Es el sexto Mundial en el que trabajo y debo ser sincero que es el primero en el que el juego me entusiasma. Hasta ahora, excepto tres o cuatro equipos, el resto ha mostrado que entiende que este juego se gana pensando en el arco de enfrente. Ya no hay maratonistas sino futbolistas, hay respeto por el balón y, lo mejor de todo, hay goles, muchos goles. Se acabó el ganar con la camiseta. Habrá que archivar el mote de “Grupo de la Muerte”.
Da gusto ver jugar a los centroamericanos, históricamente inferiores. Es un placer que Sudamérica mande en su casa y es una realidad que Europa se vaya cayendo por la arrogancia de que les alcanzaba con poco para llegar lejos. Mientras le sigan dando más preponderancia a la Champions, el resto del mundo se los irá comiendo. Claro que también el torneo echa por tierra aquella sentencia de que África alguna vez ganará un Mundial.
El continente negro está en franca decadencia y eso se debe a su poco apego a la disciplina táctica y que su físico está armado para otra cosa, correr. Así como los sudamericanos no tenemos fisiológicamente capacidades para el atletismo, los morenos no encuentran gestos técnicos para trascender en un deporte en el que el trabajo en equipo es fundamental.
La verdad es que falta mucho y todo puede ser distinto de acá al final, pero los amantes del buen juego ya podemos darnos por satisfechos con el compromiso de equipos como Costa Rica, Chile. Holanda y vayan sumando. ¡Bem vindo Jogo Bonito!