El peronismo lejos de sus buenos tiempos

Estas PASO fueron la peor caída del peronismo en 40 años. Había sido tercero, bastante lejos, en la elección a gobernador que ganó Iglesias, en 1999. Pero lo reciente fue lo más estrepitoso por el bajísimo porcentaje de votos.

Guillermo Carmona, Omar Parisi y Omar de Marchi
Guillermo Carmona, Omar Parisi y Omar de Marchi

La derrota en las recientes primarias debería ser tomada por la dirigencia peronista como la oportunidad para ensayar mecanismos que le pongan punto final a la caída libre que sufren desde las elecciones legislativas de 2013, en la mitad de mandato del entonces gobernador Francisco “Paco” Pérez. Al margen del nefasto contexto nacional, que tira aún más hacia abajo cualquier expectativa de recuperación, el desafío es reinventarse como espacio político popular y tradicionalmente competitivo.

Fue la peor caída en 40 años. Había sido tercero, bastante lejos, en la elección a gobernador que ganó Iglesias, en 1999. Pero lo reciente fue lo más estrepitoso por el bajísimo porcentaje de votos.

Actualmente, el peronismo mendocino padece lo que quedó expresado en las urnas hace una semana: poquísima credibilidad en el electorado. Efecto lógico para una dirigencia golpeada y que, sobre todo, no sabe cómo encontrar el rumbo para salir de la crisis.

El ganador de la primaria y ahora candidato para las generales, Omar Parisi, no sedujo, no captó votantes. Pudo haber sobrado entusiasmo, pero careció de credibilidad. La promesa de una política de vivienda concreta evidentemente no atrajo y quedó como una promesa más de campaña. Un tema muy sensible, de mucha expectativa por el déficit habitacional existente, pero que más de una vez quedó a mitad de camino en lo referido a ejecuciones.

Como ya se ha comentado, la fórmula que representará al peronismo en las elecciones generales de setiembre también tendrá el enorme desafío de mantener unida a la dirigencia, además de buscar mecanismos de seducción para superar en lo sucesivo el escaso número de votantes con que contaron en esta oportunidad. Es la mayor apuesta para Omar Parisi y Lucas Ilardo. Queda un detalle: contar con los votos que acompañaron a la fórmula que encabezó Guillermo Carmona, que fue segunda en la interna. Por lo menos, con un aceptable porcentaje de ellos.

La distancia con La Unión Mendocina, que terminó en segundo lugar, es bastante más importante de lo que muchos esperaban. Esto hace que las expectativas por los mendocinos que acompañaron a Luis Petri se concentren en una disputa entre cornejistas y demarchistas. A primera vista, Parisi e Ilardo tienen asegurado un lugar en el podio de setiembre, pero a mucha distancia de los que son favoritos a competir por el premio mayor.

Aquí cabe detenerse en un dato para algunos no menor. De Marchi y sus seguidores aseguraban a quienes les consultaban sobre la escena electoral mendocina que el salto desde Cambia Mendoza siempre se ideó partiendo del convencimiento de que nunca el kirchnerismo podría “pasar por el medio”, es decir, entre radicales y demarchistas, para quedarse con una elección en esta provincia. Indudablemente, así fue si se analizan los resultados del domingo anterior.

También vale reiterar que aquel peronismo tradicionalmente identificado con los “caciques”, los jefes territoriales, mantiene su presencia. En mayor o menor medida, cada líder sostiene el control en su jurisdicción. Eso quedó demostrado en las primarias de abril en los departamentos conducidos por dirigentes del PJ y probablemente se reitere en las generales del primer domingo de setiembre. Pero pareciera que esos predominios terminan, o se reducen, cuando se intenta traspasar los límites de cada departamento. En buena medida es el gran problema que ha venido padeciendo el justicialismo mendocino en los últimos años. Líderes zonales que no garantizan triunfos provinciales. Resultados a la vista hace apenas siete días.

Celso Jaque fue la excepción en su momento, pero debiéndose aclarar que antes de haber sido intendente, el malargüino tuvo una extensa trayectoria como legislador tanto a nivel provincial como nacional y con bastante trascendencia. Y la fijación que siempre tuvo (ser gobernador de Mendoza) le dio la posibilidad en su momento al peronismo. Ahora pareciera querer ponerle broche final a su carrera volviendo a conducir su propio pago. Simpático paso.

Y hay otra lectura que puede resultar engañosa. El contraste entre los éxitos territoriales y las rotundas derrotas provinciales, como la recibida por el PJ, ponen de manifiesto lo alejados que están los asuntos de índole provincial de los que son de incumbencia municipal. Como vimos y hemos señalado, aquellos éxitos de los intendentes peronistas en las PASO departamentales de abril no garantizaron un traslado en cuanto a intención de voto para las primarias provinciales. Ni siquiera llegaron para atemperar, por lo menos, la fuerte caída que tuvo el peronismo.

Como vemos, mucho trabajo les espera a los referentes del alicaído peronismo mendocino para intentar revertir la nueva caída. Aunque lo acontecido en las primarias y la realidad desoladora que dejan las políticas nacionales deberían invitar a la dirigencia local a intentar mantener lo que quedó, esperar lo que sea en las generales de setiembre y recién sobre esa ruinosa realidad buscar regenerar, incluyendo a la faz dirigencial.

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