En 40 años de democracia, la participación ciudadana en las elecciones de gobernador bajó más del 18% en Mendoza

A pesar de que la cantidad de votantes se duplicó en cuatro décadas, la concurrencia a las urnas tocó su piso histórico en 2023. Todos los departamentos presentan caída, pero es más marcada en varios departamentos del Gran Mendoza y Sur provincial.

La participación en las elecciones fue dayendo de forma paulatina desde 1983 hasta este año, cuando se registró la cifra más baja en 40 años.

Foto: José Gutierrez / Los Andes
La participación en las elecciones fue dayendo de forma paulatina desde 1983 hasta este año, cuando se registró la cifra más baja en 40 años. Foto: José Gutierrez / Los Andes

Este 2023 la democracia argentina cumple 40 años de vigencia ininterrumpida luego de la última dictadura cívico militar, que arrancó con el golpe de Estado de marzo de 1976 y finalizó con la elección de Raúl Alfonsín como presidente constitucional. A lo largo de estas cuatro décadas, el país vivió distintos momentos de zozobra y las instituciones democráticas estuvieron sometidas a las más variadas tensiones.

En ese contexto, la ciudadanía acudió nuevamente a las urnas y Mendoza eligió a su 11° gobernador. Sin embargo, los vaivenes del país en materia social, política y económica mostraron su correlato en la participación ciudadana en las urnas: ya con el escrutinio definitivo elaborado por la Junta Electoral se determinó que la elección general a Gobernador de este año fue la que tuvo más baja participación desde el retorno a la democracia.

Si bien la participación del electorado históricamente no superó el 90%, este año cayó a su piso también histórico: solo acudió a votar el 68,33% de los empadronados. Si se tiene en cuenta que en 1983 fue a votar el 86%, la diferencia entre ambos porcentajes indica que el abstencionismo creció un 18,27%.

El crecimiento del padrón electoral en Mendoza

Si se toma como referencia el padrón electoral en cada elección general a Gobernador, Mendoza duplicó la cantidad de votantes en estas cuatro décadas: en 1983 los ciudadanos habilitados para sufragar eran 749.248 y en 2023 llegó a 1.488.736, según los datos de la Junta Electoral.

En promedio, dicho padrón fue incrementándose 73.948,8 votantes entre comicios generales para el Ejecutivo provincial, por la dinámica del aumento demográfico: en 1987 la cantidad de mendocinos en condiciones de sufragar era de 803.840 y en 1991 861.392.

En 1995 fue de 927.767 y en 1999 llegó a 1.014.291, para pasar en 2003 a 1.076.309 y 1.141.162 en 2007 . En tanto, en 2011 eran 1.232.929. Para 2015 eran 1.352.973, en 2019 llegó a 1.406.082 y este año la elección general para Gobernador contó con un padrón de 1.488.736 electores.

La caída en la participación en las elecciones en Mendoza

Si bien el padrón electoral muestra un crecimiento sostenido a lo largo de las cuatro décadas, la participación de la población en los comicios decrece de forma paulatina pero constante. En 1983, con un 86,60% de votos realizados sobre el total –siempre sobre la categoría elección general para Gobernador- se alcanzó uno de los datos de concurrencia más altos de la historia reciente, sólo superado por el número alcanzado en 1987, cuando el porcentaje llegó al récord de 87,20%.

Después empezó el lento declive , para 1991 fue de 84,70%, 1995 fue del 85,40% y para 1999 del 84%. En 2003 la concurrencia a las urnas fue del 76,12%, 78,13% para 2007 y 81,08% para 2011. En 2015 votaron 78,92% de los mendocinos habilitados y en 2019 79,07%. El valor más bajo de toda la serie llegó en 2023, con 68,23% de concurrencia.

Sobre el padrón y el porcentaje de participación cabe hacer una aclaración: en el año 2012 el Congreso Nacional sancionó la Ley 26.774 de Ciudadanía Argentina, también conocida como “Ley de Voto Joven”, a través de la que se estableció el derecho a votar para los adolescentes de 16 y 17 años, aunque no la obligatoriedad del mismo para esa franja etaria. Esto llevó al incremento de la base de electores habilitados, sin embargo ese aumento no se tradujo en mayor cantidad de votos.

Por el momento, la Junta Electoral no tiene la cifra sobre la participación de adolescentes en la última votación pero, a modo de contexto, en las elecciones de 2019 los jóvenes de 16 y 17 años tuvieron un peso electoral del 2,01% en nuestra provincia según datos del Ministerio del Interior.

La participación en los departamentos

Si se toman las distintas regiones que componen la provincia de Mendoza en función de la participación electoral, el comportamiento es similar en todas: caída en la asistencia a las urnas. Para 2023 en el Gran Mendoza y Lavalle, el departamento que muestra un descenso más marcado es Capital: 67,60%. Lo sigue Maipú con 68,21%, Guaymallén con 68,35%, Godoy Cruz con 68,38%, Las Heras con 68,60%, Luján con 71,03% y Lavalle con 71,31%.

En el Valle de Uco la cifra más baja la tiene Tunuyán con 67,15%. Lo sigue Tupungato con 70,48% y finaliza con San Carlos, con el 70,93%.

Para el Este provincial, el departamento que tuvo menos participación fue San Martín con 70%. Lo siguen Santa Rosa con 71,97%, Rivadavia con 73,64%, Junín con 73,69% y La Paz con 77,51%.

