¿Nos quedamos sin fiesta?

El coronavirus nos ha atacado de tal manera que hasta ha borrado las celebraciones que de alguna manera nos proyectan al mundo.

Imagen ilustrativa / Archivo
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He ido a verla muchas veces y cada vez que voy, vuelvo impactado. He sido uno de los miles que se han sentado en las gradas del Frank Romero Day para presenciarla. La Fiesta de la Vendimia es grandiosa, monumental. No hay fiesta en el país que pueda comparársele. A veces no me ha gustado la propuesta artística, pero el lugar, la magnificencia de la puesta, el juego de bailarines y actores, el color, el sonido, los fuegos de artificio me han hecho emocionar hasta las lágrimas.

¡Qué fiesta, hermano! No nos olvidemos de que ha sido considerada la segunda fiesta a nivel mundial después del Día de Acción de Gracias en los Estados Unidos. Si por algo nos conocen en el mundo es por el Aconcagua, por  los vinos y por la Fiesta de la Vendimia.

En un escenario enorme se desplazan cientos y cientos de actores y bailarines para darle contenido a la propuesta. Últimamente se le ha agregado la actuación de músicos en vivo, que engalanan más el momento. Dan ganas de aplaudir hasta con los talones cuando se desarrollan algunos cuadros.

La fiesta mezcla todas las artes, tiene guion que corresponde a la literatura, tiene frisos luminosos y espectaculares que pertenecen a las artes plásticas, tiene música, tiene baile, tiene teatro, tiene proyecciones fílmicas, tiene de todo para constituirse en una propuesta única e inimitable.

Y tiene la gente, que colma las instalaciones del Teatro Griego con un fervor que no he visto en otras realizaciones.

Vienen de todo el país y del extranjero a verla y se llevan las mejores impresiones. Y, por supuesto, dejan sus buenos pesos para el beneficio de la provincia y de todos los emprendimientos que son afectados por ella.

Además, arrastra otras realizaciones tan importantes como la fiesta, como son la Bendición de los Frutos, la Vía Blanca y el Carrusel. Contando con todas las celebraciones distritales, departamentales, y las fiestas consecuentes con ella, como la Pisada de la Uva, o la Fiesta de la cosecha, junta más de quinientos mil espectadores, y esta es una cifra que está hablando por sí sola de todo el valor que tiene.

Pues... estamos a punto de quedarnos sin ella. El coronavirus nos ha atacado de tal manera que hasta ha borrado las celebraciones que de alguna manera nos proyectan al mundo. ¿Mendoza, sin fiesta de la Vendimia? Parece un imposible, pero (a menos que se haga virtual) es una posibilidad.

Ya tendríamos que estar trabajando en ella con los contratos y licitaciones que genera y sin embargo se habla de suspenderla y de privarnos de nuestra máxima celebración.

A lo mejor para marzo, cuando estemos todos vacunados, esperemos que así sea, puedan permitirse las grandes multitudes, pero ya no habrá tiempo para prepararla. Lleva meses de preparación.

Toda Mendoza se lamenta de que esto esté ocurriendo, los negocios, los hoteles, los restaurantes, los circuitos de recreación y sobre todo los que habitualmente participaban de la fiesta y encontraban en ella, aparte de un motivo de satisfacción, unos pesos para sus deterioradas arcas de artistas.

Cae una lágrima por mi mejilla y es absolutamente sincera. Mendoza sin fiesta de la vendimia es como si no fuera Mendoza.

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