; como es de suponer, alguien me escuchó y defendió la forma escrita. Ya que cualquier oportunidad es buena para enseñar el uso correcto de nuestra lengua, esbozo de modo rápido la respuesta.
Para formar el plural de un sustantivo o de un adjetivo en español, debemos mirar si ellos terminan en vocal o en consonante. En general, las terminaciones que marcan el plural son –s y –es. La elección de una u otra forma no es indiscriminada, sino que se debe ajustar a ciertas normas:
Si el término acaba en una vocal no acentuada o átona o en la vocal ‘e’ acentuada, el plural se hará con –s: taza y tazas; estante y estantes; taxi y taxis; mono y monos; tribu y tribus; café y cafés; té y tés.
Si el término acaba en la vocal ‘a’ o en la vocal ‘o’ acentuadas, el plural también se hace con el añadido de una –s: mamá y mamás; sofá y sofás; jacarandá y jacarandás; bongó y bongós; dominó y dominós; rococó y rococós. En esta regla, se presentan como excepciones los vocablos poco usados ‘faralá’ y ‘albalá’, que hacen, respectivamente, ‘faralaes’ y ‘albalaes’. También, vacilamos al usar en plural el vocablo ‘no’, con valor sustantivo: en este caso, se dice ‘noes’, como en el ejemplo “Fueron varios noes sucesivos”. Si, en cambio, deseamos usar en plural el término ‘yo’, como sustantivo, tendremos la doble posibilidad de decir ‘los yos’ o ‘los yoes’: “Pido disculpas por herir algunos yos muy sensibles” y “Era necesario abandonar los respectivos yoes y construir en conjunto algo positivo”.
Si el término acaba en la vocal ‘i’ o en la vocal ‘u’ acentuadas, se da la doble posibilidad de formar el plural con ‘-s’ o con ‘-es’: carmesí y carmesíes/carmesís; bisturí y bisturíes/bisturís; tisú y tisúes/tisús; tabú y tabúes/tabús. Si debemos aplicar la regla a un gentilicio, se prefiere en lengua culta el plural en –es: israelí e israelíes; marroquí y marroquíes; hindú e hindúes; zulú y zulúes; bantú y bantúes.
En esta regla, hay que considerar los vocablos procedentes de lenguas extranjeras que forman el plural solamente en –s: popurrí y popurrís; menú y menús; champú y champús; tutú y tutús; vermú y vermús. Aquí está la razón de nuestra respuesta a la forma *’menúes’ encontrada en la confitería: el sustantivo es de origen francés y el plural aconsejado es ‘menús’ para cualquiera de las acepciones del término: así, en su primer valor, “conjunto de platos que constituyen una comida”, como en “Son exquisitos los menús que ofrece ese restaurante en el centro de compras”. También, en su segundo valor, “carta del día donde se relacionan las comidas, postres y bebidas”: “Hay dos menús accesibles en precios, el turístico y el ejecutivo”. Finalmente, también en informática, como “colección de opciones que aparece en la pantalla de una computadora u otros dispositivos electrónicos”: “Trabajaba con dos menús al mismo tiempo: el de colores y el de símbolos”.
Hay un vocablo proveniente del esquimal, ‘iglú’, que alude a la vivienda en forma de media esfera, que ha sido hecha con bloques de nieve compacta. El Panhispánico nos indica que se puede pluralizar como ‘iglús’ y como ‘iglúes’, pero como sucede con los otros vocablos de origen extranjero, se prefiere la forma ‘iglús’.
Tenemos en español la coexistencia de un sustantivo ‘sí’ (“confirmación, asentimiento”) y de otro, ‘si’, que designa el nombre de la nota musical; pues bien, para el primero, el plural será ‘síes’; para el segundo, ‘sis’. Entonces, “Creo que solamente escuché tres o cuatro síes entre los asistentes” y “Le costaba afinar los sis del piano y de la guitarra”.
¿Qué sucede al pluralizar un sustantivo o adjetivo terminado en –y con valor vocálico pues integra un diptongo? En este caso, hay tres posibilidades: la primera y más general, es formar el plural en –es, pues la ‘y’ abandona su sonido vocálico y adquiere valor consonántico; entonces, no dudamos: rey / reyes; ley / leyes; buey / bueyes; ay / ayes; convoy / convoyes. Pero, hay un segundo grupo integrado por voces de incorporación reciente, provenientes de otras lenguas: en ellas, la ‘y’ conserva su valor vocálico, se cambia a ‘i’ y agrega nada más que –s: gay / gais; espray / espráis. En el tercer grupo, hay palabras que están en una etapa de transición pues admiten los dos plurales: coy (voz proveniente del neerlandés, con el significado de “trozo de lona o tejido de malla en forma de rectángulo que, colgado de sus extremos, sirve de cama a bordo)” podrá pluralizar ‘cois’ o ‘coyes’; aguaribay podrá hacer aguaribáis /aguaribayes. Sin embargo, aunque coexisten las dos formas, el Panhispánico de dudas nos recomienda el plural en –s.
Visitamos la Isla de Pascua y admiramos cada moái que podemos encontrar allí: recordamos que el moái es definido como una escultura en piedra volcánica, tradicional de aquella isla, que representa un busto humano que mira en dirección al mar. El vocablo tuvo origen en el pascuense (rapa nui) y, desde 2007, queda incorporado en el diccionario académico, con tilde. Su plural es ‘moáis’.
Tenemos también en nuestra habla cotidiana un caudal de voces extranjeras acabadas en –y, precedidas de consonante, que debemos adaptar al español, antes de pluralizar, para luego añadir simplemente una –s: así, ‘panty’ se adapta en ‘panti’ y pluraliza ‘pantis’; otro tanto ocurre con ‘ferry’ que se adapta como ‘ferri’, con el plural ‘ferris’. Escribimos, entonces, “Me compré varios pantis de distintos colores” y “Hoy colapsaron los ferris por la gran afluencia de turistas”.