Para el Sur, San Rafael fue la comuna que menos participación tuvo: 61,91%. Lo siguió Alvear con 65,99% y Malargüe con 70,23%.

La interpretación de los datos

El sociólogo Roberto Stahringer sostiene que hay una tendencia cada vez más marcada a la no participación en las elecciones. “Me gusta hablar de abstención a ir a votar, como expresión del rechazo. Hay un sentido de ‘desamparo’ respecto de cuál es la función fundamental del Estado, de la protección de las condiciones materiales de la sociedad como educación, salud y seguridad, sumado a la certidumbre”, aseguró el especialista a Los Andes.

La incapacidad que tienen los gobiernos para garantizar que las personas lleguen a mediados de mes es identificada con los políticos. Una de las grandes expresiones del problema es que gente que trabaja todo el día y no llega a fin de mes. Hay una relación evidentemente rota entre la sociedad y los políticos”, apuntó.

En cuanto a la incorporación de los jóvenes a la vida electoral, Stahringer destacó que en 1983 la juventud venía de un gobierno dictatorial y eso motivó una fuerte participación en las urnas. Sin embargo, el presente marca un quiebre: “Hay un crecimiento e incorporación de un segmento de la sociedad cada vez más desvinculado de los ámbitos de participación ciudadana. Los adolescentes tienen bajo interés y poco ejercicio de participación pública, la tendencia es que están desprendidos de la órbita de la vida de participación cívica. A eso se suma que tienen la percepción de que la política no modificará sus condiciones de vida”.

Es un momento crítico de la relación entre ciudadanía y política: desde el punto de vista del funcionamiento de una democracia es preocupante que dos tercios de la ciudadanía elijan a los representantes. Cada vez más los gobiernos van a tener problemas de representación y legitimidad”, enfatizó el experto.

El consultor Elbio Rodríguez, sostiene que “hay un distanciamiento de la gente a la cosa pública, una pérdida de interés, como que no afecta demasiado, salvo en seguridad e inflación. Todo lo demás son peleas entre candidatos que yo creo le llegan poco a la gente”. A renglón seguido, Rodríguez, indica que, como contrapartida, “pocos candidatos han logrado movilizar, incluso a sus simpatías propias. Ningún candidato ha logrado la movilización que lleve a votar”.

Otro tema que marca Rodríguez es el de la “hiper información”, que se mueve no sólo en medios tradicionales, sino en redes sociales. “la hiper información que estamos recibiendo genera confusión y eso va haciendo perder capacidad de movilización”.

Los Andes consultó a tres dirigentes políticos que vivieron las cuatro décadas democráticas. El ex gobernador Julio Cobos, coincide con el entusiasmo de los albores de la democracia. “En el 83 existía la necesidad de salir de un régimen dictatorial. Ahora se sobreentiende que la democracia está asegurada”.

Cobos también también acuerda con el efecto de las crisis recurrentes en el hartazgo ciudadano pero también hace foco en la comunicación: “hoy las propuestas no interesan, vale más la impresión, o la imagen, o un eslogan que los contenidos. Hoy la comunicación se maneja por las redes. Mucha información no refleja la realidad y los programas políticos, que antes tenían buen rating, hoy la gente no los ve. Afortunadamente los debates han aumentado el rating”.

Cobos introduce un elemento al análisis: la “grieta” como factor del desinterés. “La grieta incide, porque del fundamentalismo o del preconcepto no se sale. Entonces es imposible construir algo en conjunto. Ahora viene otra grieta con los libertarios, que en muchos casos actúan con similitud al kirchnerismo, los que piensan como ellos están bien y lo demás no sirve”, dice Cobos.

El ex gobernador Arturo Lafalla introduce otra dimensión del problema. “Siempre hay que mirar el bosque; esto está ocurriendo en el mundo, este es un problema de las democracia occidentales, con distintos grados y no hay alternativas como sucedía en la guerra fría. Hoy no hay alternativa a democracia, partidos políticos y república. Entonces hay que encontrar remedio dentro del sistema. Me parece que es muy peligroso a abjurar del sistema. Al sistema hay que defenderlo, que no es defender a los políticos”.

Luego Lafalla indica, en sintonía con las anteriores voces, que “el factor principal del descreimiento en la Argentina son los fracasos de los distintos gobiernos. Nosotros no podemos tratar así a nuestros pobres, que son la inmensa mayoría, a lo que se suma la estrepitosa decadencia de la clase media. Estamos destrozando los sectores medios, estamos destrozando la posibilidad de legítimo ascenso social. Entonces hay un fracaso de todas las dirigencias, sindical, social, empresaria, religiosos, todos tienen grados de corresponsabilidad, pero los principales responsables somos los actores políticos”.

Un viejo zorro de la política, el ex vicegobernador Juan Carlos Jaliff, también introduce un matiz diferente en el debate. “Creo que no ir a votar es una manera de expresar disidencia con la situación actual; pero el porcentaje de los votantes es un criterio con el que hay que tener cuidado: en Estados Unidos, al presidente más poderoso de la tierra lo designa el 25 o 30% de sus habitantes porque no es obligatorio, entonces vota la mitad de los ciudadanos. En Argentina se habla del bajo promedio de votantes porque es obligatorio”.

Luego Jaliff indica que la falta sanciones “ha transformado al voto prácticamente en optativo. Entonces hay que ver cuántos no van a votar porque no se les ocurre y cuántos porque están hartos. Me parece que se puede manifestar el hartazgo votando en blanco, creo que inclusive sería más impactante que no ir”.

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