“Aquarius”: dos formas de mirar el mundo

La brasileña Sonia Braga encarna a una mujer que defiende su vida y su memoria ante una corporación que le quiere quitar su casa en la película que estrena hoy la sala de la Nave Universitaria.

“Aquarius”: dos formas de mirar el mundo

La película brasileña “Aquarius”, protagonizada por Sonia Braga y dirigida por Kleber Mendonca Filho, llega desde hoy a la sala del Cine Universidad con la contundente historia de una mujer que se niega a vender la casa en la que pasó los mejores momentos de su vida y que, además de soportar las presiones de la corporación inmobiliaria que busca desalojarla, debe enfrentar el extraño y difundido prejuicio de que lo viejo es descartable por el sólo hecho de ser viejo.

El film ofrece el pormenorizado retrato de Clara, viuda y jubilada, madre de tres hijos y abuela, escritora y periodista de renombre, que ama la música y disfruta de su soledad, y cuya tranquilidad se verá quebrada un día a causa de la amenaza cada vez más acuciante de un grupo empresario que quiere sacarla a toda costa de su departamento, ubicado frente a las playas de Recife, para construir allí una torre.

Antagonismos

La película, que volvió a poner a la talentosa Sonia Braga en boca de todos, gracias a la fuerza y sutileza de su interpretación, tuvo su estreno mundial en la Sección Oficial del último Festival de Cannes, donde el director y su elenco se manifestaron en contra del golpe parlamentario que se gestaba contra la presidenta brasileña Dilma Rousseff, un gesto que podría haberle causado -como reprimenda- su exclusión en la carrera por el Oscar al mejor film de lengua no inglesa.

Premiada en varios festivales internacionales como Mar del Plata, Biarritz y Lima, “Aquarius” advierte sin subrayados ni sensacionalismos sobre un desprecio cada vez más extendido hacia lo viejo o antiguo, fundado en la idea mercantilista de la novedad y de que todo debe ser usado y descartado rápidamente, sin tomar en cuenta los valores ni las cualidades imperecederos de los objetos o las personas, más allá de su edad.

En ese marco, Clara enfrenta -con la valentía y la dignidad que le otorgan una conducta intachable y los años de sufrimiento que pasó para superar un cáncer- los embates cada vez más arteros del joven heredero de la empresa que quiere desalojarla, un hipócrita de sonrisa dentífrica y master de marketing en los Estados Unidos, que sólo piensa en su ego y en el dinero que le dejará el negocio inmobiliario que tiene planeado.

Para él, Clara y el departamento antiguo que ella habita son sólo obstáculos que le impiden llegar a su éxito individual, mientras que para ella ese lugar es su hogar, con el significado profundo que esa palabra tan habitual implica: el espacio donde creció rodeada del amor de una familia numerosa y alegre, donde la música borraba las diferencias, donde concibió y engendró a sus hijos, donde vio morir a su marido y donde guarda sus objetos y recuerdos, toda su vida.

En esa pelea entre una mujer solitaria y una corporación poderosa, el film resume la lucha de dos maneras opuestas de concebir el mundo: la que tiene al éxito y el dinero fáciles como objetivos, la que desprecia a los otros por sus diferencias y considera inservible a aquello que no está a la moda o no le otorga beneficios inmediatos, en contra de otra basada en valores más humanos, la que aprecia y tiene en cuenta a los demás, la que estima las querencias más allá de su utilidad o el valor material que posean.

Retrato vital

En poco más de dos horas, Mendonca Filho propone una narración ágil y llena de vida, no sólo por el retrato vital de una mujer que a su edad se mantiene activa, bella y seductora, se conmueve, se alegra, sufre decepciones, y desea y vive su sexualidad como puede, sino porque además ensaya una puesta en escena desacartonada, versátil, con ideas de cambios inesperados tanto desde la cámara como en el montaje.

Desde las escenas iniciales, el director logra una interesante -aunque rara- combinación de paneos, travellings y zooms de acercamiento y distanciamiento entre objetos, personas y espacios, pasando inesperadamente de primeros planos o planos medios a planos generales, mientras que el montaje juega con cortes directos de una misma imagen en movimiento, acentuando así cierta sensación de extrañamiento en el estado de ánimo de la protagonista.

Se exhibe: hoy a las 22, mañana a las 20 y a las 22.30, sábado a las 18 y a las 22.30, domingo a las 20, martes y miércoles a las 22 (Sala Verde)

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