¡$70 mil! Más que dietazo, un ataque de gula

Si pudieras, como tipo bien nacido que sos, ¿te daría la cara de ponerte un sueldo de $70 mil? ¿No te sentirías en la obligación de, además de debatir cada tanto alguna ley, ir a pintar una escuela, donar un usado a entidades de bien público o barrer la v

¡$70 mil! Más que dietazo, un ataque de gula

Por Leonardo Rearte - Editor de suplemento Cultura y sección Estilo

El jueves se te atragantó la medialuna cuando leíste en estas páginas que los legisladores provinciales, atentos a sus propias necesidades acuciantes (1), habían decidido ponerse de acuerdo en algo: aumentarse por segunda vez el sueldo, apenas un 70% en lo que va del año, y llevarlo al bonito número de 70 mil pesos por mes. Los senadores, porque trabajan algo más (¿será por eso?), se fueron a 72 mil.

Qué bueno es pensar en el prójimo, más aún si el prójimo se sienta en la bancada de al lado. Vieron cómo los argentinos podemos ponernos de acuerdo, aquí no hubo discusión, ni grieta, ni desplantes ideológicos. Es la prueba de que cuando los mendocinos tenemos claro qué queremos, podemos “armonizar” y llegar a un fin feliz para todos... todos los que se aumentaron el sueldo.

El detalle decorativo es que la provincia vive una crisis económica de gran relieve que la obliga a salir a buscar préstamos, y a posponer pagos de servicios y proveedores, seguramente, tipos con necesidades mucho más banales que la de nuestros trabajadores de las leyes.

¿Y eso que me enseñaron sobre el capitalismo? Otra vez pecaré de ingenuo y comentaré eso que tantas veces leí sobre el mecanismo intrínseco del capitalismo, que reinó durante el siglo XX y lo que va del XXI. Sí, el capitalismo salvaje que no tiene piedad con aquellos que no producen, que no son parte del sistema económico, ni encajan en la lógica del mercado. Ahora, estimados, ¿me pueden explicar cómo hacemos para sopesar la productividad de nuestra Honorable Legislatura con esos onerosos bonos de sueldo? Hablo de tratar de encajar nuestros razonamientos con la lógica más pura, esa de que cada uno reciba lo que cosecha. Vieron, les dije que iba a pecar una vez más de pelot... ingenuo.

¡Estamos hablando de 70 mil pesos por pera! Querido lector, si pudieras, como tipo bien nacido que sos, te daría la cara de ponerte un sueldo de $ 70 mil? ¿No te sentirías en la obligación de además de debatir cada tanto alguna ley, ir a pintar una escuela, donar un usado a entidades de bien público, barrer la vereda de la Legislatura, algo?

¿No atenta contra el pudor de los seres humanos que un grupo de trabajadores públicos o privados, pueda sancionarse a sí mismo semejante sueldo? Tal vez la solución sea que los señores legisladores convoquen a un comité de prestigiosos mendocinos que les sugiera cuánto sería decoroso recibir de contribución por el trabajo que han prestado este año (vale la pena aclarar que no son tantas las leyes tratadas, ‘porque este ha sido un año electoral’ -?!-, un argumento que algunos de ellos suele decir ¡sin ponerse colorado!).

Tengo 70 mil preguntas para hacer: ¿Tendrán los beneficiados por el dietazo el tupé de seguir sosteniendo que para la política la educación es una prioridad? ¿Se animarán a decirlo mientras ellos leen, acodados en su banca, el último chimento de las Xipolitakis en el iPad, mientras una docente se juega el pellejo, literalmente, dando clases en barrios a los que no entra ningún delivery?

Tuve un profesor de la universidad que una vez nos dijo: “Ustedes como profesionales van a ir a instituciones y empresas que los van a convocar para grandes proyectos. El encargado describirá los objetivos sin escatimar adjetivos ni elogios tanto para la idea como para ustedes.

Entonces, muchachos, hay que dejarse de perder tiempo y preguntar: ‘¿qué presupuesto tiene asignado ese proyecto?’ Y así se van a dar cuenta si a la empresa o al organismo le interesa o no llevarlo a cabo”.  En definitiva, siguiendo los consejos del sabio profesor comparé el sueldo de un maestro con el de un legislador provincial. Ahí caí en la cuenta de cuánta importancia le da un estado a la educación y cuánta a la sanata.

(1) La inflación ha hecho estragos en el precio del sushi y los espumantes.

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