Se trata de una enfermedad no sólo dolorosa sino también incapacitante, esta es crónica y
autoinmune, y afecta a las articulaciones generando intensos dolores, inflamación y rigidez. Su
inicio se da entre los 25 y los cincuenta años de edad teniendo mayor prevalencia entre mujeres, en
un porcentaje de un hombre cada tres mujeres.
Los síntomas no sólo afectan vida laboral, que se ve gradualmente afectada hasta reducir la
productividad al 50 por ciento o menos, sino que también resulta difícil abrir frascos, doblar la
ropa, lavarse los dientes o hasta peinarse.
Respecto a esta enfermedad, la mejor forma de reducir los riesgos de incapacidad es su detección y
tratamiento tempranos; usualmente se le pide a los pacientes que realicen ejercicios de
estiramiento, tomen baños de agua caliente y mejores su alimentación a fin de fortalecer y
flexibilizar músculos y articulaciones.
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