Aunque las cenas de Navidad y Año Nuevo suelen ser una excelente excusa para disfrutar con los seres queridos (se trate de familia o amigos) en un buen ambiente de distensión, la realidad contradice muchas veces tal metáfora visual.
Y es que para muchos representa lidiar con un verdadero dolor de cabeza, ya sea por peleas, enfrentamientos o roces que preexisten a la fecha misma, con los familiares directos o la familia política. Entonces, cada año, la novela parece reeditarse con los mismos personajes, pero con nuevos y antiguos enconos.
¿Qué hacer? ¿Cómo preservar (o al menos intentar) salvar la noche si se desea aquietar las aguas en una velada tan significativa? La mirada profesional.
Rozarse sin roces
A esta altura del año son muchos los que se preguntan acerca de cómo lograr pasar lo más pacíficamente posible las fiestas. Un interrogante recurrente a los que no todos encuentran respuesta, ya que se entremezclan la connotación de las fechas en sí, lo que se espera de la persona, y lo que en realidad ésta desea o no hacer. Y en ese combo emocional se arma la previa de sentimientos encontrados.
La médica psiquiatra, y docente universitaria, Gabriela Prats explica: “lo más importante para el sujeto se basa en la tolerancia y su desarrollo en situaciones así. La persona tiene que anticiparse internamente respecto a lo que es factible de vivir esa noche con el sujeto o personas con las que tiene el problema, o rispidez, y la posible actitud (de indiferencia, poco feeling o frases desafortunadas) que son esperables de los mismos. Por otro lado no necesariamente un sujeto debe seguir sí o sí las tradiciones. Como en todo, hay matices.
- ¿En qué sentido?
- Una mujer u hombre que se encuentra en el dilema de qué hacer para las fiestas de fin de año, si en las mismas no la pasa bien, está en todo su derecho de plantearse romper con ciertas tradiciones, de ser necesario, para poder tener otro tipo de tradiciones nuevas. Incluso el sujeto puede pensar en juntarse con gente que él mismo decida, y no a quienes sienta como una “obligatoriedad”, devenida desde la convención.
A modo de ejemplo son muchos los pacientes que me plantean: “si no me llevo bien con mis primos en todo el año, si no me han llamado y han sido indiferentes conmigo y viceversa, ¿no es hipócrita obligarme a una situación de compartir con ellos y festejar si no lo siento, ni deseo? Y en realidad, tal análisis es atendible.
- ¿Qué aconsejaría?
- Si una persona puede previamente acordar no participar de las festividades, sin sentir culpa por ello, y si puede hablar con su familia nuclear o pareja de esta decisión sin que le pese a nadie, podría ser una buena manera de evitar conflictos. Si el sujeto siente que no va a poder manejar veladas como éstas porque hay mucha complejidad entre los asistentes (incluyéndose) resulta sano quedarse fuera de ellas.
Si la festividad se va a empañar y se va a transformar en algo intolerable es mejor no ir, y buscar otra alternativa, ya que es sano no insistir y trabajar la culpa para pasar las fiestas con quien nos sintamos más cómodos. Si indefectiblemente se tiene que participar de las mismas, lo mejor es anticiparse y aceptar lo que uno va a encontrarse del otro lado. Hay que entender que no se trata de ir rompiendo las tradiciones, sino resignificarlas y generar nuevas.
Eso que tú dices
A la hora de la pelea verbal las excusas para que se vaya de una charla de mesa casual, a una verdadera escaramuza verbal son variadas y multifacéticas.
Como sostiene la psicóloga y escritora bonaerense Beatriz Goldberg “hay que evitar tocar temas capciosos, o ser precavidos con quien no desea hablar de un tema espinoso, que es sabido por el resto. De todas maneras hay focos de discusiones recurrentes como en qué lugar se van a pasar las fiestas, los temas laborales, de pareja, e incluso competencias o rivalidades que salen a la luz, más avivados de tono por el alcohol del festejo.
Hay que prever lo que ya se conoce si se asiste a la cena, para evitar conflictos y enconos inútiles. Lo importante es negociar antes, prepararse y hablar con la pareja o la familia nuclear negociando dónde, con quién y cómo se pasan las fiestas. Hay que entender que no se puede sanear una relación que no existe, y falsearla ese día. Si una persona no se llevó bien durante todo el año con otra, no va a superarlo en una noche. Pero sí puede anticiparse a lo posible, y desarrollar la tolerancia”.
- ¿De qué depende entonces conseguir armonía y paz por estas fechas?
- La armonía en cualquier cena o fiesta dependerá de la tolerancia que cada persona tenga en esa reunión. El sujeto tendrá que prepararse mentalmente en la previa para que fechas como Navidad o Año Nuevo dejen de generarle un conflicto recurrente, para acercarse más a la resolución interna que elija (asista o no). Ese es el verdadero desafío”, concluyó Prats.