¿A quién elegimos para "amar"?: igual a mamá o igual a papá

¿Te preguntaste alguna vez por qué escogemos las parejas que tenemos? ¿Cuánto incide la experiencia de nuestros padres? ¿Cómo la ‘capitalizamos’ para nuestra búsqueda? Aquí una guía que te servirá para el propio análisis.

¿A quién elegimos para "amar"?: igual a mamá o igual a papá

¿Elegimos parejas parecidas a nuestros padres? Si esta pregunta te hace voltear hacia un lado, es un buen momento para reflexionar y considerar si esto es “tan así” como la ciencia dice.

Pues, “cuando somos pequeños miramos la relación de pareja que muestran tener nuestro padres”, comenta la psicóloga Analía Croquer. Agrega: “Esta primera idea de pareja que formamos al verlos es lo que luego condiciona, de alguna manera, nuestra elección futura”.

Carla González, socióloga y especializada en Psicología Social, afirma que en la búsqueda de pareja “hay un intento -consciente o no- de elegir para la vida a una persona similar a alguno de nuestros padres”.

Este encuentro con la persona indicada nos tiene que brindar amor, seguridad y confianza. “Sentimientos que tuvimos con nuestros progenitores y que, por obviedad, buscaremos en otra persona para formar una familia”, agrega Croquer.

Es bueno destacar que la búsqueda puede ser buena o mala, de acuerdo a esa imagen de matrimonio que nos hayan entregado nuestros padres. “Puede pasar que una mujer, cuyo padre fue golpeador, tienda a enamorarse de un hombre con conductas similares, y esto puede tener que ver con una necesidad de sanar heridas y atender a una situación que quizás su madre no pudo”, comenta la profesional.

Lo cierto es que, al entablar una relación, lo hacemos en función de nuestras vivencias de la infancia. “Es lo que experimentamos de pequeños y eso deja una huella profunda en cada persona. Por eso mismo, partimos de un modelo para buscar en los demás; para bien o para mal”, dice González. Algunos de esos modelos, al ser destructivos, funcionan como puntapié para rastrear aquello que se muestra como opuesto.

“O sea, podemos escoger a alguien similar a uno de nuestros padres (a mamá o a papá) o, reconociendo “lo que no quiero”, enamorarnos de aquél que es totalmente opuesto”, afirma la socióloga.

Analía Croquer agrega que “el cariño que hayamos recibido de chicos condiciona totalmente la autoestima que tendremos en la adultez”.

Por lo tanto, si nos hemos sentido seguros y amados, reforzaremos esos sentimientos en nuestras parejas, “incluso buscaremos personas que tengan rasgos o conductas similares a nuestros progenitores. Por ejemplo, un hombre trabajador como papá, una mujer que disfrute de la familia como mamá, etc.”, añade. Lo mismo ocurriría en los casos opuestos; como de violencia o adicciones en el seno familiar durante la infancia.

Mientras tanto Laura García -psiquiatra- añade al análisis sobre el tema diciendo que, en toda esta construcción de “pareja como reflejo de los progenitores”, el inconsciente tiene un grado de participación. “Más allá del género, hay algo que es evidente: intentamos encontrar en nuestra pareja una extensión del cariño y protección que recibimos de alguno de nuestros padres”.

Nos damos cuenta de ello cuando los amigos nos dicen que nuestra pareja se parece a uno de nuestros familiares. La respuesta es sencilla: “El inconsciente rastrea algún rasgo en común entre la persona que elegimos y nuestros seres más cercanos. Especialmente en lo que respecta a la personalidad, el carácter y temperamento”, dice García.

Otra cosa que “se esconde en esta búsqueda enmascarada es que aspiramos a tener una buena relación y próspera; por ello nos resultan atractivos o atractivas aquellas personas que más se asemejan a nuestros padres”, cierra.

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