Morder la mano que te da la vacuna

El “Perro” Verbistky no es ni un marginal ni un fracasado. Entonces, ¿por qué delató al ministro que le hizo el inaceptable favor que él le había pedido?

Morder la mano que te da la vacuna
De Horacio Verbitsky se pueden decir muchas cosas, pero no que le falte inteligencia.

“El Perro” mordió la mano que le dio la vacuna. Como Silvio Astier en “El juguete rabioso”, traicionó sin motivo a la persona que lo estaba ayudando. La traición del personaje de la novela de Roberto Arlt se explica en la marginalidad y el fracaso. Pero Horacio “El Perro” Verbitsky no es ni marginal ni fracasado. Entonces ¿por qué delató al ministro que le hizo el inaceptable favor que él le había pedido?

El de las vacunas era un escenario cómodo para Alberto Fernández, porque algunas voces del macrismo habían actuado con negligente irresponsabilidad, al atacar la credibilidad de la vacuna rusa. Pero ese “oposicionismo” indecente y obtuso quedó relegado de la atención pública cuando estalló el escándalo de la vacunación de privilegio para miembros y allegados del poder, también usufructuada de manera miserable por algunos ideólogos que llevan años sermoneando y juzgando desde púlpitos de superioridad moral.

Es entendible que el autor de “Robo para la corona” buscara adelantarse, revelando en una radio lo que estaba por revelar el diario Clarín. Lo que no se entiende es que lo hiciera como lo hizo: contando el hecho con naturalidad, como si colarse en la vacuna fuera lo mismo que recibir una entrada de favor para ver un espectáculo. Y, sobre todo, dando el beso de Judas a Ginés González.

Al enterarse de la inminente publicación de una nota denunciando vacunaciones de privilegio, el periodista que más gravitación tiene sobre el liderazgo y la militancia del kirchnerismo, se adelantó con la declaración que puso al ministro de Salud en el cadalso. Antes que eso, podría haber llamado a su “viejo amigo Ginés” para darle la oportunidad de coordinar juntos una coartada. También podría haberse limitado a decir que se vacunó, sin revelar a quién le había pedido el favor de saltarse la cola de vacunaciones imprescindibles. Pero dijo lo que dijo, haciendo rodar la cabeza del ministro.

No fue el único que atacó al gobierno. Jair Bolsonaro lo hizo tuiteando un artículo de O’Globo sobre jóvenes argentinos que deciden emigrar. La nota se titula “Epidemia de desilusión”. Pero el presidente brasileño actuó con negligencia porque, habiendo apoyado con fervor al gobierno anterior, no advirtió que el artículo con el que quiso golpear a Fernández, también cuestiona la gestión macrista. Desde la bajada, la nota de O’Globo afirma que la “epidemia de desilusión” que padece Argentina también tiene entre sus causas al “fracaso de Macri”.

Una vez más, procurando atacar a Alberto Fernández sin tener un motivo para hacerlo, Bolsonaro actuó con negligencia. Pero ese no es el caso de Verbitsky.

Hubo premeditación y alevosía. Al carácter alevoso de la delación lo revela haber dicho “mi viejo amigo”. Con ese toque de perversión, circunscribió la culpa al funcionario aludido. Según la versión del presidente del CELS, fue sólo Ginés, en virtud de una supuesta amistad, quien perpetró la inmoralidad de dar a miembros del poder vacunas que necesitan con urgencia miles de enfermeros y médicos, y que todavía no han recibido millones de personas vulnerables.

De Horacio Verbitsky se pueden decir muchas cosas, pero no que le falte inteligencia. Se puede decir, como han dicho muchos, que durante la dictadura pudo quedarse en el país sin que lo toquen, mientras sus camaradas de la cúpula de Montoneros se exiliaban o desaparecían secuestrados por “grupos de tareas”, porque colaboró con el régimen militar. Se puede afirmar, como hizo Alberto Pérez, jefe de Gabinete del gobierno bonaerense que encabezaba Daniel Scioli, que mientras la dictadura masacraba y torturaba, el ex jefe de inteligencia de Montoneros “le escribía los discursos a (los militares genocidas) Agosti y Graffigna”. Incluso se puede sostener, como lo hace el ex funcionario kirchnerista Guillermo Moreno, que “una de cada dos cosas que escribe son falsas”.

Que se digan esas cosas no quiere decir que sean indudablemente ciertas. Lo indudable es que se pueden decir sin que suenen absurdas. Lo que resulta imposible decir de Verbitsky, es que sea negligente. Es tan inteligente como capaz de destruir la imagen pública de quien ponga en la mira de sus artículos u operaciones. En sus alrededores siempre hubo voces contando que le dicen “el Perro” porque, con artes de agente de inteligencia, ataca a quien señale zonas oscuras de su pasado o a quien considere oportuno atacar.

No fue por negligente que el titular del CELS hizo echar a Ginés y le dejó un ojo en compota al gobierno de Alberto Fernández. Lo que no está claro es por qué lo hizo.

¿Fue por instinto, o actuó “para la corona”?

*El autor es Politólogo y Escritor.

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