Palmira: la ciudad ferroviaria que siempre buscó su autonomía

Si bien tuvo un desarrollo agrícola y vitivinícola a fines del siglo XX, la llegada del tren, la instalación de los talleres ferroviarios y fábricas, le dio un perfil diferente a este distrito de San Martín.

Palmira comparte la actividad agroindustrial con la ferroviaria. Pero en sus calles, los murales, grafitis y esculturas hacen referencia al tren. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Palmira comparte la actividad agroindustrial con la ferroviaria. Pero en sus calles, los murales, grafitis y esculturas hacen referencia al tren. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Palmira es uno de los pocos lugares donde todavía la gente ve pasar el tren y se puede decir que es la ciudad ferroviaria de Mendoza. De allí parten las máquinas que tiran los vagones con importantes cargamentos que se dirigen hacia San Luis (Beazley-Justo Daract) con destino a la pampa húmeda. Desde la Ciudad de Mendoza hacia el Este, por la ruta 7 y luego de cruzar el río Mendoza, Palmira marca la entrada a San Martín y el puente de acero y la estación son las primeras imágenes de este sitio que, por estar junto al río, contó con una importante zona de cultivos y siempre tuvo población estable.

Así lo indican estudios arqueológicos que señalan asentamientos humanos y registros de grupos de origen huarpe.

A la hora de buscar el origen del nombre, historiadores e investigadores señalan que hay varias versiones. Gastón Kairuz, quien tiene escrito un libro sobre Palmira, expresa que la toponimia gira en torno a una leyenda, que dice que existió una mujer que se llamaba Palmira, que atendía una pulpería en la posta de este lugar. “La posta existió y se la conocía poco antes de la llegada del ferrocarril (a fines del siglo IXX). Hasta ese momento la zona estaba marcada por la producción agrícola. El primer establecimiento del tipo industrial se establece en 1860, dedicado a la actividad molinera”, señala Kairuz.

El molino contaba con un mangrullo de considerable altura y se vino abajo con el terremoto de 1861. Se ubicaba en la calle El Altillo y era propiedad de Ramón Godoy, además propietario de estas tierras, y Juan Antonio Pando, chileno y socio de Godoy.

Al principio se llamó Molinos de Colón, pero a partir de 1864 se empezó a llamar Molinos de Palmira. “Ese es el primer documento donde se aprecia el nombre”, afirma Kairuz, quien agrega que allí había grandes ciénagas y campos de alfalfa.

Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Describe que a partir de 1884 se levantó la estación del ferrocarril y en 1906 se instalaron los talleres ferroviarios que le dan la impronta ferroviaria innegable.

Debido a la creciente actividad y llegada de trabajadores e inmigrantes, se generaron núcleos poblacionales. Uno de los primeros fue el barrio de Guillermo Fuseo, en 1907. A partir de allí empezó una organización geográfica, teniendo como referencias el barrio, el casco viejo y la plaza Sarmiento.

Si bien la actividad vitivinícola no fue tan desarrollada en la zona como en otros sectores de San Martín y departamentos vecinos (es la región con mayor cultivo de vid de la provincia), Kairuz cuenta que la primera bodega era la de Tiburcio Benegas, junto a la histórica Casa del Altillo.

Esta última está ubicada sobre calle Soberanía Nacional, construida en 1887 y que fuera propiedad del ex gobernador Tiburcio Benegas, uno de los impulsores de la vitivinicultura y del sistema de irrigación en la provincia. Desde hace varios años, la construcción pertenece a la familia Di Paola, fue declarada de interés municipal y espera una restauración. Antes funcionó una bodega que pertenecía a Mallmann, de origen alemán, que enviaba partidas de vino hasta 1880.

Llegada del tren y expasión

El historiador y docente, Carlos César Chacón, autor de varios libros, señala: “El doctor Carlos González Pinto, ex gobernador de Mendoza (1863-1864-1866), quien reconstruyó a Mendoza destruida por el sismo de 1861, fue el primer gestor de la propiedad agrícola en el lugar cuando crea el Fundo Palmira. Durante su gobierno, es aprobada la creación de la Posta de los Molinos de Palmira (10-02-1864) a instancias del señor Irineo Vega, inspector de Postas y Caminos. Desde 2012 se reclama por fijar fecha de fundación de Palmira aquella fecha”.

También comenta que antiguamente a estas tierras se las conoció como Alto de Mulas. Y además señala la versión de la mujer de nombre Palmira, “que atendía la posta y a los viajeros antes del cruce del entonces caudaloso río Mendoza”.

Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Chacón cuenta que, con la llegada del tren, se ubicaron en las inmediaciones de la estación ferroviaria los llamados “conventillos”, los “inquilinatos” u “hoteles de inmigrantes”. Y señala: “El tendido de las vías y la estación generó un rediseño de circuitos comerciales y centros de actividad: al Norte, algunas poblaciones quedaron en la periferia y otras más centrales con relación al eje del transporte”.

Y expresa que cada vez atrajo más poblaciones, se abrieron locales comerciales, se crearon instituciones de prestigio de toda índole, como el centro recreativo Villa Dumit (1922) y el cine sonoro (1925), entre otros.

Intentos de autonomía

En esta zona abundaba la jarilla, planta autóctona de esta provincia semidesértica, y a la gente de Palmira se las llama “Jarilleros”. Gastón Kairuz es nieto de José María Kairuz, quien junto a Antonio Spano y Jorge Giménez fueron los intendentes de San Martín de origen palmirense.

La tierra donde nació el gran artista Julio Le Parc, cuyo padre era ferroviario, siempre mantuvo cierta distancia con el centro departamental, tan así que hubo al menos tres intentos (entre 1928 y 2014) de lograr la autonomía municipal para Palmira.

“Tiene ciertos elementos que la diferencia de San Martín: el origen de la población, las instituciones públicas que atendían las necesidades básicas, las fuentes económicas que había. Fábricas, industria química (Duperial) conservera (Noel) y el ferrocarril, son los polos económicos más importantes”, destaca Kairuz, de origen sirio-libanés.

Hubo al menos tres intentos, entre 1928 y 2014, de lograr la autonomía municipal para Palmira. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Hubo al menos tres intentos, entre 1928 y 2014, de lograr la autonomía municipal para Palmira. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

En Palmira las ruedas del ingenio no siempre fueron de acero y el lugar se mantiene ligado al movimiento. Allí se fabricó la primera moto argentina, la Ramonot, en 1930, máquinas utilizadas por los vendedores de diario Los Andes durante varios años. Y nacieron famosos automovilistas y motociclistas, como Juan Manuel Basco y Roberto Patti, además de Fernando Tornello, hoy comentarista de F-1 en un canal internacional.

Chacón cuenta que con el levantamiento de ramales y “el cierre de servicios de pasajeros, en 1993, la ciudad experimentó una grave crisis en todo aspecto”. Tuvo uno de los mayores índices de desocupación del país. En la actualidad, el sitio comparte la actividad agroindustrial con la ferroviaria. Pero en sus calles y paseos, los murales, grafitis, esculturas y un museo al aire libre hacen referencia al tren.

Es allí donde está proyectada la anhelada estación multimodal de transferencia de cargas que apunta a generar una infraestructura que posibilite el desarrollo de la zona para atraer inversiones y favorecer las exportaciones. Y sus habitantes se ilusionan con el regreso del tren de pasajeros Mendoza-Buenos Aires, anunciado hace unos días.

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