La idea de comenzar a producir una serie basada en uno de los personajes fuertes de “Breaking Bad” se ha transformado, en pocas horas, en una de las más rentables de la historia del cable en Estados Unidos. Así lo rubrican los 6.900.000 espectadores que vieron el primer capítulo de “Better call Saul”, por AMC, en el país del norte.
La serie conquistó a ese número increíble de televidentes, de los que 4,4 millones pertenecen al grupo de edad comprendido entre los 18 y los 49 años. Hasta ahora, “Deadwood” ostentaba el título de mejor estreno por cable de la historia en esa franja de edad, la más demandada por las agencias publicitarias. Pero todo cambió esta semana cuando llegó a las pantallas el picarón abogado Saul Goodman (Bob Odenkirk) para contar cómo es que llegó a transformarse en el ladino ayudante de los chicos de “Breaking Bad”.
Así es: esta precuela de aquel exitazo, y más precisamente su personaje principal, se han metido en el bolsillo a casi 7 millones de espectadores en su primera emisión (y pensar que a los guionistas y productores les corría el sudor por la espalda al pensar si el público la consumiría o no).
“Better Call Saul” (que desde este martes pasado también se puede ver por Netflix, pues el sitio entregará a sus suscriptores un cappitulo cada semana) supone el regreso del universo de Vince Gilligan a la pequeña pantalla, y cuenta con el inolvidable Jonathan Banks (Mike) entre sus filas. Los actores Bryan Cranston (Walter White) y Aaron Paul (Jesse Pinkman), no participarán esta temporada; que se ocupará de ir delineándonos las aventuras de Goodman antes de llegar al momento de encuentro con White.