¿Cómo le conviene jugar a la selección?

El entrenador argentino, Alejandro Sabella, conoce perfectamente las virtudes y falencias de la Suiza que conduce Hitzfeld. Por eso seguramente variará el esquema.

¿Cómo le conviene jugar a la selección?
¿Cómo le conviene jugar a la selección?

La Suiza de las oscilaciones está ahí, a la vuelta de la esquina, y la imaginaria máquina de analizar que tiene Alejandro Sabella no deja de funcionar. Prácticamente confirmada la presencia de Ezequiel Lavezzi ("Pocho tiene un 90 por ciento de posibilidades de jugar", afirmó ayer al mediodía Claudio Gugnali, uno de los principales colaboradores del técnico) en lugar del desgarrado Sergio Agüero, el asunto ahora pasa por definir cuál será el dibujo táctico que se impondrá en la cancha del Arena Corinthians, allá en la populosa San Pablo. ¿Se mantendrá el osado 4-3-3, con el hombre del París Saint Germain decididamente de punta, como venía jugando el Kun ? ¿O se virará a un más precavido 4-4-2, con Lavezzi transitando toda la orilla derecha, de ida y de vuelta, desdoblado como atacante y como mediocampista?

Sabella conoce al pie de la letra a la Suiza que conduce técnicamente el alemán Ottmar Hitzfeld, un viejo zorro del fútbol de 65 años que, entre otras conquistas, salió campeón de la Copa Intercontinental 2001, dirigiendo al Bayern Munich, en aquella final que le ganó 1 a 0 al Boca de Carlos Bianchi en el Estadio Nacional de Tokio.

El seleccionador argentino sabe que se puede topar con cualquiera de las dos Suiza que pasaron por este Mundial: la que sufrió una dura goleada (5-2) contra Francia, cuando desnudó todas sus fragilidades; o la que aplastó (3-0) a Honduras para sellar la clasificación a octavos de final, cuando ofreció cualidades como la contundencia, el orden y la firmeza.

¿Qué determinará Sabella, entonces? Como buen previsor, prepara su artillería para encontrarse con la mejor Suiza. Por las dudas, claro está. Como uno de los fundamentos del rival del martes es el ataque por ambos andariveles, con el desenganche permanente de los marcadores laterales (Stephan Lichtsteiner y Ricardo Rodríguez), el trabajo para anular esos intentos de los suizos resultó una constante estos días de entrenamientos en Cidade do Galo.

A partir de esa consigna, Lavezzi paga todos los boletos para recorrer la banda derecha en su extensión total; es decir, vestirse de volante cuando Suiza tenga la pelota, para colaborar con Mascherano e incluso con Zabaleta, y participar en forma activa como delantero cuando la que disponga del manejo sea Argentina. Del otro lado, por la izquierda, ya es obvio lo que puede entregar el incansable Di María en eso de atacar y de defender a una velocidad casi supersónica.

"Suiza tiene dos laterales (por Lichtsteiner y Rodríguez) que marcan bien, que son muy profundos y que se proyectan siempre. Habrá que tener mucho cuidado con ellos", sintetizó Mascherano lo que es el pensamiento general de la Selección. De este modo, sin debilitar la faz ofensiva, el 4-4-2 parece ser el esquema que va obteniendo diferencias en la mente de Sabella. Con Messi e Higuaín adelantados, más Lavezzi y Di María por los costados, la avidez de tres cuartos hacia el arco suizo no debería verse menguada. Todo sea por el bendito equilibrio, la condición que Sabella continúa buscando día tras día.

La otra incógnita es de carácter más global. Argentina no es una enamorada de la tenencia de pelota. La ausencia de un conductor natural, de un enganche que dirija y que ordene los hilos como si fuese un titiritero, no le permite al equipo hallar el vuelo y las ideas precisas como para que los delanteros sean asistidos de manera persistente, con pases con ventaja, con variantes decisivas y con cambios de ritmo.

En los tres compromisos de la ronda clasificatoria (Bosnia, Irán y Nigeria), los oponentes se refugiaron atrás, llenaron de cuerpos las zonas cercanas a sus áreas, y la Selección se vio en figurillas para saber qué hacer con la número cinco en los pies y para quebrar aquellas resistencias. Sólo lo logró por las genialidades de Messi.

Frente a ese escenario, ¿qué le conviene a Argentina? ¿Tomar la iniciativa y forzar el ataque de movida, como marca la tradición, a riesgo de equivocar los caminos?

¿O apostar por la mejor fórmula con que cuenta este equipo vertical y vertiginoso: el contraataque? La palabra postrera la tendrán Sabella y, más que nada, los jugadores, que al cabo son los que juegan, como diría Perogrullo. Si el planteo es el apropiado, el éxito debería ser la próxima escala.

Sabella develó la incógnita

Con Ezequiel Lavezzi parado como mediocampista sobre el sector derecho, el entrenador del seleccionado argentino, Alejandro Sabella, develó ayer la última incógnita que quedaba previo al partido del martes frente a Suiza, por los octavos del final del Mundial.

El entrenador dispuso un ensayo formal frente a los suplentes y los once fueron los mismos que probó el sábado, por lo que, tal como se preveía, los elegidos para buscar los cuartos de final el martes en el Arena Corinthians de San Pablo serán: Sergio Romero; Zabaleta, Federico Fernández, Ezequiel Garay, Marcos Rojo; Lavezzi, Gago, Javier Mascherano, Angel Di María; Lionel Messi y Gonzalo Higuaín.

El dibujo inicial con el que comenzará el seleccionado es flexible porque Lavezzi, quien será acaso el jugador con mayor recorrido, deberá colaborar con el mediocampo para evitar que quede descompensado cuando el equipo pierde la pelota, pero a la vez tendrá que ser una opción constante de pase por derecha para Lionel Messi.

El buen desempeño frente a Nigeria cambió la percepción de Sabella sobre las opciones que le daba Lavezzi. Para el técnico, el delantero del Paris Saint Germain era un extremo derecho que podía retroceder unos metros, pero ahora será un volante con la obligación de darle alternativas a los atacantes. La presencia de Lavezzi cerca de los mediocampistas le permitirá a Gago recostarse sobre el centro del campo, donde se siente más cómodo, y protegerá un poco a Zabaleta, quien cada vez que cruzaba la mitad de la cancha dejaba muy expuesto ese sector y el equipo sufría en el retroceso.

Además de intentar potenciar al máximo el poderío individual, al DT lo desvela que el equipo pase tantos sofocones en defensa y por eso paró a los suplentes como si fuesen el ataque suizo y Ricardo Alvarez "fue" Shaqiri, la gran figura del conjunto helvético. La idea de Sabella fue ubicar al mediocampista del Inter a las espaldas de Mascherano y Gago, que es lo que intentará Shaqiri para jugar de frente a la defensa argentina.

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